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Zeus

La fiesta posterior a la lucha de gladiadores era lo mejor de la jornada. El vencedor se regocijaba entre los premios que el emperador ofrecía; comida, oro, bailes, música y mujeres; digno de un campeón. Las mujeres bailaban felices mostrándose a la multitud, recibiendo gustosas las monedas de oro que les eran lanzadas.

La opulencia y el pecado era lo que reinaban en esas fiestas. El vino era abundante, al igual que la comida y el sexo.

Todos los invitados disfrutaban de los atributos junto con el soberano de roma... y su magnífico esposo.

El emperador siempre presumía a su cónyuge como si fuera el trofeo más grande que haya ganado. Y nadie podía culparlo; el egregio había escogido como esposo al hombre más grácil de la ciudad. Él, a pesar de ser varón era más armonioso que una mujer, con su piel tersa y blanquecina, su pequeña nariz de botón y sus angelicales facciones de porcelana; como si hubiera sido esculpido por el mismísimo Zeus.

Todos estaban al centro del salón riendo y bebiendo junto a los tributos que se les habían traído, llenándose hasta ya no poder más.

Al rincón del salón, en el lugar real se encontraba el joven marido del emperador; cautivaba con su sencillo traje de ceda purpura, dejando al descubierto su pecho con son sus aureolas de oro abrazándolo con el escudo del imperio en el medio, al igual que los adornos colgantes en su pierna descubierta. Simplemente disfrutando de la vista de sus ciudadanos. El zagal se levanto acompañando a su esposo en dirección al anfitrión; el vencedor del ruedo de hoy.

—Jeon Jungkook —hablo el emperador Kim entre risas— en hora buena —todos levantaron sus copas acompañando al emperador de Roma—. Espero seguir viéndote como campeón Jungkook. Eres uno de mis mejores hombres y no me gustaría perderte en un duelo. Sin honor.

—No será así mi señor —chocaron sus copas— lo único que podría hacerme caer sería usted mismo emperador.

Kim sonrío contento de la respuesta de su gladiador, le gustaba ese poder que ponía en sus manos, como si pudiera manejar su vida a su antojo; y bueno, realmente así era desde que le quitó su más preciado tesoro.

—Jimin —hablo el emperador a su conyugue— ¿Por qué no bailas algo para nosotros?

El joven asintió recibiendo un beso de su marido. 
Junto a las mujeres gitanas les indico una típica danza arábiga, los invitados siguieron al emperador con aplausos marcando el ritmo de una melodía; con gracias movía sus pies descalzos sobre el suelo, movía sus manos expresivas junto con sus caderas de una manera seductora, chasqueaba los dedos al compás de que movía su cuadril libre, ligero como una pluma. Con pasos largos camino hasta el emperador sentado junto al vencedor, meneo las caderas dándoles la espalda y una perfecta vista de su agraciado ser.

El vencedor admiraba al esposo del emperador, tan bello y tranquilo; imaginando su baile en privado, con su pequeño ser enredándose con su fuerte figura y esconderlo entre sus brazos, poder tener una vez más a tan magnífica creación solo para él, con su palabras dulces en la cama, y sus caricias prístinas a la hora de dormir.

Maldecía aún el día en el que lo arrebataron de su lado.

Volvió en compás con las demás mujeres al centro moviendo su cuerpo con elegancia pura. las bailarinas se hincaron en su rodilla derecha juntando la contraria entre si formando los picos de una estrella; comenzó el esposo del emperador inclinando su espalda hacia atrás, contorsionando su cuerpo en deleite a los invitados. Todos aplaudieron contentos de tan magnifico acto. 

Al terminar el bailarín camino hasta la posición de su marido —¿Vas a contarnos algo de tu doncella misteriosa Jeon? —preguntó Jimin sintiendo los brazos del emperador rodeando su cintura.

—Si —continuo el emperador con la barbilla sobre el suave hombro del castaño— eh escuchado los rumores de que te encuentras con alguien a hurtadillas de la corona. 

Jeon rió con nerviosismo —si emperador —compartió— hay alguien con quien me estoy viendo. Pero quisiera mantenerlo en secreto aun mi señor. Ella es bastante tímida y quiero esperar a que quiera hacer publica nuestra relación. 

—Esta bien Jungkook —exclamo Jimin— Pero si yo fuera ella me daba prisa antes de que alguien más llene ese corazón tan vacío. 

—Mereces alguien a la altura Jungkook —exclamo el emperador— necesitas a alguien tan excepcional como mi Jimin; no cualquiera puede ser pareja de mi mano derecha. 

Jeon miro al esposo del emperador con una sonrisa de satisfacción, apreciando sus cabellos castaños luciendo con excelencia su corona de flores —Esta a la altura Taehyung, no tienes de que preocuparte. 

Ares Donde viven las historias. Descúbrelo ahora