III

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Hera

  —¿Dónde estuviste anoche Jimin?

El desayuno marchaba bien hasta ahora. Todos se habían reunido a la hora habitual recibiendo para desayunar un cordero en aceite de olivos y vino para acompañar.
Disfrutaba de las caricias y tiernas sonrisas de su marido bajo la mesa, aunque ver sus ojos brillando cada mañana le hacía sentirse la peor persona del reino, mientras  su corazón y alma se escabullen a otro hombre.

  —Donde siempre Ling —respondió con altanería— con mi marido.

  —No mientas Jimin —dijo con fastidio—  vi cuando saliste de la habitación de mi hijo y no volviste hasta que salió el sol.

  —Mamá —balbuceo el emperador queriendo calmar la situación.

Jimin la miró indignado y respondió —¿A caso está espiándome?

Su relación con la madre de Taehyung nunca había sido buena; desde que le habían traído al palacio la mujer se mostraba rejega a aceptarlo en la corona, no solo por ser de las familias obreras del imperio si no también por qué fue el primero en lograr que el emperador dejara de lado a su progenitora y pusiera atención en lo que tenía en las narices.

  —No me levantes la voz a mi niño —ataco levantándose de la mesa— es mi deber como madre proteger a mi hijo de gente corriente que solo quiere su poder.

El rubio iba a levantarse interrumpido por la mano del emperador —Mamá por favor para —regaño más firme.

  —No lo defiendas hijo —exclamo— yo no sé cómo pudiste casarte con un interesado como...

  —¡Ling! —grito con enojo golpeando la mesa para enseguida levantarse también— Él es mi esposo y no voy a permitir que vuelvas a faltarle al respeto...

  —Tae —susurro tomando su mano.

  —No Jimin —entrelazo sus dedos mientras lo veía con ojos llenos amor— Ya no, no es la primera vez que te habla así, y si no le gusta que estés aquí tenemos muchas propiedades a las que puede largarse —enfrento— una vez más que te vea haciendo menos a Jimin yo mismo te sacaré del palacio—. Obligo a levantarse a su marido y se encaminaron a la salida.

Una vez a solas su marido pidió uvas para aligerar el ambiente, y consentirlo un poco; recibía con una sonrisa las uvas en la boca acompañadas de un suave beso el los labios rojos.

  —No quiero que vayas a enojarte amor —hablo Taehyung moviendo un mechón rebelde hacía un lado— pero sé que madre tenía razón, anoche no dormiste conmigo. ¿Dónde estuviste anoche?

  —Tae —suspiro— No me sentía bien; extraño a mi familia y la vida a tu lado es tan agitada que desee volver a dónde solo me dedicaba a servir, ahora tengo tanta presión al mantener una imagen perfecta todo el tiempo.

El emperador hizo una mueca disgustado —Sabes que no me gusta que no duermas, esas ojeras me preocupan, y puedes hablarlo conmigo amor, eres mi todo y no me gustaría verte mal.

  —Estoy bien —afirmo— no quiero que te preocupes por cosas insignificantes.

  —Si se trata de ti no es insignificante Jimin.

Acarició la mejilla del rubio, suave y un poco regordeta, se acercó juntando sus labios, ambos, marido y hombre se daban un feroz beso con los ojos cerrados; uno contento de estar con la persona que más amaba en el mundo y el contrario imaginando a su amante, aunque al abrir los ojos veía a ese ser tan perfecto del cual no estaba enamorado.

  —¿Y ese brazalete? —pregunto su esposo tomando su muñeca con cuidado— nunca te lo había visto.

Despacio el rubio alejo su muñeca dando una respuesta al aire —Lo compré hace unos días.

  —Ya veo —dijo después de mirarlo unos segundos para después restar importancia al asunto—. ¿Tienes idea de con quién podría tener su aventura Jungkook? —cambio de tema el emperador de una forma repentina.

  —¿Cómo? —cuestiono asombrado.

  —La pareja de Jeon —repitió— eh escuchado que es un hombre.

  —Que va —rio nervioso— es obvio que a Jungkook no le van los hombres, ¿has visto como mira a las bailarinas?

Su marido río levantándose para mirar hacía la ciudad —pensé lo mismo—. Se rasco la barbilla pensando mientras miraba a los jardines bajo el balcón— Yo opino que es una de las hijas de Melias Manoban y Aurelia —exclamo con seguridad— son mujeres de buena familia, buena educación y también son muy hermosas.

  —Concuerdo contigo —dijo con una fruta en la boca— serían excelentes esposas, pero la verdad sería difícil escoger, cada una de ellas tiene su...

  —Chispa —completo. Continuó el emperador mirando a su mano derecha conversando animadamente— tal vez Lalisa.

  —¿La menor? —interrogo confundido.

  —Exacto —afirmo Taehyung— se ve el aura de Eros desde aquí.

De inmediato se levantó asomándose a dónde miraba su marido, observando a Jeon caminar con su caballo junto a Lalisa Manoban sonriendo con entusiasmo. Le dolía, nadie podía obtener esas divinas sonrisas más que él.
Miro hacía arriba, al cuarto real donde estaba su mayor secreto, hizo reverencia a sus soberanos y sonrió con arrogancia.

¿Qué hacía Jungkook con ella cuando la noche anterior le había dejado muy en claro que no los quería cerca?

Ares Donde viven las historias. Descúbrelo ahora