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Artemisa

Los grillos sonaban en los campos fuera de la humilde cabaña, el techo de Adobe y los suelos de tierra, era una simple casilla a las orillas del río de Pontus.

Su primera parada.

Los amantes fugitivos pararon en casa de los padres de Jimin para descansar, abastecerse de más comida y agua para en los primeros rayos de sol salir de vuelta a su camino.

En un abrazo ambos hombres descansaban, Jeon dejando de lado su armadura de gladiador y Jimin con una sencilla vestimenta blanca, sin ninguna de sus joyas, simplemente el brazalete que le había dado Jungkook.

-¿Consideras que no hacemos lo correcto? -cuestiono el rubio con los cabellos alborotados.

Jeon le sonrió dándole calma, justo lo que necesitaba -No es la mejor forma mi sol -afirmo- pero no hay otra manera, necesito tenerte conmigo.

-Es que -vacilo Jimin- estoy dejando todo, mi estatus, a mi marido, mi familia Jungkook -apunto el amplio pecho desnudo del gladiador- por ti.

-Y eso es la mayor prueba de amor que puedas darme Jimin.

-Te amo.

-Te amo mucho más.

Los gallos cantaban y los rayos de sol golpeaban contra el rostro de los amantes, sonrientes se levantaron y alistaron para su partida, simplemente esperando a que los padres de Jimin regresaran del mercado.

Melosos los amantes se daban caricias entre si pasando por alto la llegada desesperada de sus padres.

-¡Jimin! -hablo la madre eufórica-. Jimin tienes que irte.

-Madre, ¿Qué pasó? -intento calmarla un poco.

-Taehyung está aquí -hablo el padre de una forma herratrica arrastrando a su pequeño hijo con Jeon.

Ambos abrieron los ojos en demasía -¿¡Qué!? -grito el rubio.

-Estabamos en la venta de la leche y lo vimos entrar al pueblo -hablo la madre acompañándolos a la salida- Cuídate mucho hijo.

-Te amo mamá -Jimin dijo besando su cabeza- adiós papá, voy a pensarlos siempre.

-Cuidalo -decreto el padre de Jimin hacía Jeon Jungkook, esa era su forma de despido.

-Con mi vida -respondio el gladiador.

Es la última vez que vería a sus padres, ni siquiera podría tener una despedida digna de ellos, porque a pesar de que no le dieron riquezas siempre estuvieron para él, en la buena y en las malas, ofreciéndole su amor incondicional.

Montaron el caballo dejando unas bolsas de comida que aún no cargaban, y eso solo les obligaría a hacer otra parada.
Cavalgaron entre los bosques de una forma rápida, más no lo suficiente, se escuchaban el relinchar de los caballos pisándole los talones.

-¡Más rápido Kook! -insistio Jimin volteando hacia atrás.

Sus ojos se cruzaron con los de Taehyung, llenos de rabia y decepción.

-¡No puedo ir más rápido! -la voz de Jungkook flaqueaba, estaba asustado, no podrían salir de esta.

-¡Para ya Jeon Jungkook! -grito el emperador- ¡No irán a ningún lado!

Un gladiador les apareció por delante haciendo que su caballo campanee, el grito de Jimin fue lo que paralizo a todos los presentes. Sus manos resbalaron del uniforme de Jungkook impidiéndole tener el equilibrio que lo hizo caer al suelo.

No más lucha. Esto era su último intento.

Jeon bajo del caballo al mismo tiempo que el emperador corriendo ambos hacía él caído rubio.

-¿Estás bien mi sol? -hablo Jungkook preocupado recibiendo a Jimin entre sus brazos.

Lloraba desconsolado, ya era momento de rendirse, aunque fuera lo que menos quisiera.
El emperador desenvaino su espada hacía su gladiador, dispuesto a matarlo por tocar a su hombre, su Jimin.

-¡No! -grito Jimin suplicando- por favor Tae -coloco su mano extendida hacía él en señal de que parara mientras abrazaba más cerca de él a Jeon-. Ten piedad, te lo pido.

-¿Por qué Jimin? -solto con un suspiro lleno de desilusión.

-Yo lo amo.

Ares Donde viven las historias. Descúbrelo ahora