Πρόλογος

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La sangre corría por su espada, afilada y pulida para la batalla. Reluciente ante la luz de la luna una vez más luchaba por su dinastía, la ciudad de Roma y en nombre de su emperador le traería una vez más la victoria, y nuevas tierras conquistadas.

Su cuerpo ya resentía el cansancio de cinco días luchando, sin descanso alguno, como el mejor gladiador que era, fiel a su nación y a su emperador.
La última gota de sangre derramada marco su victoria, por su propia espada fue asesinado el soberano de Oriente, completando las ambiciosas tierras de su egregio.

-Zaqueen las casas, tienen que doblegarse ante su nuevo emperador -imito el chico desenvainado su espada.

-Basta Hoseok -habló el soldado con su casco bajo el brazo- agobias a todos con esa historia.

Su amigo rió elevando los hombros -Calla Jungkook, esa conquista es digna de ser contada miles de veces.

-El emperador ah llegado, mejor prepárate para recibirlo.

Por primera vez Jeon Jungkook, un respetado gladiador y soldado del imperio era el anfitrión de las fiestas de conquista, tendría en su casa llena de otros gladiadores y gente de las aristocracia para festejar la conquista de Oriente. Como invitado de honor el emperador Kim Taehyung se presentaría feliz de venerar a todos sus súbditos con su presencia. Sin embargo, Jungkook no estaba contento de tener a todas estas personas en su casa, no había pasado ni una semana de su regreso y ya llegaban todo el imperio a molestarle; necesitaba un descanso.

-Jeon Jungkook -hablo el emperador- gran fiesta.

-Es lo que necesitan después de la guerra mi señor -exclamó el soldado ignorando su descontento por la intromisión a su hogar.

-Buena respuesta Jeon -halago el egregio tomando asiento en el centro- ¿te molestaría darme una copa de vino?

Asintió con una sonrisa -Jimin -le hablo a su joven sirviente- trae dos copas con el vino de la cocina.

-Si señor -el sirviente dió una reverencia para después retirarse y servir la orden de su amo. Su cuerpo esbelto envuelto en una túnica corta blanca se perdió dentro de la casa llevándose consigo la mirada de su amo y del emperador.

Sus piernas descubiertas mostraban el arduo trabajo que día a día realizaba, mostrándose blancas y torneadas, preciosas ante la vista de cualquiera -¿Él... -exclamo el emperador- te sirve desde hace mucho?

-Su familia sirve a la mía desde que soy pequeño -menciono restándole importancia- Cuando me independice decidí traerlo conmigo.

El sirviente regreso con las copas, elegante les ofreció el vino para continuar con su trabajo. Su cabello castaño brillaba bajo los intensos rayos de sol iluminando su mirada inocente color miel. Llenando de gozo el pecho de su egregio -¿Hay algo más que necesite mi señor? -dijo mirando al suelo.

-Olivos -menciono el emperador- quisiera algunas aceitunas.

El joven sirviente miro a su amo en busca de autorización -Anda Jimin, obedece todo lo que pida el emperador -con una reverencia volvió a retirarse.

-Fiel.

Miro en la misma dirección que su emperador, notando la atracción hipnotizante que emitía su sirviente -Por eso lo traje conmigo.

El egregio de Roma rasco su barbilla decidido de sus siguientes palabras -Lo quiero en el palacio.

Ares Donde viven las historias. Descúbrelo ahora