CAPÍTULO 3: LA AYUDA HA LLEGADO

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DOMINGO 10 DE NOVIEMBRE DEL 2019

LÍA

Sentía que en cualquier momento acabaría desfalleciendo sobre el frío suelo. Ya no podía más.
Corría y corría descalza pisando piedras puntiagudas, llevaba mucho rato sin parar... en realidad, no se cuanto tiempo llevaba corriendo y no sabía si en algún momento debería detenerme.
La luz había ido apagándose gradualmente dejándome completamente a ciegas.

Solo corría.

Choqué varias veces contra lo que parecían ser fríos y duros muros y resbalé con el agua que me llegaba por los tobillos casi.

Solo debía correr.

De repente, vislumbré un pequeño halo de luz que provenía de uno de los muros y me aproximé rápidamente hacia él.

Tenía que correr.

Seguí corriendo en dirección a esa luz y por muy lejos que pareciese estar no me detuve.
Después de un rato, conseguí aproximarme lo suficiente como para ver que aquel puntito de luz estaba a tan solo unos metros de mí.

Tenía que correr por mi vida.

Pero de repente, cuando pensaba alcanzar con las manos aquella luz, esta se encendió de manera alarmante haciendo que tuviera que cerrar los ojos aturdida por la luminosidad.
Cuando noté que la intensidad de la luz disminuía abrí ligeramente los ojos confusa y para mi sorpresa y desgracia, pude observar como una fantasmagórica niña de pelo negro echado hacia delante era quien sostenía en sus manos aquel foco de luz.
Asustada, retrocedí unos pasos temerosa de que pudiese hacerme daño. Pero sin embargo, en vez de aproximarse hacia mí, la niña simplemente extendió una de sus manos como si quisiera ofrecerme algo y dijo:

-Déjame ayudarte, yo soy tu única salida, puedo ayudarte.

Solo corría
Debía correr
Tenía que correr
Tenía que correr por mi vida.

Asustada, me giré repentinamente y eché a correr por donde había venido, sin darme cuenta de que estaba cavando mi propia tumba.

-Yo soy la única salida...

El eco de su voz espeluznante llegaba hasta mis oídos haciéndome correr más todavía.
-No puedes escapar...

Las lágrimas comenzaron a emerger de mis ojos y mi visión empezó a nublarse.
De repente, cuando pensaba que caería al suelo del cansancio, choqué fuertemente contra algo duro y blando a la vez. Me aparté rápidamente y noté asqueada como un líquido verde viscoso se despegaba de mi mejilla la cual se había quedado pegada a eso.
Intentaba retirar aquella sustancia cuando resbalé y caí de espaldas al suelo.
Asustada, me arrastré hacia atrás a duras penas ayudándome de los codos y estaba a punto de llegar hasta una pared, cuando un rugido espantoso me aturdió y me hizo levantar la cabeza.
Allí estaba, frente a mí un horrible monstruo de unos dos metros que se aproximaba lentamente. Grité presa del pánico al ver cómo una horrible cola se zarandeaba en el aire intentando alcanzarme y de repente, esa horrible cola terminada en un aguijón se clavó peligrosamente en la pared que tenía a mis espaldas rozándome la mejilla. Y cuando menos me lo esperaba, la cola se desprendió de la pared y salió disparada violentamente hacia mi cara.

-Soy tu única esperanza... y la de tu hermana también.

-¡AHHH!

Me incorporé de un salto presa del pánico y empecé a hiperventilar asustada. Me revolví en el sitio frenéticamente y mis manos palparon algo suave y sedoso. Parpadeé varias veces y una vez acostumbrada a la luz pude ver que me encontraba en una habitación de paredes blancas con rayas azules decoradas con todo tipo de cuadros.
Todo había sido una pesadilla.
Suspiré aliviada llevándome una mano a la frente para retirarme el pelo sudado y enmarañado de la cara y me fijé en que Jessica, que había dormido en la cama contigua a la mía, no estaba. Me levanté algo mareada y me dirigí al baño para darme una ducha y relajarme.

La noche (00:00) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora