CAPÍTULO 2: DESAPARECIDA

206 140 34
                                    

SÁBADO 9 DE NOVIEMBRE DEL 2019

LÍA

AHHHH!- otro grito ensordecedor taladro mis oídos.

No podía saber ni siquiera dónde me encontraba y no podía concentrarme cuando esos agónicos gritos de dolor llegaban de todas partes a la vez y de ninguna al mismo tiempo.
Era una locura. Cada dos segundos se oía otro cada vez más fuerte que el anterior viniendo de otro lugar nuevo.
Sin poder aguantarlo más, me llevé las manos a los oídos y me dejé caer sobre mis rodillas sollozando por el dolor que me causaba oír todo tan amplificado y repetido.
Mis desnudas rodillas tocaron algo húmedo, frío y viscoso a la vez y en ese instante las voces se callaron y todo se silenció.

De repente oí un ligero pitido y abrí los ojos asustada.
Estupefacta por lo que estaba viendo me levanté torpemente del suelo y me alejé unos pasos para ver mejor aquel lugar.
Estaba en una especie de cueva rocosa y húmeda donde un líquido apestoso y espeso color verde estaba esparcido por todas partes.
Me estaba alejando lentamente de allí asqueada por el olor y aspecto de esa masa cuando choqué contra algo de espaldas.
Un gruñido potente me dejó completamente paralizada helándome la sangre.
Me mantuve quieta unos segundos petrificada por el miedo y me giré temblando esperando encontrarme con algún tipo de animal que me arrancase la cabeza de un zarpazo y acabase con mi sufrimiento. Pero lo que vi cuando me di la vuelta me dejó tan horrorizada que dejé de respirar un buen rato y cuando me hube recuperado lo único que por instinto supe hacer, fue gritar.

-¡Ahhhh!- me incorporé abruptamente aún sin haber casi despertado. Había sido una pesadilla.

Me llevé una mano a la cabeza para retirarme el pelo mientras hiperventilaba y me di cuenta de que el sudor corría por mi frente en forma de gotas. Me llevé la otra mano al pecho intentando calmarme notando que ya no llevaba puesto el vestido si no una camiseta de tirantes y después de unos segundos pude escuchar como unos pasos apresurados subían por la escalera.
La puerta se abrió estruendosamente y Jessica entró corriendo hacia mí.

-¡Lía!- se sentó en la cama junto a mí y puso sus manos de forma delicada en las mías.

-¡Madre mía! ¿Estás bien?- su voz temblaba y denotaba preocupación al igual que su rostro.

Tragué saliva con dificultad notando que tenía la garganta seca e irritada, e intenté hablar. Seguramente había estado gritando toda la noche.

-S... s... sii...- se me hacía realmente difícil hablar ya que estaba temblando aún por el miedo que seguía corriendo por mis venas.

De repente entró Mateo en la habitación apresuradamente y vino corriendo hacia mí. Detrás de él venía Jake quien me miró de arriba debajo con una expresión que me pareció ser de preocupación, suspiró disimuladamente y se quedó apoyado en el marco de la puerta.
Unos segundos fueron suficientes para darme cuenta de que estaba en la habitación de Jessica. El color rojo predominaba en casi todos los objetos y las paredes pintadas de blanco los resaltaban.
Seguramente me habrían traído allí después de lo de anoche... Entonces, un escalofrío recorrió mi columna y los recuerdos de la fiesta atravesaron mi mente a una velocidad vertiginosa que hizo que tuviera que cerrar los ojos de la impresión. Aunque no tuve tiempo de seguir pensando ya que Mateo captó mi atención.

-¡Joder! Estas despierta...- se acercó a mí rápidamente y me abrazó tan fuerte que noté que me quedaba sin respiración.

-Perdona...¿estás bien?- asentí con la cabeza y me volvió a abrazar impidiéndome si quiera hablar.

-Vale...- me soltó y se alejó un poco de mí.

-¡¿Tú estas loca?!- empezó a gritar. - ¿Me explicas en qué coño estabas pensando anoche?.

La noche (00:00) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora