1 Una noche más

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Mi vaso de Whiskey me dice con sus últimas lágrimas que pida un deseo +, mientras las sombras máter terminan de jugar a las escondidas. Hace tiempo no las veía con claridad como ahora, supongo que solo salieron a dar un paseo.
In crecendo la megafonía de ambulancias, bomberos y policías parecen tener varios objetivos en poco tiempo. A juzgar por el volúmen de su llegada a donde sea que el deber espera.

El mayor testigo de la escena por excelencia, regala una Luna Llena que hasta un hombre no se transformaría en el lobo para retratarla mejor en el diámetro de su pupila lo que quede de su show. Y casi que parece emanar una pizca de calma, invisible a aquellos que no levantan su cuello en señal de respeto a donde pertenecemos.

El agua parece adherida en las calles, cordones y veredas como si las mismas estuvieran embolsadas por ella. El sonido de la lluvia parece la frecuencia en la sintonía no conseguida en una radio, casi tan constante que mis oídos se sentirían dentro de una sartèn con aceíte hirviendo.

El caos se posa en los más grandes y altos edificios de la ciudad, para tener una mejor visión de su cuna. No tiene pensado pensar. Sino más bien ser espontaneo antes de que realmente comienze el apetito. Sabe que puede tomarse el tiempo que quiera tanto como para elegir su menú, como para marcharse sin pagar la cuenta. Pues nadie notó su llegada ni mucho menos su largo adiós. Se oxigena entre gritos de pavor acoplados a la distancia de los caminos que conducen a ningun lugar. Mientras se baña con la más rubí sangrienta.
Como si de una broma se tratase, relámpagos y truenos imponen el respeto necesario sobre las montañas de los cielos, creando un eco que hace vibrar los espejos del Alma junto con los vidrios de mi habitación.

Silencio. Frecuencia no encontrada.

Y otra vez, mas latigazos de energía sonora y lúminica en el paisaje.

El aire ya no sabe por donde conseguir frenar su inundación de miedo al cruzar la puerta de tu puente interno. Conseguir solo una vuelta al circuito de la respiración parece no dar pista a ver la bandera a cuadros.
Llega con el último de combustible. Preguntandose a que velocidad volverá a volver.
Ataque al cardio de mi bombeador: el tempo comienza a elevarse hacia arriba y hacia adelante. Algo constante. Algo quiere brotar de mi pecho atravesando la jaula de huesos y mi bolsa de piel mientras lanza puñetasos uno trás otro.

Termina el round. Estoy en la banca, siendo el propio suplente de mi propio y único representante, al menos hasta que mi legado llegue.

No oigo nada del mundo exterior más que su largo número de orquesta caótica ambiental que parece no llegar a su final. Es tanto el estruendo que esta tormenta genera, que un sordo se apuñalaría los tímpanos.

Temprano despierto, cuando la puerta abierta con un húmedo Sol me otorga la vista de lo que fué el paso de la Madre por estas calles. Lista y preparada para un día y espero, no una noche más.

R.D.S Relatos del Subconsciente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora