Prólogo

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La doctrina del ser humano ha sido más compleja y antigua que la escritura misma, cada individuo posee su propio mérito al momento de filosofar y reflexionar sobre los misterios de la vida, pero a diferencia del raciocinio, el sentimiento y la emoción ha acompañado a la humanidad a guiarlo hacia la intensa y siempre necesaria alegría que puede lograr metas que el racionalismo no ha podido. El Amor principalmente, es el sentimiento más fuerte que la humanidad ha podido alcanzar, sobre todo por ser un factor que no podríamos fabricar, sino implementar ya que, igual que los grandes misterios que oculta el universo, el Amor se hace presente en nuestras vidas sin razón alguna e imposible de controlar por uno mismo, como los grandes filósofos y científicos pretendieron: el basto universo no tiene límites, ni fronteras, ni reglas, ora por el ser humano al ser dichoso de experimentar algo tan glorioso y sensorial que no se necesita entenderlo, se necesita sentirlo y demostrarlo hacia un ser que nos complementa, que nos hace sentir vivos, comprendidos pero más que nada, amados.

La siguiente historia se basa principalmente en esa doctrina, la manera más pura de sentir y experimentar tal emoción a través de actos y palabras que nos demuestra lo que cada quien valemos para la o el individuo que nos complementa y a pesar de que tal sentimiento puede ser mal vista por la aglomerada sociedad y ley humana, hasta ellos se ven pequeños ante el basto y poderoso modo de sentir una emoción humana que va más allá de los limites, las distancias, la ética, la edad y la sangre. El fuerte lazo de la familia es primordial ante cada individuo en sus primeros años de vida y ha sido el grupo social más importante, por lo que no es de extrañar que un factor tan amplio como el amor pueda emerger de quienes menos esperamos pero que siempre han estado presentes en el corazón.

Mi corazón pregunta por ti (Lenicoln)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora