Perturbada por los sueños que experimentó desde la noche en que huyó del sótano no lograba prestar atención en clase, terminar sus alimentos, jugar o leer, pues siempre la acompañaba la sensación de ser observada, además la música nocturna seguía resonando diariamente.
Las mojas hablaban con ella sobre aquellas distracciones, mas no la atosigaban, pues comprendían que perder a sus padres apenas casi dos meses atrás no debía ser fácil, sin embargo, no dejaban de observarle o pedir al resto de los niños la integraran.
—Ponga atención a Magali Sor Genoveva —decía la madre superiora—. La mayoría de nuestros niños han crecido aquí, no conocen otra forma de vivir, ni otra familia. Ella en cambio extraña y añora lo perdido.
—Claro que sí, madre —respondió la monja, que se retiró con aquello en mente; y camino al aula una idea le llegó para distraer a los pequeños.
—Haremos una expedición al sótano... rescataremos el arte perdido —dijo a todos, en tono apasionante y misterioso.
Los pequeños gritaban de emoción y comentaban expectantes sobre aquella actividad, excepto Magali quien cerraba los ojos y se encogía de hombros como intentando ocultarse de la maestra. Sor Genoveva sin hacer hincapié en las acciones de la menor le tomó la mano y caminaron juntas al lugar de la aventura.
Al llegar al sótano, nuevamente se encontró Magali con el tocadiscos. En ese momento ya a la luz, notaba lo desgastado del artefacto y las telarañas que le cubrían; curiosa levantó la mano y preguntó por el abandonado aparato —¡No funciona! —, dijo Sor Genoveva y le explicó que hacía mucho tiempo se encontraba descompuesto, que lo guardaban esperando encontrar quien lo reparara, ella solo asintió y continúo la travesía.
—No le hagas caso —susurró Ernesto.
—¿A quién? —respondió Magali de forma distante.
—A la música.
—¿Por qué?
—Shs... luego —la acalló casi inaudible.
Durante la aventura, todos debían tomar algún objeto de su interés para rescatarlo de ahí y darle vida nuevamente, Magali tomó un instrumento que desconocía.
—Este, no —dijo la maestra.
—¿Por qué? —mencionó tristona.
—Tiene dueño. Hay otras cosas ahí —respondió sin más
Esa noche nuevamente la melodía cantaba, Magali se sentó de golpe, bajó descalza con la intensión de regresar al sótano y acallar el infernal sonido. Rápidamente todos en la habitación pedían no volviese ahí o las sombras se la llevarían. Extrañada pidió que le explicaran y así un terrible relato le fue contado con horror.
—Pues cuenta la leyenda —comenzó Ernesto—. Que ese tocadiscos es mágico, que concede lo que pides.
—¡Wow! ¿Lo que sea? —preguntó Magali.
—Lo que sea.
—¿Revivir personas también?
—Sí... Por eso es peligroso... Su magia no es buena.
—¡ES MAGIA NEGRA! —dijo el regordete Agustín, tapándose la boca inmediatamente después de lo dicho a gritos.
—¡Shs! —Se desesperó Carlota temerosa de que les hubieran escuchado las madres— Y es la más malísima de todas las magias —afirmó mientras se cubría hasta los ojos.
—Porque es de ¡SATANAS! Que te tienta como a Adán —Ernesto citó de forma paródica a la cocinera.
—La música es como la manzana del edén —pronunció Gelga, una rubia grandulona, de orejas pronunciadas.
—¿Manzana del edén? —, Magali abrió los ojos con amplitud.
—Sí... Veras, está aquí solo para tentarte, pero si la tomas serás castigada.
—Belcebú se llevara tu alma a los infiernos —afirmó Ernesto.
A Magali le pareció demasiado fantasiosa esa historia, pero alguien que no había notado en la alcoba: un niño pequeño de tamaño, pero grande de edad les dijo que era mentira, que en aquel tocadiscos vivía el alma de un músico que se negaba a cruzar la luz, pues quería seguir arrullando con su melodía, que aquello no era algo para temer si no para escuchar y deleitarse.
—¿Siempre ha sido la misma pieza? —la curiosa pelirroja cuestionó.
—Siempre —respondieron al unísono todos.
Con esa nueva información lejos de mitigar su curiosidad, se acrecentó, la historia del pequeño joven llamado Cervantino, le pareció más razonable, pero ¿En verdad esa alma no quería descansar? ¿Por qué? Se preguntó y se entregó al placer del descanso.
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El llamado de Gabriel
Misterio / SuspensoMagali es una niña de nueve años que tras la perdida de sus padres ingresa al orfanato "Iknimej". Cada noche una melodía le impide conciliar el sueño, y cansada de ello emprende una investigación sobre aquello que no la deja descansar, no sin antes...