Siempre pizza

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—¿¡Que son que!?— suelto una pequeña risa al ver la cara de asombro de Laura, hace unos minutos llegué al apartamento. Thiago y yo terminamos la cita en medio de risas, pizzas y torpezas, cada vez que alguno de los dos hacia un movimiento para darnos un beso o se caía algo o el mesero nos interrumpía preguntándonos que si no deseábamos algo más.

Fue una cita divertida, al final vino a dejarme y no queriendo tentar a la suerte nos despedimos con un dulce beso en nuestras mejillas prometiéndonos vernos pronto nuevamente.

—Novio— miro a Laura sonriendo.

—¡Oh Dios!, ¡Oh Dios!, ¡Tú también tienes novio!— apenas dice eso, me observa abriendo sus ojos a mas no poder, ¿¡dijo también!?, alzo una de mis cejas mirándola.

—¿Cómo que también señorita?— suelta una risita nerviosa y suspiró sentándose a mi lado, justo ahora estamos sentadas en la cama.

—Es una larga historia, así que acomódate— soltamos una risa y la miró esperando a que empiece a hablar, Thiago, Thiago, Thiago, sé que pasaremos muchas aventuras juntos. Mi atención se centra en Laura la cual empieza a contarme el cómo conoció a su médico, a su ginecólogo, su novio.

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—¿Entonces si nos veremos hoy?— muerdo una de mis uñas esperando la respuesta de Thiago, ya ha pasado un tiempo desde que nos hicimos novios, en contadas ocasiones hemos salido y tenido un par de citas, el primer beso que nos dimos fue una cosa de locos.

Ese día estábamos en su apartamento, había ido porque el encargo una pizza y fui a llevárselas, estuvimos hablando y comiendo pizzas, porque sí, me quede a comer con él.

<<¿Que se comieron?>>
La pizza, ¡no seas pervertida!
<<Dieron tantas vueltas para darse un beso>>

Ignoro a Marta, y sonrió recordando aquel día que nos dimos nuestro primer beso, estábamos tan nerviosos, después de habernos comido una rebanada de pizza cada uno, nuestras miradas se encontraron y estuvimos varios minutos mirándonos, ni siquiera nos dimos cuenta que cada vez nos acercábamos más y más.

Cuando nos fuimos a dar cuenta nuestros labios estaban rozándose, en la mirada de él podía notar sus nervios, vi sus intenciones de alejarse y cerré mis ojos esperando que se decidiera a besarme, y luego de unos segundos que me parecieron eternos pude sentir la calidez de sus labios contra los míos, al principio nos quedamos así, sin movernos.

Pero a medida que pasaban los segundos fuimos tomando valor, él puso sus manos en mis mejillas y yo las puse en su pecho, nuestros labios se movían lentamente, las piernas me temblaban, mejor dicho, ¡todo el cuerpo me temblaba!, y él estaba igual que yo, sus manos temblorosas me confirmaron que la única nerviosa no era yo.

Al separarnos de aquel beso el rostro de Thiago estaba tan rojo que no pude evitar reírme, luego de eso seguimos dándonos pequeños y tímidos besos hasta que tuve que irme.

—Claro que si mi diosa de chocolate— vuelvo a la realidad al escuchar la voz de Thiago, sonrió, amo ese apodo.

—Entonces... — titubeó un poco nerviosa —Te veré en mi casa dentro de dos horas.

—Allí estaré— su voz suena nerviosa al igual que la mía, luego de despedirnos cuelgo la llamada y me abanico con mi mano nerviosa. No sé si es que Thiago es muy inocente o si me respeta mucho pero en este tiempo que llevamos de novio no ha mostrado signos de desearme, de querer tocarme.

Muerdo mis uñas nerviosa, ¿y si no me desea?, puede que sea pronto para estar pensando en hacer algo, pero es que, mis hormonas están locas, además somos adultos no soy virgen, y ya hace más de dos meses que no tengo nada de nada, lo necesito.

Gracias a Laura fue que me decidí a dar un paso más en la relación, ¿es muy pronto?, pues me vale, deseo a Thiago y quiero tenerlo. Sacudo la cabeza y sonrió, hoy será una buena noche para ambos, recojo mi pelo en una coleta alta, ya hace unos días me quite las trenzas, manos a la obra, debo organizar bien todo.

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Thiago

Me observo en el espejo por quinta vez, quiero verme guapo cuando vaya a ver a mi diosa, todavía no me creo el que ahora sea mi novia, cuando me lo pidió llegue a pensar que se estaba burlando de mí pero al descubrir que era cierto una gran felicidad se instaló dentro de mí.

No he sabido cómo decirle a mi diosa que jamás he estado con una mujer, y si... soy lo que comúnmente dicen "virgen", la razón por la cual jamás he estado con alguna chica es porque...aunque se rían, quería reservarme para la mujer con la cual compartiría el resto de mis días, y estoy seguro que esa mujer será Carmen.

Se cuáles son sus intenciones esta noche, no soy tan tonto y voy más que preparado, meto algunos condones en los bolsillos de mi pantalón y por sexta vez me observo al espejo, ¡vamos Thiago!, es momento de perder tu pureza.

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—H-hola— murmuro nervioso mirando a mi diosa, antes de poder decir algo ella me jala de la camisa juntando sus labios con los míos, me tomó desprevenido por lo que me quedo paralizado por unos segundos. Cuando vuelvo en sí rodeo con mis manos su cintura pegándola a mí, ella pone sus brazos alrededor de mi cuello, y mientras siento la calidez de su cuerpo nuestros labios se mueven al compás de nuestros latidos.

Al principio el beso es dulce, tímido, pero a medida que pasan los segundos Carmen se pega más contra mí, bien aquí es donde los nervios se hacen presentes, ni siquiera hemos entrado al apartamento. Mis mejillas se enrojecen al sentir el pequeño mordisco que le da ella a mis labios lo cual ocasiona que suelte un jadeo involuntario.

—Lo siento, no puedo controlarme, no aguanto más, deseo estar contigo— su voz sale ronca y trago saliva nervioso.

—También deseo estar contigo, y...antes de eso quiero que sepas que jamás he estado con...una chica— espero ver su mirada sorprendida pero solo veo una hermosa sonrisa.

—Lo sé, y es lo que más me encanta, lamento decirte que yo si he tenido...— antes de que siga la callo con un beso, sé que ha estado con otros hombres pero no hace falta que me lo diga, ya eso es parte de su pasado, yo soy su presente y futuro.

Ella me jala de la camisa dentro del apartamento con una hermosa sonrisa en su rostro, cierro la puerta detrás de mí y me quedo mirándola, esta noche será especial para ambos, observó que en la sala hay una mesa con una caja de pizza y sonrió, se volvió costumbre comer pizza cada vez que nos vemos.

—¿Siempre pizza?— susurro atrayéndola hacia mi dejando un pequeño beso en su cuello, no sé de donde saque fuerzas para hacer eso.

—Siempre pizza— me asegura ella, nuestras miradas se encuentran y sin perder tiempo unimos nuestros labios en un dulce beso el cual empieza a subir de tono poco a poco, entre beso y beso llegamos a su habitación, al estar dentro cierra la puerta.

Nuestra historia apenas comienza.

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¡Que emoción!

Esta historia a llegado a su fin

¡Tan, tan, tan!

Dentro de pocos minutos subiré el epílogo y luego aclaraciones acerca de esta hermosisisima historia.

¡Los amo!, gracias por llegar hasta aqui, por confiar en mi y dedicarme un ratito de vuestro tiempo.

Una historia con sabor a pizza (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora