Acercamientos

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— ¡Genial! — exclamo y suelto un quejido, acabo de caerme de la cama, me levanto despacio del suelo sintiendo el dolor en mi espalda, hago una mueca y suelto un pequeño quejido, ¿por qué siempre me pasan estas cosas a mí?

Miro el reloj, son las 8:00am. Bien, tengo media hora para bañarme, vestirme, desayunar e irme a la universidad. Ayer después de que Laura se riera un buen rato de mí y se fuera, me quede dormida apenas toque la almohada, realmente estaba cansada y es que como no estarlo con el dia tan pesado que tuve.

Rasco mi cabeza mientras bostezo dirigiéndome al baño, mientras avanzo voy quitándome la ropa, me saco la blusa seguido del brasier tirándolos a un lado, desabrocho mi pantalón mientras sigo caminando y empiezo a bajarlo, a medida que me voy acercando al baño me voy bajando más el pantalón, estando cerca, mis pies se enredan con  la tela mandándome de cara al suelo.

— ¡Maldita sea!— exclamo adolorida, intenté amortiguar el golpe y metí las manos, pero fue en vano, ya que caí con tanta fuerza que me lastime las palmas de las manos, ¡duele como un demonio!

<<Me tienes cansada ya>>.
¡Cállate Marta! ¡Tú no tienes que sufrir los golpes! ¡Yo sí!
<<Llorona>>.

Ignoro a Marta y antes de levantarme del suelo decido quitarme el pantalón de una vez, pensándolo bien si me lo hubiera quitado estando en un solo lugar no me hubiera ido de bruces contra el suelo, pero qué más da.

<<A veces creo que la conciencia tendrías que haber sido tú>>.

Y allí está Marta de nuevo.

<<¡Cuando quieras que aparezca no lo haré!>>.

Ruedo los ojos restándole importancia, luego aparecerá.

Termino de sacarme el pantalón y lo lanzo en la misma dirección en la cual lance las prendas anteriores, no sé dónde están cayendo pero luego las busco.

Ahora sí, me levanto del suelo y entro al baño, me observo en el espejo y sonrió. ¡Estoy hermosa!, pechos medianos, cintura estrecha, caderas anchas y un trasero de infarto, mi rostro adornado por mis grandes ojos negros acompañados de mis tupidas pestañas, mis labios finos y llamativos, ¡realmente soy hermosa!, con una sonrisa me dispongo a entrar a la ducha, ¡hoy será un gran día!, lo presiento.

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¿Recuerdan cuando les dije que sería un gran día? Pues, luego de arreglarme, desayunar y tener todo listo para la universidad, decidí caminar ya que me tomé menos tiempo de lo esperado arreglándome y del apartamento a la universidad son 10 minutos caminando, por si se lo preguntan, Laura entra más tarde a la universidad.

Como venía diciendo, iba caminando bien campante, todo iba genial, ningún accidente, ¡todo perfecto!, hasta que me detuve antes de cruzar la autopista, el semáforo dentro de poco cambiaria a rojo y mejor prevenir que lamentar, con mi suerte de seguro me hubieran arrollado.

Me entretuve mirando a una ancianita que comía maní cuando, ¡bam!, me arrollaron, pero no fue un carro ni mucho menos, ¡sino un estúpido que no se fijó que estaba yo allí! El golpe me mandó de una vez al suelo con el chico ese encima de mí, y ahora estamos aquí.

— ¡Bestia!— exclamo quitándome la maraña de pelo que tengo en la cara y no me permite observar al tonto que sigue encima de mí.

— ¡L-lo siento!— ruedo los ojos, cuando por fin me quito el pelo que me obstruye la vista observo al chico, no me está mirando, su mirada está puesta en algo detrás de él, sigo su mirada y veo a un grupo de chicas reunidas mirándonos y cuchicheando entre sí.

Cuando él vuelve su mirada a mí, y se encuentra con mi mirada llena de furia, noto que toda, pero absolutamente toda la cara la tiene llena de lodo por lo cual es casi imposible verle bien, me doy cuenta que él se sorprende como si me conociera, aunque no creo.

— ¿Vas a quedarte encima de mí siempre?— digo lo más calmada posible.

<< ¿Le estás sintiendo algo?>>.

El comentario de Marta me toma desprevenida y puedo sentir como me arde la cara, él chico de nombre desconocido me observa fijamente, creo que no escuchó mi pregunta anterior ya que sigue encima de mí, y no veo que tenga intención de levantarse.

— ¡Levántate que pesas!— exclamo y de un empujón lo quitó de encima mío, el chico ese no dice nada, ¿será mudo?

<<Serás mensa, si hace unos minutos atrás se estaba disculpando contigo>>.
Oh, cierto, gracias Martita.

Marta no agrega nada más, de reojo miro al chico y veo que empieza a recoger mi mochila y meter las cosas que se salieron, yo hago lo mismo, pero con la de él. Alzo ambas cejas y sonrió al ver los libros que carga, tiene cinco libros de romance, no digo nada y me dedico a meter los libros donde corresponden.

— L-lamento haberte tirado al suelo — sino fuera porque estoy cerca no hubiera podido escucharlo, literalmente fue un susurro casi inaudible.

— No te preocupes, a cualquiera le puede pasar — le doy una sonrisa, ambos estamos arrodillados, las personas que pasan murmuran cosas mirándonos pero al parecer el chico no se ha dado cuenta, respecto a mí no me importa, por mi pueden decir hasta misa.

El primero en levantarse es él, al estar de pie me ofrece su mano la cual acepto, tengo que aceptar que tiene manos suaves, ya una vez estando de pie le paso su mochila y el me pasa la mía.

—Eh...— lo observo, parece que quiere decirme algo — ¿Cómo te llamas? Yo soy Thiago— a pesar de todo el barro que tiene en el rostro y no me deja verlo bien, puedo notar un leve rubor en sus mejillas ¡Qué adorable! Cuando voy a proceder a decirle mi nombre, recuerdo que ya han pasado más de quince minutos en los cuales estoy aquí estancada y que llegaré tarde a la universidad.

—Me encantaría quedarme charlando un poco más contigo, pero... — digo mientras me cuelgo la mochila al hombro — estoy llegando tarde a la universidad... y me llamo Carmen — digo y empiezo a correr rumbo a la universidad.

Una historia con sabor a pizza (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora