Parte II

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Miércoles 13 de diciembre, año 4051.

07:45 hr.

...

Despierta con el peso del brazo de Kacchan sobre su cuerpo, las piernas enredadas bajo el edredón y el inminente calor de emana su cuerpo arrullándole. Izuku le mira, aun adormilado, con una visión de ensueño. Las pestañas tupidas rubias, el ceño que ha perdido las arrugas que lleva la mayor parte del día. El vaho tibio de su respiración golpeando suave contra su rostro.

Sonríe cautivado. 

Es un sueño bonito del que, incluso si despertara, sería la memoria más hermosa de su vida. Dentro del laboratorio, sus días se encontraban sumidos en la monotonía. Hombres con basta blancas observándole, medicamentos, inyecciones, entrevistas. Con la angustia constante de la futura llegada de su ciclo. Con el sentimiento de perdida perenne hacia sus congéneres. Sin un solo indicio de esperanza.

¿Cómo podría imaginar algo que nunca había vivido?

Piensa, que todo dolor pasado ha valido la pena por vivir ese momento. Hoy, ya no es un objeto al que observan y examinan, es una persona que siente. Alguien que puede opinar, que toma decisiones.

Alguien capaz de amar y ser amado.

Así que, si debiera de pasar nuevamente por toda la soledad y dolor que ha sentido en el pasado, por un segundo de esa nueva vida; con gusto lo haría.

—¿Ya despertaste? —pregunta perezoso el mayor.

Izuku se acerca, roza su nariz contra la de él y sus labios, todavía distantes, sienten el aura cálida del otro. La respiración de ambos se entremezcla en caricias ligeras. El corazón avivado retumba bajo su tórax, generando un remezón agradable en su cuerpo. Es increíble que el solo preámbulo de un beso le ponga así. Respira entrecortado, con las emociones cosquillándole los labios y le besa.

Una caricia temblorosa con los ojos cerrados.

Katsuki mueve las manos, recorriéndole por encima de la ropa. Una acción involuntaria que, a ojos de ambos, posee más deseo del que aparenta. Las manos suben y bajan por su espalda, rozan sus caderas, tamborilea sobre sus muslos. Pero nunca sobre pasa el imite de lo que es, solo una caricia. Katsuki ha aprendido a controlarse y eso llena de dicha a Izuku.

Kacchan sí cumple las promesas.

El beso se torna hondo, las lenguas arremeten con fuerza, casi una lucha por conquistar la boca del otro. Aquel primer tímido beso que se dieron a oscuras, rápidamente ha sido reemplazado por esos otros. Profundos, furiosos, húmedos. Besos que, por momentos, le llenan de burbujas internas que hierven su sangre. Calor pegajoso que se arremolina en sus ingles.

No es nada inusual que Katsuki entrelace las piernas con fuerza, restregando su dureza contra las suyas.

La primera vez, fue sorpresivo. Nervios y vergüenza calcinante le recorrió incluso cuando no era él quien se encontraba en esa posición. Sin embargo, los besos tenían un efecto en cadena que empezaban a alborotar su cuerpo y pronto cayó en cuenta que esa dureza no era más que el reflejo al deseo que tenían el uno al otro. La necesidad por tocarse, sentirse cada vez más cerca, enredarse hasta hacerse uno. 

La sangre caliente calcina su lucidez y muerde sus labios matando toda palabra que su lado consciente aun no estaba listo de aceptar. Porque Izuku sabe perfectamente que es lo que quiere, la humedad en su muslos le recalca el anhelo. Prefiere centrar todo su goce en observar a Katsuki disfrutar el momento. Verlo perderse en las sensaciones, con los labios entreabiertos y los ojos apretujados, corrompido por el placer.

Confinamiento [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora