La Shelby.

Parte XI.

Me disculpo por la demora, la verdad tengo la historia bastante armada pero se me ocurrió un giro de la trama que nos dejara con la mente torcida.
Un abrazo y gracias por sus votos y comentarios!
¡¡¡Ya casi llegamos a las mil lecturas!!!

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Alfie Solomons.

La fiesta continuó como si nada hubiera pasado, Arthur y John llegaron una hora después a continuar comiendo y bebiendo.

Valley se había quebrado, había visto en sus ojos el quiebre que le había producido ver a su futura esposa tomar una decisión así, se rompería en mil pedazos, no lo toleraría, estaba seguro Valley no estaba hecho para ese mundo.

– ¿Cuando es el matrimonio de Fifi? – Cuestioné aspirando el habano, la otra hermana de los Shelby me sonrió girándose para observar a Fifi sentada en la barra con una copa de margarita en la mano.

– La próxima semana, el domingo ¿No recibió su invitación? – La observé largamente – ayudé a Fifi a hacer la lista de invitados y usted estaba en ella.

– No, no la recibí, supongo que a su hermoso futuro esposo no le agrada la idea de verme allí – Ada torció una mueca para luego estirar los labios asintiendo con suavidad.

– Es probable – Soltó lanzando un suspiro – le volveré a enviar la invitación, si mi hermana lo quiere ahí, ahí estará – Me guiñó un ojo para luego ofrecer una sonrisa suave.

¿Qué sucedería con la hermosa Fifika?

Thomas apareció en la destilería con el rostro mucho más repuesto de cómo lo había visto las últimas semanas, tenía los pómulos sonrojados, y los ojos azules habían recuperado el brillo que se había perdido luego de la partida de Samira; Shelby entró a la oficina con una sonrisa diminuta quitándose el abrigo para dejarlo sobre el respaldo de la poltrona, tomó asiento.

– Al parecer la luna de miel va excelente ¿no? – Ladeó la cabeza para sonreír más abiertamente y colocarse un cigarrillo en los labios y encenderlo.

– Si bueno, pero tuve que cancelarla para venir aquí, contigo ¿Dime que sucede? ¿Qué es tan importante?

– Las cartas sobre la mesa así de rápido ¿no? – Me incliné en el bergere para observarlo mientras me acomodaba los lentes de lectura – Quiero hablar de tu hermana.

– ¿Fifika? Te tardaste demasiado en querer hablar de ella – Su respuesta me hizo parpadear un par de veces ¿era tan evidente mi atracción por ella? – estuve esperando mucho tiempo que lo hicieras ¿por qué no hablaste antes?

– Por todo lo que sucedió supongo – Solté resoplando.

– Ya es un poco tarde, Alfie, se casará con Valley el domingo.

– No, no lo hará – Thomas entrecerró los ojos reteniendo el humo del cigarrillo dentro de su boca.

– Bien viejo, tienes mi atención.

– Cuando tu hermana dio la orden para que se encargaran del maldito ese, Valley se quebró – Expliqué observándolo, Thomas bajó la mirada.

– Lo sé.

– Henry no va a casarse con ella.

– ¿Crees que va a dejarla?

– Si no lo ha hecho aún, lo hará el día de la boda – Thomas se pasó la mano por el rostro resoplando, el rostro iluminado ahora se veía preocupado.

– ¿Cuál es tu plan, Alfie? – Me encogí de hombros, la verdad no tenía idea de cómo proseguir.

– Lo había visto, me di cuenta ese día, pero no quise verlo realmente, han sido años de mierda.

– Lo sé – Se quedó observandome por un rato, como si quisiera decir algo sin atreverse del todo.

– ¿Ella te gusta?

– Thomas.

– Es mi hermanita, Alfie, quiero saber si te gusta como para casarte con ella o si solo quieres revolcarte con ella un par de noches – Su pregunta me hizo sonreír al ser tan directa.

– Mira Thomas...

Fifika Shelby.

Apreté los ojos tratando de aclarar las ideas en mi mente mientras Henry Valley gesticulaba moviendo los brazos delante de mí, estaba rojo sus ojos estaban desorbitados, y trataba de aflojarse la corbata histericamente.

– ¿Por qué cojones no simplemente lo dices? Henry – Lo interrrumpí haciendo que su mirada azul se posara sobre mi.

– Del otro lado de Birmingham hay media docena de malditos cerdos comiéndose a un hombre.

– Un hombre que mató y quién sabe qué más a mí Samira ¿Qué mierda esperas? ¿Qué le bese la frente y le diga que puede irse a casa con el corazón en paz? – Trate de respirar para no terminar gritando pero la ira creciendo en mi estómago me lo impedía – quiero que sufra, quiero que le duela, quiero que sienta como los malditos puercos le arrancan la carne viva de los huesos, que le desgarren la piel, y le coman las malditas pelotas, quiero que se cague y se mee de dolor.

– Fifika no puedo con esto – Lanzó un suspiro cubriéndose el rostro – ¿Qué seguirá? ¿Crees que Samira querría esto? – me reí, no pude evitarlo.

– No conocías a Sam, ella habría llegado a casa a abrir alguno de sus libros para enviar a las malditas hadas a matarlo, le habría pedido a Arthur y a John que le sacaran las tripas y habría hecho un atrapasueño con ellas.

– Solo, por favor sólo haz que lo saquen de ahí, ponle un tiro en la frente.

– ¡No!

– Entonces no puedo casarme contigo – Sonreí caminando hasta él para quitarme el anillo y
dejarlo sobre la mesa

– Mañana ya no te quiero aquí, Khal, vámonos
– El pequeño cachorro bajó del sillón caminando conmigo hasta las puertas donde me coloqué el abrigo y salí atando la correa al collar del animal.

El taco de mis zapatos sonaba en el asfalto húmedo por la neblina que había ahogado las calles de la noche.

– Khal es un nombre estúpido – Susurré mirando hacia abajo para ver al perro dar pequeños pasitos – cambiaremos tu nombre, ¿Qué crees?

– ¿A dónde vas bonita? – El automóvil se detuvo junto a mi dejándome ver la blanca sonrisa de Isahia – ¿vas con Tommy?

– Si – Se estiró a abrir la puerta para que subiera.

Thomas me observó, no se veía contento, la bata de seda abierta le dejaba ver los tatuajes en el pecho, subí los pies al sillón mientras él se fumaba el cigarrillo con los codos apoyados en las rodillas.

– Maldición – Dijo al fin restregándose el rostro – ¿Qué vas a hacer?

– Había pensando en quedarme en la casona unos días – Expliqué bebiendo del vaso que me había ofrecido – Puedo quedarme en la cabaña del lago.

– No hay problema con que te quedes aquí, la casona es de todos cariño.

– Si, pero Grace y tú se casaron hace poco y no quiero estar molestándolos en su luna de miel. ¿Qué más va a sucederme?

– Vete a la cama, descansa cariño – Me levanté siguiendo su orden para ir a mi habitación.

¿Thomas me tendría lástima?