Capítulo O 5.

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He estado observando a Obito durante mucho tiempo, para saber que ustedes están ocultando algo, pero no tan bien como para ya saberlo. Así, confía en tu amiga, Kakashi. ¡Sé cómo funcionan realmente los sentimientos y su encanto!




La aura melancólica que envolvía a Kakashi, era tanta, que la gente había estado rodeando al niño, mientras caminaba como alma en pena, luego de haber vuelto a la aldea, de una misión corta. A veces las cosas no resultaban como uno quería, y rayos que lo estaba averiguando por las malas. Un genio en cosas de Ninja, un fracaso en el amor.
Soltó un gruñido bajito, pensando en lo cursi qué se había puesto, desde que en su estantería habían libros de poesía también. Durante un tiempo creyó que el género de terror y acción, enfocados en la vida de un ninja, eran la clave para ser mejor. Sin embargo, luego de haber escrito esa carta a Iruka, había añadido algunos libros “empalagosos”, sobre sentimientos y esas cosas.

Pero ahí estaban, como prueba de que él no era ningún Míster Darcy. Y lo que sea que significará ese nombre.

Tan atrapado en su aura de tristeza iba, que ni siquiera estaba escuchando los fuertes gritos que pronunciaban su nombre.

—¡Kakashi! —el gritó cerca de su oído lo hizo voltear, algo aturdido. Al lado, estaba Rin, quién parecía haber tratado de alcanzarlo por bastante tiempo.

La niña suspiró un poco, regulando su respiración. Para luego sonreír. Ambos se habían detenido en la calle, lo suficientemente a una orilla, para no ser interrumpidos. Rin se llevó ambas manos a la cintura, moviendo su cabeza hacia un lado. Casi parecía que su expresión era la de alguien que había o estaba apunto de hacer una travesura.

—¿Ocurre algo? —preguntó rápido.

—Sé que te gusta alguien.

Ante tal mención, Kakashi sintió como sus ojos se abrían más y el mundo parecía detenerse por un segundo. Un sonrojo, que fue cubierto por su mascará consumió su rostro. Sin embargo Rin pudo notar el color rojizo en las orejas pálidas de su amigo. Kakashi realmente se sentía avergonzado por haber sido descubierto, porque si Obito lo sabía, era porque él mismo se lo dijo y si Gai lo sabía, era también porque la evidencia estaba ahí. ¡Pero Rin lo sabía porque sí!

Este era el momento de negarlo todo, fingir demencia, borrarse del mapa. Ya no quería más nocauts en su vida. La mano de su amiga se posó en su hombro.

—No sé de qué estás hablando, Rin. —Ahí esta. Eso, que todo parezca una idea absurda.

—No necesitas mentirme. Te ayudaré, Kakashi. ¡Cómo que me llamo Rin Nohora, haré que tú, logres enamorar a tu persona especial!

Bueno, la paz nunca fue una opción. Además estaba pensando que quizás debió haber pedido ayuda a Rin, en lugar de dejarse consumir por el vacío de la desesperanza.

Con un brillo nuevo en su vida, que no había visto, porque estaba más concentrado en caminar cerca de la sombra. Rin le explico con orgullo cómo podía acercarse a su persona especial. Incluso le dijo que podía usar palabras de algún libro, menos de “Como debe morir un Ninja”, ese libro no estaba en la categoría que podía utilizar. Avanzando con una confianza que creía pérdida, Kakashi se acercó a la academia. Listo para decir piropos.
Acomodado su cuerpo en uno de los muros de la entrada, se cruzó de brazos, Rin escondida detrás de un arbusto alzó ambos pulgares hacia su amigo.

Entonces la hora de la verdad llegó, los niños salieron. Poco a poco se marchaban junto a sus padres. En ese instante, Iruka sostenía unos cuadernos en su mano, mirando distraídamente hacia los lados de la gran puerta. Kakashi vio una pequeña tristeza en sus ojos, que cambio a sorpresa cuando se encontró frente al menor.

—¿Kakashi - San? —preguntó confundido. No le parecía normal ver al muchachito de cabello gris rondando demasiado por ahí. Es que era Kakashi Hatake, un prodigio muy ocupado con cara que solía dar miedo.

—Al principio creía que estaba perdido. —comenzó a decir. — Porque sé que el lugar de los ángeles es el cielo, pero si te vas te echaré demasiado de menos.

Iruka se le quedó mirando, con los ojos muy abiertos. Observó de pies a cabeza, confundido, volteando hacia otro lado su mirada. Listo para volver a casa. Kakashi comenzó a buscar a Rin, ella movió la cabeza hacia un lado
«S I G U E L O». Pudo leer sus labios.  Kakashi asintió rápido, corriendo detrás de Iruka. El menor se detuvo, al verse perseguido.

—¿Por qué sigues a Iruka? —la voz, áspera de una niña. Le hizo detenerse a él también. El plan se estaba deteniendo.

—Solo quería averiguar de qué jardín había salido semejante flor.

—¿He? ¡Me esperan en casa, adiós Kakashi- San! —gritó el menor. Demasiado confundido por la situación.

La niña comenzó a reírse. Causando que el pequeño Hatake alzará una ceja, ¿Qué le parecía tan gracioso? No es divertido burlarse de la gente cuando intenta confesar sus sentimientos. Por muy malo que uno sea en eso.

—¡Suerte en lo que haces! —expresó luego de dejar de reír.

Genial. Ahora tenia público pendiente. Suspiró. Mirando como la pequeña silueta de Iruka desaparecía entre la calle.  Colocando sus manos en los bolsillos, camino hacia el mejor punto que conocía para, poder pensar tranquilamente. Se congelo en su sitio, al momento de llegar y ver cómo Iruka se mantenía sentado en la banca que él usaría. Moviendo sus pies, que aún no tocaban el suelo, Iruka parecía estar contando unas hojas de color rosa que sostenía. Armándose de todo el valor que su pequeño cuerpo podía tener. Y listo para la resignación en caso de que ya no funcionará y correr lentamente lleno de vergüenza, miró fijamente al menor.

—Si fueras un libro, serías mí favorito.

Ante tales palabras, lo único que pudo notar, fue como el viento movía los cabellos de Iruka. Hasta que, lentamente un sonrojo, se extendió por las mejillas morenas del niño. Quien se tocó con ambas manos la carita, demasiado nervioso, sus hojas de cerezo terminaron en el suelo y él, simplemente salió corriendo. Dejando también a un sonrojado Kakashi atrás. ¿Lo logré? Se preguntó, ante la idea de recordar el sonrojo de Iruka.

Con una sonrisa que nadie podría notar, pero con ojitos felices, Kakashi se encamino hacia donde estaba Rin. Mirando a Obito entrenar, a la distancia.

—¿Sabes Rin? Creo que eres realmente buena con los sentimientos. Debería aprender de ti. Gracias. —pesé a su voz neutral, la niña sonrió. Viendo la pequeña reverencia que hacía su amigo.

















N/A: Como que hoy es el cumpleaños de Kakashi, entonces hay que celebrarlo con su primer logro en esta aventura ah. uwu

Gracias por leer 💕


Confesando mí Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora