Capítulo O 7.

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—El Hokage no es solo la persona más fuerte, si no la más sabia. ¿Pero que insertada por ti?





Podía sentir como el viento movía su cabello. El sol poco a poco estaba escondiéndose entre las montañas. Kakashi, acomodo con sumo cuidado las flores frescas que había comprado en la florería más importante de Konoha. Limpio con un paño, la fría cerámica. Suspirando, para finalmente quedar de rodillas, mirando un punto en específico. Humedeció un poco sus labios.

—Hola papá. —comenzó a decir. Sintiendo como el aire se tornaba frío. — Sé que llevo tiempo sin venir. Pero es por una buena causa, lo juro. —se detuvo un instante, cerrando los ojos. — Hay un chico, me gusta mucho, y parece que es mutuo. ¿Lo puedes creer? —preguntó soltando una risita. — Estoy muy contento. Supongo que así te sentías con mamá. Por cierto, si no es demasiado, ¿Pueden cuidarlo a él también? Así como a mí. Por favor. —susurró lo último. El sol, ya había desaparecido, siendo acompañado por el canto de los grillos. — Me tengo que ir. Es tarde. Pero volveré, no se preocupen por mí. Sobre todo tú papá.  Ahora ya no me siento solo. Así que puedes estar en paz.

Kakashi solía sentirse sumamente triste, entonces sus amigos le tendieron la mano. Cada uno a su forma. Y cada uno a su forma, le mostraron que en pelea y en la vida, estarían ahí para apoyarlo. Además había nuevo huequito especial en su corazón para Iruka. Uno, en el que tontamente todos los días, causaba una sonrisa en su rostro. Suerte que llevaba una máscara porque si no, pensarían que era un idiota algo así.

A la mañana siguiente, se acomodo muy bien cada parte de su ropa. Intentando lucir elegante, lo mejor que podía con su clásico conjunto. Y se encamino hacia la oficina Hokage. No había ningún impedimento, se trataba de un pequeño genio. Quien comúnmente siempre podría ser solicitado en la oficina del líder. Solo que está vez, el niño  se autoinvitó por fines, completamente ganadores para él.

El Hokage estaba mirando seriamente al niño, que lo miraba seriamente devuelta. Mirada fija, sin flaquear, el hombre se acomodo mejor en su escritorio.

—¿Qué era lo que necesitabas?

—Que le diga personalmente a la señora y señor Umino, que soy un shinobi excepcional, lleno de muchas virtudes y honor. También que soy un hombre destacable y de muy buena palabra. Sobre todo alguien digno de cuidar a quien ama y su propia familia.

—...— Hiruzen, miró nuevamente a Kakashi, quién tenía el ceño fruncido y una postura casi tiesa. — ¿Por qué haría eso?

—Porque mí deber con Konoha ha sido destacable y es lo mínimo que podría hacer por mí.

Toma esa, Hokage. Pensó el niño, viendo cómo la expresión del hombre cambiaba un poco. Dio media vuelta, dejando al otro con su debate mental solo, estaba en él aceptar la única petición que Kakashi había pedido en toda su corta vida de servicio ninja.

Para sorpresa del niño, cuando tocaron a su puerta esa tarde, no se trataba de ninguno de sus amigos. Si no, del brillante y sonriente Iruka. Kakashi se sentía cohibido. No todos los días el niño que te gusta esta en la puerta de tu casa, sonriendo felizmente por verte.

—Hola. —dijo Iruka. Ahora su felicidad se había transformado en nerviosismo. — Eh. Le dije a mí mamá sobre lo del almuerzo y dijo, que debía agradecerte. Así que, Kakashi - San. ¿Puedes ir a cenar a mí casa hoy?

—Sí.

Iruka se rió. Ante el cambio de actitud. Sin querer, el menor se le quedó mirando más tiempo de lo que se esperaba.

—Entonces te espero. ¿Sabes cómo llegar? ¡A las seis!

Kakashi asintió.

—Sabre como hacerlo. Si es que voy en busca de ti. Cómo tú me has encontrado a mí.

Iruka se le quedó mirando un instante.

— A veces dices cosas tan lindas. —susurró, algo inquieto. — Te estaré esperando. —sonrió nuevamente, con un poco de duda. Se acercó nuevamente para abrazarlo. Quedándose quieto por un instante. — Mí corazón también hace rápido, cuando te veo. —susurró, algo confundido.

Kakashi se quedó suspirando en la puerta de su casa. Pese a que Iruka se había ido, hacia bastante tiempo. Sabía que vestir su mejor ropa, era una buena señal. Con una rapidez que solo usaba al entrenar, corrió hacia el Clan Inuzuka. Había algo que aprendido por su cuenta, debía llevar un regalo a Iruka. ¿Y qué mejor que un perro? Él mismo sabía mucho de perros, además sería como su hijo. Diantres. Ya parecía un hombre adulto muy responsable.

Cuando se encontró frente a la puerta de la casa de Iruka, limpio un poco las pelusas de su camiseta. Dando unos golpes con la mano que tenía desocupada, ya que en la otra cargaba un pequeño cachorro.

Al momento en que la señora Umino abrió la puerta no supo cómo reaccionar, ante el muchachito parado en la entrada, que sostenía un perrito, y le miraba de manera seria.

—Buenas tardes. Debes ser el amiguito de Iruka. —habló. Señalando que entrará. — Siento que te he visto en otro lado. —añadió la mujer algo dudosa.

El niño no supo cómo responder ante eso. Avanzo lentamente por el lugar. Se sentía como si fuera el momento decisivo de una situación muy importante. La mesa estaba a medio poner. Cuando una voz masculina se oyó desde la cocina.

—Sigo sin entender porque el Hokage nos dijo todas esas cosas del hijo de Colmillo Blanco. ¿Sería acaso una manera de presumir al chico? Pero es que. ¿Qué tiene que ver qué sea un hombrecito dispuesto a luchar por amor? ¿Qué significa eso? —terminó de preguntar a su esposa. Llegando al comedor con una jarra de jugo, para mirar al pálido chico en medio del lugar, sosteniendo un perro.

Kakashi era el amiguito de Iruka. Aquel amiguito que le había dado el almuerzo, el que siempre estaba en las palabras de su hijo y aquel que ahora había llegado a su casa como si nada y le miraba tan fijamente.

—Buenas tardes, Umino - San. —saludo cordialmente.

Los fuertes pasos en el segundo piso, hicieron que Kakashi desviará su mirada hacia las escaleras. Donde allí, bajando de prisa, Iruka sonreía y miraba con entusiasmo al otro niño mayor.

—Esto es para ti. —habló Kakashi, entregándole el pequeño perrito. — De mí para ti. Nuestro si quieres.

Ikkaku, miró todo con el ceño fruncido, su esposa, parecía estar procesando todo. Efectivamente el amiguito de Iruka era grande y obviamente parecía muy extraña con coincidieran en la vida que llevaba cada uno.

Antes de que Kakashi pudiera sentarse junto a Iruka, el señor Umino, ocupo su lugar mirándolo seriamente durante toda la cena.

“Un jovencito dispuesto a luchar por amor”. Por un demonio, el mocoso parecía tener referencia del mismo Hokage. Era educado, inteligente y le había dado un perro. Lo odiaba, pero Iruka estaba feliz. Esperaba que solo fueran imaginaciones suyas, porque no estaba listo para ver cómo ese Kakashi se llevaba al niño a su casita con muchos perros. No.

—Me parece un buen chico. —susurró su esposa. Cuando los niños se despidieron. — Creo que le diré a Iruka que lo invite más seguido.













N/A: Este es el capítulo más largo, pero es que me emocioné ú

Confesando mí Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora