No es el mejor día

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Otra vez se cambiaba de escuela. Era la 6ta vez en el año. Pero estaba acostumbrada a esto, porque debido al trabajo de su padre, ella cambiaba constantemente de sitio, país, casa, amigos, todo. Al principio sufrió mucho por dejar tantas amistades y recuerdos, pero con los años se acostumbró. Por eso, cuando llegaba a algún colegio nuevo, ya no se molestaba en buscar amigas y se había vuelto muy seria y antisocial.

Su nombre era Bleed Libélula. Extraño, cierto, pero así era su verdadero singular nombrecito. Tenía una expresión de indiferencia y aburrimiento en su rostro todo el tiempo, y a veces, una mirada de odio.

Esta vez se transfería a la academia Spencer en Inglaterra, más exactamente al condado de Ipswich, que no era muy habitado pero su escuela era una de las mejores, y la mas cercana a la casa de Bleed.

Viajaba en el Grand Marquiz negro, lo conducía su chofer personal.

Iba directo al colegio. Llevaba puesto su uniforme, un vestido azulado con rayas negras con una blusa blanca y botines cafés medio largos, una combinación nada creativa ni atrayente.

Pasaban por un camino lleno de árboles, se podría decir que la carretera estuviera en medio de un bosque. Con sus ojos grises observó el edifico monumental hecho de piedra pulida.

El auto la dejo casi en la entrada de la escuela. Se bajo sin pensarlo mucho, sin nervios, con una cara llena de indiferencia. Al parecer aquí venían muchos riquillos, puesto que tras su auto había unos cinco más.

Camino entre algunos estudiantes que iban llegando o platicaban afuera.

Sujetó su mochila con más fuerza y avanzo hasta entrar a la puerta. Algunos se le quedaban viendo, tal vez sospechaban que era nueva, quien sabe.

Odió tener que dirigirse a alguien para preguntarle donde estaba la Dirección.

—Disculpa, estoy buscando la Dirección. –habló con su voz media ronca, tratando de sonar amable. El chico se dio la vuelta. Era guapo.

—Nadie en su sano juicio busca la Dirección, señorita. –le contesto con media sonrisa el muchacho, más alto que ella.

—Es que soy nueva.

—Oh. Eso cambia las cosas. Está subiendo las escaleras, tomas el pasillo izquierdo y sigues hasta el pasillo derecho en la tercera puerta, entras y es la puerta de vidrio que veas.

Bleed se quedó en silencio, no había comprendido absolutamente nada.

—Gracias. –medio sonrió y dio media vuelta para subir las escaleras cuando notó que el chico iba a un lado de ella.

—Mejor te acompaño. –Sonrió —. No vayas a perderte.

Los pasillos de arriba estaban medio vacíos ya que aún no empezaban las clases y obviamente que los alumnos no querían entrar a sus celdas de tortura.

—¿Y cómo te llamas, amiga? –le pregunto mientras caminaban.

—Bleed Libélula. –contestó de forma un poco seria.

—Yo soy Pogue Parry. –se presentó.

Bleed lo miró de reojo, ella le llegaba por debajo de los hombros, si que estaba hecha una enana debilucha. Él era fuerte, portaba el traje negro como uniforme y su cabello le llegaba a la barbilla, la cual tenía un trazo muy varonil.

—¿Y a qué grado vas?

—A segundo.

—Yo estoy en tercero, creo que me tocara defenderte de los malos. –bromeó y Bleed sonrió sin esfuerzo.

LibélulaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora