Fiesta salvaje

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—¿Tú crees que esto es divertido? ¿Venir aquí a profanar mi lugar? ¿Lo es? –decía una voz lejana en susurro. –No lo...aceptaré.

Bleed se despertó de golpe, jadeando un poco asustada. ¿Que había sido aquella voz irrumpiendo en su sueño?

No le dio más importancia pensando en que tal vez había cenado de más, ya que su padre había hecho spaghetti.

Era el segundo día en que no iba a la escuela, su padre se iba a trabajar y ella se quedaba sola, muy aburrida, tanto que decidió ir a plantar bien esas semillas de calabaza. Fue al garaje a buscar una pala pequeña y salió al patio húmedo.

Cuando se dirigió más o menos a donde había tirado las semillas, éstas ya no estaban, tal vez algún pájaro las había comido o la tormenta fuerte de ayer las había desparramado a otro lugar, se quejó internamente. Si su padre se enteraba la iba a poner a sembrar como cien bolsitas de semillas como castigo, conociéndolo. Se dijo a si misma que si le llegaba a preguntar, simplemente le diría que las calabazas no se habían dado.

De pronto escuchó el ruido de un auto estacionarse por su casa. Seguro a su padre se le había olvidado algo, así que fue a ver.

Antes de llegar por completo al frente, observó una camioneta Hummer gris estacionada frente a su casa, muy lujosa. Enseguida tocaron la puerta principal de su casa.

Sigilosamente ella se metió por la puerta trasera y antes de abrirle a su visita trato de alcanzar el agujerito de la puerta para ver quién era, pero no pudo. Se maldijo internamente y tomó lo primero que encontró a su alcance para defenderse, por si acaso.

Abrió la puerta lentamente y se fijó para ver quién era.

—Hola castigada. –la saludó Reid con una sonrisa pícara, observándola con sus ojos azules.

Bleed soltó un bufido. –¿Qué quieres? –le preguntó con tono fatídico.

—¿Así tratas a tus visitas?

—No lo sé, nunca he tenido una visita en mucho tiempo.

Reid observó que Bleed traía un arreglo de metal en la mano derecha como defensa.

—Baja esa cosa. –la miró extrañado.

Reid no se molestó en pedir permiso para pasar, simplemente lo hizo abriendo más la puerta y se sentó en la sala.

—Pásale. –murmuro Bleed por lo bajo poniendo cara de fastidiada. –¿Y tú que quieres en mi casa? –Cuestionó con una ceja levantada. –Nada bueno, seguro. –susurró sin que la escuchara.

—Es que me acorde de mi amiga Bleed y me dije: oye Reid, la pobre está castigada por tres días, hay que llevarle diversión.

—Mira que compadecido. –sonrió con sarcasmo. –¿Y cuál es tu definición de "diversión"?

—¿No hay nadie en tu casa en todo el día? Esta todo muy silencioso. –observó.

—No, ¿por qué? ¿Vas a tratar de propasarte o qué?

—Lo dices con una calma que creo que quieres que lo haga.

—Yo decía porque no te lo permitiría, soy cinta negra en karate, idiota. –Se levantó y abrió la puerta. –Ahora si me haces el favor de largarte...

—No os apresuréis –habló con acento. –¿Qué tal si vienes conmigo al Nicky's?. –la invitó con la mejor sonrisa pícara que se cargaba.

—¿Qué es eso? ¿Un prostíbulo?

—No –se rio. –Es un lugar de estudios, irá tu amiguito Pogue, Caleb, Sarah... ¿Que dices? Los exámenes están difíciles esta temporada. –fingió una cara de preocupado.

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