Hoy es el principio del final

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Ha conseguido transmutar. –exclamó demasiado calmado.

¿A qué te refieres? –soltó con un toque de pánico en su voz.

Y como si ella hubiera escuchado esa pregunta, Lucy Hale apareció frente a ellos, una Lucy Hale de carne y hueso con una sonrisa torcida en su rostro, mirándolos fijamente.

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Capítulo 9. Hoy es el principio del final

Les sonrió un momento más. Su piel, blancuzca, su rostro y cuerpo del de una niña de unos 13 años, diferente a ella, pero internamente siendo ella; Lucy Hale, la fantasma que había conseguido transmutar, asesinando en el proceso al alma del cuerpo que robo.

Lucy dio un paso adelante y Reid y Bleed uno hacia atrás.

―¿Tienen miedo, amigos? –preguntó rebosante de orgullo por que lo había conseguido.

―Has asesinado a una niña. –Reid la miró con los ojos entrecerrados, mostrándose firme, no le tenía ningún miedo a Lucy después de lo que esa niña le había hecho a Bleed, ahora más bien sentía ganas de abrirle gentilmente las puertas del infierno.

―No puedes demostrarlo. –sonrió convencida.

―¿Por qué estás aquí? –le preguntó Reid enojado.

―Por... Bleed. –Lucy de repente dejo de lado aquella arrogancia y cambio su expresión con seriedad. –Voy a quitarte ese moretón en el pie con la que te he marcado. –se dirigió a la muchacha de pelo negro.

―No te acerques a ella. –la amenazo el rubio. Lucy dio un paso al frente. –No responderé de mis actos si avanzas un poco más, niña.

―Solo le quitare la marca que una vez le hice, eso es todo. Quiero dejarla tranquila, cuando asesine a mi padrastro, me iré de su mundo, probablemente al infierno, realmente no importa. Aun así, no quiero dejar cosas pendientes.

―Lucy, puede que el hombre haya pagado ya por su crimen –interfirió Bleed. –Piénsalo, en su consciencia...

―No lo entiendes. –negó. –Él no tiene consciencia. –rápidamente alzó la mano y Bleed sintió un dolorcito en el pie.

―¡Au! –se quejó la pelinegra y enseguida, Reid la abrazó por el costado, verificando si estaba bien.

―Ya te quité la marca, tu cuerpo ya no será nunca mío. Jamás podré volver a entrar en tu cuerpo –se despidió, corriendo entre la oscuridad de los pasillos del instituto y sus pasos resonaron entre las paredes haciendo eco.

―Estoy bien. –musitó Bleed. –Hay que detenerla, Reid.

Reid no quería involucrarse más ni mucho menos quería que ella lo hiciera, pero, sin embargo, ahí estaba esa mirada suplicante de Bleed que le decía que había que hacer algo.

―Caleb me lo contó. –dijo Bleed de repente. –Tus poderes. –especificó, dejando a Reid totalmente sorprendido, abriendo mucho los ojos.

―¿Tú... lo sabes? –preguntó sin creer lo que estaba pasando. Era la primera vez en su vida que lo dejaban en shock. Bleed solo se limitó a asentir. –Y... ¿tienes miedo? –tenía que preguntar si ella tenía miedo, pues, su expresión del rostro resultaba demasiado tranquila y él no podía creerlo. Reid era el que tenía miedo en ese momento.

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