(...) Sobre tu pecho andarás

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❤ Feliz, por la posibilidad de una segunda parte de Good Omens. ❤

Él no recuerda haberse quedado dormido, pero al parecer así fue

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Él no recuerda haberse quedado dormido, pero al parecer así fue. Con la llegada del alba, Crowley abrió sus ojos y aún adormilado trató de levantar ambos brazos para estirarse... ¡oh, espera! ¡¿Y sus brazos?!

Con asombro, pero aún en su interior conservando la intuición de lo que sucedía, vio el resto de su cuerpo confirmando así lo que ya sospechaba: estaba en su forma serpiente. Bueno, por lo menos ya sabía la causa de los siseos de ayer. Solo eran un anuncio de esta pesadilla.

Bien, quizá mientras dormía se transfiguró inconscientemente, así que, para darle fin al asunto, trató de volver a su forma huma...na, un minuto, no está funcionando.

Lo intentó e intentó una vez más sin obtener resultados.
Si en esta forma tuviera brazos, seguramente ya los estaría utilizando para halarse sus cabellos pelirrojos, si también los conservara.

De cualquier manera, eso tampoco ayudaría y ahora en su forma de serpiente, la cosa se complicaba, incluso para ir a la librería de Aziraphale por ayuda, dirigirse hacia allá en esta forma no facilitaba las cosas, iniciando por transitar así por las calles que provocaría un caos por el pánico de ver una serpiente de tal magnitud, y aunque no le importaba, tampoco deseaba más problemas.

La única opción viable era quizá <<aparecer>> milagrosamente en la librería de Aziraphale. No pudo evitar sentirse demasiado triste al recordar lo anteriormente dicho por su amigo. Es decir, se lo merecía, pero no quita el dolor.

Además, lo dejaba sin opciones, realmente no tenía otros contactos que pudieran ayudarle.

Cerró sus ojos y se quedó en una posición rígida, pensando en lo extraño que era sentir esto. ¿Podría quedarse en ese estado para siempre? Si fuese así, desearía simplemente cumplir como ultima voluntad poder disculparse con Aziraphale.

<< ¿Yo pensé eso? ¿estoy delirando? >> se cuestionaba internamente y felizmente negó, << no, no es un delirio, yo de verdad, de verdad, sería capaz de muchas cosas solo por mi dulce ángel>>.

¿Entonces por qué no lo había hecho antes? Se reprendió así mismo por esperar a estar en esta situación tan complicada para darse cuenta y valor.

"Aziraphale". Susurró en su mente. Lo que no sabe, es que su conexión con cierto angelito, no solo lo mantiene tontamente enamorado, sino que, le permite a Aziraphale presentirle en momentos. Es decir, el ángel había -de alguna manera-, escuchado el llamado de su amigo demonio.

Crowley casi sonríe cuando, una voz familiar se hizo resonar entre los muros de su departamento, una voz cálida, dulce, perfecta.

—Santo Dios —susurró—Querido, ¿estás bien? —Dijo acercándose a la enorme serpiente milenaria tendida en el frío piso. Crowley sonrió mentalmente, se sentía a salvo en manos de Aziraphale.

—Disculpe, el dueño no se encuentra aquí, ¿quién es us...? ¡Ah! ¡Serpiente, serpiente! —los gritos de esa persona timbraron dolorosamente en su cabeza. Sabía quien era, el vecino del piso de abajo, pendiente a todo y todos. Por tanto, se había percatado del descuido de Aziraphale al dejar la puerta semi-abierta.

Que conste que los vecinos entrometidos no eran invento suyo.

Los gritos atrajeron a otros vecinos, que igualmente terminaron por asomarse por la puerta y reaccionar de la misma manera al ver aquella gigantesca serpiente.

—¡Sabía que ese tipo era extraño!

—Yo solo creía que era gay.

Fue de lo poco que alcazaba a oír.

—Estuvimos en peligro todo este tiempo. ¡Es una serpiente enorme!, bien podría tragarnos.

"Iug, no". Pensó Crowley al escuchar aquello.

Mientras tanto, Aziraphale sonrió amable y se dirigió con las personas.

—No hay peligro, créanme, ya está...domesticada —se acercó directamente hacia la puerta y comenzó a cerrarla— ahora, si me disculpan, agradecería un poco de privacidad, gracias.

Pero el más terco de ellos, trabó la puerta con el pie.

—Pero usted no es el dueño, no sé ni como logró entrar al edificio, aquí tenemos reglas estrictas para visitantes.

—Oh, el dueño es mi amigo, él está ocupado y me dio sus llaves para venir a cuidar a su...animal de compañía.

—Sí, pero...

—Pero, ahora mismo usted también está en un piso ajeno —Aziraphale no quería perder más tiempo, sabía que lo de Crowley podía ser grave si el demonio lo había llamado tan de repente, así que sin más remedio utilizó un <<milagro>> para que se alejara aquel sujeto molesto.

—Oh, claro —dijo <<mágicamente>> convencido—soy el vecino del departamento de abajo, siéntase en confianza de recurrir a mi para lo que necesite, nos vemos, adiós.

Aziraphale cerró la puerta rápidamente y así de rápido corrió con su querido amigo.

Consideró más fácil hacer otro <<milagro>> y llevarse a la serpiente a la librería, ahí podría atenderle adecuadamente.

—Mi querido muchacho, ¿qué te sucede? —dijo preocupado.

Por supuesto algo estaba mal, es decir, ¿por qué estaba convertido en aquella serpiente milenaria? Antes de cualquier respuesta, hizo caso a sus pensamientos y con un divino milagro llegaron a la librería, donde comenzó a buscar respuestas, claro, después de darle atención a Crowley y cobijarlo bien, aunque tuvo que usar varias mantas para cubrir metros de ese cuerpo escamoso.

Buscó en libros, como era de esperarse y afortunadamente tenía algunos sobre biología de serpientes, donde encontró algo que sonaba posible, al recordar los actos <<mal educados>> de su amigo.

—¿En celo? —dijo sorprendido. Y todo llegó a él como una revelación, ¡Oh por el buen señor! ¿Crowley en celo?

Su mente daba vueltas y vueltas ante esa idea. ¿Sería posible tal cosa?

Pero, aun después de tantos siglos Crowley jamás había pasado por una etapa así tan de repente, hasta donde él sabía. Algo debió <<detonarlo>>, se dijo internamente, dispuesto a encontrar las razones.

—Creo que primero debemos enfocarnos en que estés bien, después vemos cómo solucionar lo demás —dijo con tristeza, porque, claro que le dolía ver a su amigo así.

—Creo que primero debemos enfocarnos en que estés bien, después vemos cómo solucionar lo demás —dijo con tristeza, porque, claro que le dolía ver a su amigo así

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🍎 El castigo de la serpienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora