...Y enemistad pondré entre ti y la mujer

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Era una ecuación fácil: demonio enamorado + sentimientos reprimidos = liberación en forma de reptil

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Era una ecuación fácil: demonio enamorado + sentimientos reprimidos = liberación en forma de reptil.

Dicho de otra manera, los sentimientos no correspondidos ya son por si mismos "lastimeros"; los sentimientos no correspondidos de casi 6000 años residiendo dentro de un demonio-serpiente-milenario, bueno, la única liberación que encontró su forma física para excarcelar sus sentires fue sacando su lado serpiente -y que su naturaleza se ocupara de ello-.

Son como las lágrimas, de ellas se ha descubierto que son un regulador natural del estado de ánimo, por eso una persona se siente mucho mejor después de llorar. En tal sentido, las lágrimas de Crowley, es su lado serpiente.

Por otro lado, Aziraphale (que también tiene sentimientos amorosos para su querido demonio), tiene dentro un miedo profundo, aquel que le martiriza con la idea de ver a Crowley sufriendo, siendo castigado por su propio bando, o el de arriba, o ambos.

Cuando sus bandos se enteraron de sus trabajos en la tierra estando juntos, por poco los matan, de no ser por su ingenio y el de la maravillosa Agnes (que de alguna manera había predicho tal suceso), ellos no estarían en este plano. El problema es que, Aziraphale considera que después de lo sucedido, ya no se arriesgarían a tomar las mismas medidas (eso del agua bendita y fuego infernal)  y tomarían otras más peligrosas. 

Aziraphale pensaba que su propio bando lo haría caer (lo harían un ángel caído), pero hasta cierto punto no se acababa su historia ahí, es decir, Crowley era bastante bueno para ser un demonio, por lo que podía tomar su ejemplo y hacer de su vida algo similar. En cambio Crowley, siendo un demonio no puede volver a caer, si un demonio es "desterrado", no cree que haya un segundo infierno a dónde ir, y teme por eso.

¿Y qué se necesita para dejar todo miedo atrás? Cada ser y persona es distinta, pero hay algo que casi nunca falla y que se resume en una frase trillada: "Nadie sabe lo que tiene, hasta que lo ve perdido".

Aziraphale sintió cada palabra de ello, cuando vio a Crowley entrar al local de las "costureras", que bien sabía no trabajaban exactamente con aguja e hilo, o eso le habían dicho.

Aunque no le gustara admitirlo, después de ver a Crowley entrar en aquel lugar, se había dedicado a estar al pendiente de la ventana de su librería y enfocar su visión al local de costureras. Después de unas horas, ve a Crowley salir de ahí. Su corazón da un vuelco y se prepara para su visita, pues sería muy ilógico -e improbable- que su querido demonio no diera visita a la librería estando a pasos de ahí.

Pero fuera de toda expectativa por parte del ángel, Crowley no fue esta vez a la librería, en cambio solo subió a su Bentley y arrancó hacia quien sabe donde. Aziraphale se sintió extraño, con un malestar que se hacía profundo en el área del pecho y que se anidaba en su estómago.

Al día siguiente todo se repitió: Crowley, local de las costureras, ignora la librería, se va, mucho malestar.

Lo mismo al siguiente y al siguiente, hasta que se hicieron 8 días de sentimientos encontrados.Para el noveno día, Aziraphale estaba ya más que dispuesto a visitar a las costureras en cuanto Crowley llegara. Había ensayado una excusa que en su perspectiva parecía buena, en caso de que las damas preguntaran (que así sería) por su presencia en el lugar.

🍎 El castigo de la serpienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora