Maldita serás entre todas las bestias...

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Espero que les guste. Gracias por leer.

 No, por supuesto que Crowley no pasó la noche entera y parte de la mañana pensando en lo que hizo, ni tratando de suprimir su culpabilidad, mucho menos ideando algo que pudiera darle la comprensión de Aziraphale

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No, por supuesto que Crowley no pasó la noche entera y parte de la mañana pensando en lo que hizo, ni tratando de suprimir su culpabilidad, mucho menos ideando algo que pudiera darle la comprensión de Aziraphale. Por supuesto que no.

Él estaba camino a la librería que ya bien conocía de memoria, con una orden de postres dulces (regalos para el ángel, claro) y la forma correcta (y muy ensayada) de decirle lo que ocurría. Estaba dispuesto a decirle abiertamente todos sus sentimientos, no había otra manera, el enojo y decepción de Aziraphale hacia su persona le quemaban y, por tanto, no era opción conservarlos.

Iba a pie, porque, de todo lo ocurrido ayer, prefirió irse rápidamente incluso si eso significaba dejar su precioso Bentley estacionado frente a la librería. Por lo menos su descuido podría servir de excusa para volver a visitar a Aziraphale. 

Tuvo que hacer uso de un milagrito demoníaco para <<aparecer>> en un lugar cercano, acto que de hecho le costó mucho, le cansó al finalizar.  Eso era un mal presagio, sabía lo que se aproximaba. 

Las ganas de ver a Aziraphale de nuevo le desplazaron esa sensación de cansancio. Ansiaba decirle que confiara en él, que jamás le haría daño y sobre todo, que le amaba, con demasía, pero sin llegar a la locura, de una manera sana, pero poderosa, lo suficiente para dejar su Bentley. Y lo de ayer, una acción estúpida de su parte que sinceramente ni él entendía del todo. 

Esperaba que el ángel reaccionara bien, porque honestamente no sabría qué hacer.

—¿Ha pensado en pedir perdón? —La voz femenina lo obligó a concentrarse en el folleto de temática religiosa que le estaba ofreciendo la misma. Lo analizó, pero sin tomarlo realmente, dejando a la mujer con el brazo estirado —¿No quiere ser perdonado? —Volvió a insistir.

No, graciasss —dijo, pasando de largo a la chica e ignorando el repentino siseo. 

Aunque se quedó pensando. En primera, porque aquel gracias había sonado con un siseo no autorizado, lo que intuía que era el signo de la presencia de su "otro lado", pero, ¿por qué? Él no lo había "invocado". En segunda, ¿pedir perdón? ¿Podría...?

¡No! Él era un demonio ¡Por Di...! ¡Por Sat...! ¡Por quién sea!

<<Perdón>>, <<lo siento>>, no eran exactamente palabras que alguna vez haya usado, ni para redimirse con la mismísima todopoderosa.

Oh, pero por Aziraphale...

¡No, no! Hasta se sentía extraño de solo pensarlo, nunca lo haría, ¿o sí? No, no, nunca.

Debatiendo internamente, llegó a la librería, quedó frente a la puerta y se sorprendió así mismo por sentirse nervioso, no tanto como para hacer temblar sus piernas o manos, pero la sensación estaba ahí. Al final, solo abrió la puerta, así sin más, sin invitación, como si fuera de su propiedad, así como muchas veces antes ya lo había hecho.

🍎 El castigo de la serpienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora