Epílogo

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—¡Jungkook, ya está aquí!

Al escuchar la voz de mí madre rápidamente salgo de la habitación, casi corriendo hacia la puerta principal. Del otro lado está el ahora castaño chico, a quien recibo con una sonrisa inmensa.

—Te extrañé —Lo apretó en un abrazo que me devuelve igual o mas fuerte.

—Fue solo una semana Kookie

—Aun así, me hiciste mucha falta —Dándole un apretón final lo alejo un poco, para por fin probar sus labios.

El beso es lento, tranquilo y tierno. Nos quedamos ahí justo en la entrada de mí casa con la puerta abierta, a pesar del frio clima no siento incomodidad. Un fuerte carraspeo nos trae de vuelta a la realidad. Nos separamos rápidamente, mi madre nos mira divertida.

—Es bueno verte Taehyung —Saluda.

—Gracias señora Mikyung, estoy feliz de volver —Mi novio se sonroja y sin poder evitarlo lo atraigo hacia mí, apretujándolo nuevamente en un abrazo. Se me hace supremamente tierno que él aun sea tan tímido con mi madre.

—Compré esto cuando salí del trabajo, Jungkook me contó que te quedarías a dormir así que supuse que querrían comida —Después de separarnos, nos tiende una bolsa donde se puede ver claramente que son hamburguesas.

Se las arrebato.

—Wow mamá, esto es nuevo, ¡Gracias! —Alargo la última letra y dejo un sonoro beso en su mejilla.

Tomo a Tae de la mano y lo llevo hacia mi habitación, apenas y puede terminar de agradecerle a mi madre cuando nos perdemos en el pasillo.

Tenia una semana, casi más, sin verlo, había ido con su familia a unas pequeñas vacaciones celebrando el aniversario de casados de sus padres. Cuando nuestros novios se fueron Jimin y yo nos la pasamos con adolescentes deprimidos, unos dramáticos.

Extrañamente las cosas resultaron muy diferentes a como pensé que serían. Cuando tomamos la decisión de distanciarnos Jimin y yo dejamos de pasar tiempo juntos en la universidad, por tal razón mi compañía era siempre Taehyung y la de Jimin su querido novio, junto a Moonbyul de quien se habían hecho extrañamente bastante unidos.

Las cosas entre Tae y yo no se pusieron incomodas, por el contrario, luego de su confesión nos hicimos mas amigos, sin quererlo se formó una rutina en la que cada domingo lo pasábamos juntos, cuando no estábamos viendo series todo el día en la oscuridad de mi habitación, yo iba a su casa y lo ayudaba con sus trabajos, que eran bastante difíciles.

Luego de tres meses sin realmente pasar tiempo con Jimin, le pedí que me acompañara a ver la última película de los vengadores, el estreno mundial que tenia a todo el mundo de cabeza, incluyéndonos. Cuando el día llegó, la vimos y salimos de ese cine tan devastados como todas las demás personas, pero cuando llegó la hora de despedirnos y vi a Jimin llorando me sentí una persona horrible por habernos alejado. Sé que él entiende por qué lo hice y él mismo me lo dijo, aun así, la sensación de malestar no se fue durante un tiempo.

No es que le haya hecho la ley del hielo, y que no le dirigiera ni siquiera la mirada, no seria capaz de hacerle eso nunca, solo que los días eran solo saludos a distancia y muy pocas veces, realmente muy pocas veces comidas juntos en la cafetería. Mi modo de estar al tanto de su vida era Tae, quien le preguntaba a su hermano.

El tiempo que pasaba con mi peligris favorito se hacia mas constante y no pude evitar cada día admirarlo, cada cosa que hacía, la pasión con la que realizaba sus trabajos, lo perezoso que se volvía cuando llegaba la noche del domingo y tenia que volver a su casa, dejando la comodidad de mi cama, lo mucho que le gustaba hablar durante las películas, e incluso su obsesión a comer maní con ajonjolí.

No te quiero, Te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora