Epílogo

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I. Solo no más

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—Lo sé –le dije a Nanao convencido de mí mismo –Sé que Rukia nunca existió, que solo fue un invento de mi imaginación, consecuencia de la esquizofrenia y doble personalidad que padezco.

—Me alegra que por fin lo aceptes, Ichigo –sonrió la pelinegra, apretando los labios como para contener algún llanto que quisiese venir y es que a Nanao-san no le gustaba que la vieran frágil. Además, estaba frente a mí y tenía que mantenerse firme porque se supone que yo necesito que personas bien plantadas en la realidad y de carácter seguro cuiden de mí, personas como Nanao misma. Su esposo Shunsui es más bien del tipo que le gusta jugar y es bastante divertido, pero se pone serio cuando la situación lo amerita –Sé que es difícil tener que decirlo en voz alta después de las tantas veces que te negaste a reconocerlo, pero así estarás mejor, Ichigo.

Tuve que aceptar que Rukia no existe, que todos nuestros días de detectives y sus infantiles disfraces no eran más que el deseo de no querer estar solo. Tuve que aceptarlo... pero... no es lo que en realidad pienso.

Verán. Le conté todo a Nanao, absolutamente todo. Los primeros días ella estaba consternada por mis pláticas, le decía que era verdad, que Rukia estuvo conmigo todas esas semanas. Semanas. Ni siquiera me di cuenta de lo poco que habíamos convivido esa demonio y yo. Bien, no quiero desviarme, decía que Nanao; como mi psicóloga personal y tutora legal, estaba muy preocupada por mí. Me dijo que seguramente todo aquello lo había creado mi mente, como un mecanismo de autoprotección, para negar que yo hice aquello y para no estar solo. Lo repitió muchas veces y me aumentó la dosis de medicamentos.

La cosa se puso seria cuando Shunsui habló conmigo y me di cuenta de que él también estaba preocupado. Así que lo acepté frente a ellos. Acepté que Rukia solo había sido un producto de mi perturbada imaginación. ¡Pero yo sé que no!

Yo sé que ella es real. Que está en alguna parte. Sé que es real por muchas razones, porque fue ella quien mandó a Urahara al hospital, la policía demonio; la que parecía un gato con sus ojos dorados, ella también apareció, y Loly también era real, lo sé por los alumnos de mi preparatoria. Con mi ex–compañera de preparatoria Orihime también puedo comprobarlo porque ella tenía un demonio bajo contrato. Hay muchas formas de asegurarme a mí mismo que Rukia fue real, hay muchas maneras de demostrarlo. Pero no se puede comprobar algo a alguien que nunca ha visto el mundo real, es difícil querer mostrarles algo a unas personas que no creen.

—Bien, vamos a cenar –finalizó Nanao. De cenar Shunsui había preparado mi platillo favorito; mentaiko karashi. Eso me animó un poco.

La mesa cuadrada tenía cuatro sillas pero solo se ocupaban tres. Sin embargo muy pronto la mesa cuadrada se llenaría. La semana pasada Nanao confesó con felicidad a Kyoraku-san y a mí que tenía dos meses de embarazo. Aquello terminó de alegrar la casa, según Nanao, pues como ella decía "ahora tendré dos hijos". Cenábamos mientras Kyoraku-san nos platicaba sus aventuras en la universidad que trabajaba como maestro.

— ¿Y luego qué le dijiste a esa chica? –Nanao entrecerró sus ojos mirando a Kyoraku muy fríamente.

—Oye, estoy casado contigo, mujer, ¿qué crees que le dije? –rió ligeramente –Que tenía que pasar la materia por méritos propios. Oh, por cierto, Ichigo, estuve hablando con el director, si te sientes bien puedes iniciar tus clases cuando quieras. El director me dijo que no hay problema. Tus buenas calificaciones de preparatoria han sido una buena recomendación.

Shards of meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora