Yo, Kurosaki Ichigo, descendiente de un rey sobrenatural, simplemente imposible.
Yo tengo recuerdos. Recuerdos humanos con mi familia, recuerdo incluso la primera vez que vi a mis hermanas gemelas de bebés, el rostro de mamá... es imposible. Debieron equivocarse de sujeto. Estaba comenzando a frustrarme. Ir en busca de un rey por venganza era tan irreal como un cuento de hadas. Pero... Rukia existía, Nnoitra existió, Urahara-san también existía, todos ellos demonios, así que la posibilidad de que un rey que gobierna a todos ellos debe existir, porque si no existiera entonces como demonios que eran se devorarían entre sí. Diablos. Más problemas. Sentía que mi cabeza iba a explotar.
Unohana me miró con sus penetrantes ojos pequeños. Ahora estaba a su merced.
Yo no tenía más fuerzas, las había gastado todas en Nnoitra. La herida en mi costado estaba doliendo como un infierno, la sangre salía con velocidad, mis dos manos que usaba como torniquete estaban empapadas de carmín y la visión por momentos se me volvía borrosa, lo que me decía que estaba perdiendo sangre considerablemente como para poder quedar inconsciente y no quería eso, si así fuera solo le facilitaría el trabajo a Unohana.
Ella sonrió levemente, entornando su mirada en mí.
Por un momento desde donde yo estaba tirado, vi que Retsu estaba en su lugar y al siguiente segundo la tenía justo frente a mí, hincada, nuestros rostros estaban separados por poco menos de cinco centímetros. Observé su mirada con alerta, sus ojos estaban llenos de ferocidad y crueldad como si no temieran a hacer nada, absolutamente nada.
— ¿Tienes miedo, Kurosaki Ichigo? ¿Tienes miedo de enfrentar la realidad? –me dijo Unohana.
Mi vista se volvió borrosa, ella seguía hablándome pero yo no la escuchaba. Me había quedado sordo, no escuchaba nada, ni el viento, ni la voz de la mujer que tenía enfrente. Antes de preguntarme qué estaba pasando, mi vista se nubló, todo se volvió negro.
Pero antes de perder el conocimiento mi subconsciente alcanzó a responderle a Unohana Retsu.
Sí, tengo miedo. Mi realidad es algo que intento no aceptar.
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— Ah, qué bueno que viniste, él ha estado diciendo tu nombre –escuché a un hombre hablar. Pero solo escuché su voz, no hay más ruido, al parecer estamos en una habitación. Intenté abrir los ojos pero no pude, mis parpados se sienten demasiado pesados. Mi cuerpo pesa una tonelada, y mi costado arde un poco.
Escuché unos pasos delicados caminar cerca de mí.
— La doctora dijo que estará bien –informó el hombre. Creo que es Urahara-san pero no estoy muy seguro, el cansancio embotaba mis sentidos.
De repente escuché la puerta abrirse rápidamente.
— ¿Quiénes son ustedes? –interrogó una mujer con voz aprensiva. Esa voz no puede pertenecer a alguien más que a Nanao-san.
— Hola, madam, yo soy Urahara Kisuke, amigo de Isshin, y ella es amiga de Ichigo, van al colegio juntos.
— Ah, entiendo, mucho gusto, soy Ise Nanao, psicóloga personal de Ichigo. No se preocupen, a partir de aquí mi esposo y yo podemos hacernos cargo de Ichigo.
Nanao-san siempre consiguiendo sus fines de una manera educada y sutilmente mandona.
Al parecer Urahara-san y la otra persona que estaba aquí; que me puedo jurar que era Rukia, se fueron, pues la puerta se cerró después justo cuando había podido abrir los ojos a duras penas.
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Shards of me
ParanormalOscuridad, venganza, soledad, obsesión. Todo eso guía mi corazón ahora. Sin quererlo, provoqué su presencia. Maid, santa, súcubo... esa chica demonio puede asumir tantas personalidades con tal de que yo acepte su contrato. ¿Aceptaré? ¿Le daré mi alm...