Esa chica súcubo

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"Si los hombres mantienen la esperanza,

es porque son incapaces de mirar a la muerte a los ojos"

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Cuando iba por el último bocado del desayuno, volví mi rostro hacia esa chica que había aparecido de repente en la cocina, donde mi hermana Yuzu solía cocinar de todo, pero esa chica demonio ya no estaba. Parpadeé un par de veces y miré a todas partes, pero ella simplemente había desaparecido. Subí a mi cuarto, busqué allí también, incluso en el armario, pero todo estaba normal, como debería de estar.

Vaya, estoy volviéndome loco. ¿Qué había pasado? ¿Por qué había visto a ese demonio en mi propia casa? ¿Acaso la había imaginado? ¿Era una jugarreta de mi imaginación?

Tendría que platicar de esto con mi psiquiatra. Lo que sugiere posiblemente más regresiones; que lo único que hacen es empeorar las cosas, seguramente me incrementará el medicamento que me hace sentir un maldito zombie, por cierto, no me había tomado la medicación desde ayer. Supongo que debería tomarla si voy a ir de nuevo a la preparatoria... lo pensé por un momento, no quiero parecer un maldito zombie frente a mis amigos, mejor me voy así como estoy. Solo me lavé los dientes, tomé mi mochila y salí de mi casa, cerrándola con llave.

Mientras caminaba me di cuenta de que la gente se me quedaba mirando, más los hombres que las mujeres. ¿Qué demonios estaba pasando? ¿Por qué me observaban?

— Creo que este atuendo llama mucho la atención –se quejó una voz femenina a un lado mío. Volví el rostro a mi derecha y ¡ahí estaba esa tipa! ¡Vestida de...! ¡No sé! – ¿Te gusta mi disfraz, Kurosaki-san? –Me preguntó con una fastidiosa voz melosa – Soy una súcubo, supuse que este atuendo te agradaría lo suficiente como para que aceptes firmar el contrato –me guiñó un ojo provocativamente.

Yo estaba histérico, la veía con pánico, como si ella fuese algún fantasma en medio de la noche, aunque en realidad era de día, pero ustedes me entienden.

Tenía puesto un cortísimo vestido rosa que le llegaba casi al término de los glúteos... bien, no debería ver eso, y usaba unos guantes largos hasta la mitad del antebrazo, unas botas altas igualmente rosas y tenía detrás de ella una fina cola que terminaba en forma de corazón, además en su cabello negro y corto había un par de cuernillos amarillos asomándose y llevaba unas alas de demonio detrás de sus finos hombros. Pero lo que más llamaba la atención de ella no era su atuendo sino que llevaba un tridente plateado más alto que ella que tenía la forma de un corazón invertido.

— ¡¿Q... Qué te crees vistiendo así a un lado mío?! –grité, histérico, dando un par de pasos lejos de ella. Los transeúntes se nos quedaron viendo y en ese instante caí en la cuenta de algo que no había notado. Los demás podían verla – Hey, ¿pueden verte? ¿Eres alguien real? –la observé con suma duda.

— Eres un tonto. Claro que pueden verme, claro que soy real –frunció el ceño, cruzándose de brazos.

Me quedé mudo. Petrificado. No entendía nada. Esa chica súcubo había aparecido de repente en la noche y en la mañana y así como llegó, desapareció sin más y de repente aparece otra vez. Y la gente puede verla. ¿Cómo es eso posible?

— No eres una alucinación –caí en la cuenta.

— Vaya, hasta que te oigo decir algo coherente –me sonrió de medio lado –Andando, Ichigo –empezó a caminar ella –O llegaras tarde a tu primer clase.

— Un momento –la detuve del brazo, era sumamente delgado y suave, al darme cuenta de que la estaba tocando, la solté inmediatamente como si el contacto me quemara –No vas a ir conmigo a mi instituto. Y no está a discusión –le aclaré con el ceño fruncido.

Shards of meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora