La tierra próspera y sana se regocija ante la población. Árboles nacen. Semillas emergen para transformarse en flores silvestres. Grandes nubes de luces estrelladas permanecen en la atmósfera adornando cada rincón del paisaje.
Un cielo incandescente está a un costado de nosotros. Se aprecian ángeles y faunas prodigiosas. Posee un panorama único y sobrenatural. Una luz potente alberga al Valle de Zeirber con su armoniosa intensidad.
Al otro lado se aprecia el Inframundo. Dividido por la tierra. Fuego y humo se visualiza en cada rincón de él. Emerge una frialdad e insole sinigual. Rodeada de crestas puntiagudas por la seguridad y oscuridad brotando de ello. Ningún mortal se acerca. El único acceso a él es el tártaro predilecto. Profundo sendero de agonía y pestes abismales rondan por doquier.
Kael llegó al valle una mañana lluviosa. La rutina aburrida y repetitiva de siempre permanecía en constante melancolía.
La llegada de Kael llamó la atención de todos. Poseía poco cabello. Sus cejas escasamente se reflejaban en su rostro. Sus rasgos huesudos le imprimían un aspecto cadavérico y pálido. Una sonrisa retorcida adornaba su semblante.
Sostenía un tono de voz grave. Más gruesa de lo normal. Una mezcla de habla con ronquido. Los jóvenes y niños lo admiraban desde lejos. Le temían, y él lo sabía.
Los demás solo se disponían a comentar su aspecto raro e inusual.
No llevaba maletas, objetos, algún artículo personal, nada. Había llegado sin nada en sus manos.
Optó por hospedarse en la posada Santa Marcia. Los habitantes del Valle se encontraban atentos a cada uno de sus movimientos.
¿De dónde venía aquella aberración?
Días antes de la llegada de Kael, el pueblo había sido sacudido por el hallazgo del jardinero Caster, desangrado a orillas del río. El cadáver poseía los ojos abiertos y una sonrisa inquietante.
Otro suceso importante ocurrió en el Valle Zeirber.
Sorpresas y dilemas no carecían.
Hamnes. Sus rasgos femeninos eran tan delicados como una flor, su cabello color castaño claro desprendía destellos de luz, su bello rostro emanaba riqueza y pureza, su trato melifluo desprendía amabilidad, perfumado en forma suave, voz limpia y esclarecida, su piel suave, cremosa y aterciopelaba. Un Dios en perfecto pudor y armonía.
Tan solo captar su belleza, quedabas hipnotizada y amoldada a su encanto.
Kael sostuvo su fiel atención en él. Algo produjo una sensación de inquietud y disgusto.
La singularidad y disimilitud de ambos era muy evidente.
Uno se manifestaba como el Dios presentándose cordialmente en la tierra, abundando en ella alegría y prosperidad a su entorno. Otro emanaba oscuridad y profundo miedo a su mínimo contacto.
Las apariencias engañan.
Los ángeles malignos profanaban la tierra con vigor. Su destreza para embellecer y atraer era su mayor virtud. Entraban al mundo de Dios y escapaban al mundo del poderoso Lucifer.
En cambio, los demonios optaban por perseguir otro camino. Hartos de su pesadumbre, su miseria y pesadez, se otorgan una oportunidad para imponer el bien en la tierra y así entrar con misericordia al mundo de luminosidad.
El aspecto otorga, las creencias y habilidades sospechan.
Ellos serían un antes y después.
La similitud entre ellos no era una opción.
Ambos tenían un objetivo en común.
La devastación.
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Así En El Infierno Como En La Tierra
FantasíaKael. Llegada de demonio al valle Zeirber. Hamnes. Figura y semejanza de un Dios prosperando armonía. Su esencia y exterior disminuye a medida del tiempo. Ambos tiene una misión en común. La destrucción recíproca de ambos mundos. #Desafíate2020...