Regla número siete.

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"Seguramente ahora debes estar preguntándote por qué las reglas son importantes y por qué tú y yo hemos de seguirlas al pie de la letra. Sé que debes pensar que las reglas no te dejan ser libre pero recuerda que el monarca del reino debe ser responsable y cuidadoso porque no es solo su vida la que será afectada por cada una de sus decisiones. Las reglas marcan un camino, nos dan muestra de la sabiduría de nuestros ancestros porque seguimos las mismas reglas que ellos siguieron. Si ellos las respetaron, tú y yo también podemos hacerlo. Nuestra libertad está dentro de nuestro corazón. Nuestra libertad es saber que nuestro reino sigue siendo próspero y pacífico porque estamos gobernando de acuerdo al decreto que nos ha unido."

Del Manual del Perfecto Príncipe, una guía por Tine Teepakorn.

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TINE

El sol de la mañana se cuela por los enormes ventanales de la biblioteca de cristal de colores del palacio. A esta hora no hay nadie más aquí que el Príncipe y yo. Sarawat lee atentamente un resumen de los varios tratados de comercio que se discutirán mañana en la primera reunión del parlamento a la que asistiremos los dos. Aunque ahora mismo ninguno de los dos tendrá voto dentro de las decisiones que tomen el rey Talay y su Consejera Real, sí tendremos voz y sé que es importante que ambos demos muestra de nuestra inteligencia y de nuestra disposición a participar. Es lo que se espera de nosotros y antes me ha dado gusto notar que mi Príncipe se tomó en serio su educación en la Universidad Real porque sus preguntas y comentarios me dejan ver que es un experto en varios de los temas que discutiremos mañana.

Sin que pueda evitarlo, mis ojos se levantan del libro de cuentas que he estado mirando durante los últimos cinco minutos sin poder pasar más allá del primer párrafo y mi mirada se posa sobre el rostro concentrado y sereno de Sarawat. La luz que se cuela por los vitrales coloridos los cuales están decorados con escenas de nuestra historia, se refleja en su piel y no puedo evitar sonreír al pensar que hay un arcoíris en sus mejillas. Reprimo el suspiro que pugna por escapar de mis labios. A pesar de que la noche del baile él me pareció el hombre más guapo del mundo mientras usaba su traje oscuro y su corona de platino, creo que justo ahora es más hermoso todavía.

Sus ojos no están mirándome, sé que él está completamente concentrado así que me siento libre de poder mirarlo sin que a nadie le moleste. Sus labios están entreabiertos y de cuando en cuando, susurran palabras que le parecen importantes o asiente en silencio como si hubiera entendido algo importante antes de pasar a la página siguiente. Sus pupilas siguen la lectura y no puedo evitar desear que mis dedos pudieran acariciar esos haces de luz colorida dibujados en su piel.

Siento que mis mejillas se sonrojan de forma terrible ante ese pensamiento y cierro los ojos antes de volverlos de nuevo a la hoja de mi libro que está llena de números que no tienen sentido. Dejo que el aire contenido en mis pulmones salga despacio y en silencio entre mis labios. Quisiera poder reprimir este tipo de pensamientos y desaparecer de mi estómago y de mi pecho todas las mariposas que la existencia y la cercanía de Sarawat parecen crear para mí pero no puedo y todo se ha vuelto peor y más intenso desde la noche del baile.

Sabiendo que no podré concentrarme en las matemáticas del reino, dejo que mi mente vague alegremente hacia aquella noche. Ni siquiera tengo que esforzarme para poder volver a escuchar las notas del primer vals que Sarawat bailó con la reina Kanda. Ahí, frente a mis ojos, los miro a los dos girando en medio de la mirada enternecida de todo el reino y de la orgullosa mirada de nuestro rey quien después, tomó la mano de Lady Earn y luego la mía, para que ambos bailáramos con Sarawat y la reina respectivamente.

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