Regla número diecisiete.

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"No mueras, no me dejes, no te separes de mí."

Reglas pronunciadas sobre los labios del Príncipe Sarawat Guntithanon I

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TINE

Mis manos tiemblan. No sé cómo es posible que siga manteniéndome en pie. Estoy un tanto alejado de las personas que vinieron a este escondite subterráneo conmigo. No sé qué hora es, no sé cuánto tiempo ha pasado desde que dejé el palacio y en él, mi corazón. En este lugar que está decorado del modo en el que lo están las habitaciones de invitados del palacio a pesar de estar varios metros bajo tierra, el tiempo parece correr de modo distinto.

Siento en mis manos la suavidad del papel en el que Sarawat escribió una carta de amor para mí, sí, es una carta de amor aunque algo dentro de mí insista en gritar que en realidad es una carta de despedida. No, él no puede decirme adiós, no puede. Es imposible que la guerra esté a punto de desatarse a nuestro alrededor ¿no es así? Todo esto es un mal sueño y sé que despertaré en cualquier momento porque no, me niego a aceptarlo.

El rey Talay no puede matar a su propio hijo, no puede. No pueden matarlo, no, no porque si lo hace también moriré yo y todo será mi culpa porque fui yo quien se dejó llevar, fui yo quien rompió el decreto yo... la respiración me falla una vez más y noto que Type se levanta de forma súbita y decidida. Mi hermano camina hacia a mí y toca mi hombro como si quisiera reconfortarme pero no podrá hacerlo, sé que no podrá. Nada podría calmarme ahora.

Desde que llegamos a este lugar donde están ahora reunidos mis padres, la reina Kanda y mi tía Malai nadie ha dicho nada. En mi mente solo resuena la apresurada explicación que me dio mi hermano al respecto de por qué no podía acompañar a Sarawat a la sala del trono. Oigo a mi hermano repitiendo una y otra vez que el rey intentaría matar a todas aquellas personas que llevaran el apellido Teepakorn. Las palabras son claras en mi recuerdo pero nada parece tener sentido. No es cierto. No puede ser cierto porque yo estoy aquí a salvo mientras Sarawat está afuera a la merced de su padre y si algo le sucede no me lo perdonaré jamás. No podré seguir viviendo si algo me pasa al príncipe, mi príncipe...

—Tine...— oigo que mi hermano pronuncia mi nombre y mis ojos buscan los suyos porque de verdad no tengo palabras, siento que estoy hecho de silencio.

Es el odio hacia el padre de Sarawat lo que me mantiene en pie. Creo que este odio es el que impide que me derrumbe en el suelo y que me vuelva loco ante el temor de perder a Sarawat.

—Tine, tengo que salir así que debes estar vigilando la entrada al lugar mientras vuelvo— dice Type y apenas soy capaz de entender lo que me dice—. Man ha enviado ya el mensaje que le pedí que enviara cuando todo estallara por fin. El rey ha condenado al príncipe a morir...

— ¡No!— me escucho gritar y mi voz sale de mí como si fuera el lamento de una bestia herida pero el dolor es demasiado—. No, Type, no...

—Por favor, déjame terminar...

— ¡No, yo tengo que salir de aquí!— me escucho gritar y mi madre y la reina tienen que sostenerme porque mi rabia y mi dolor son tantos que no puedo ver nada más—. Voy a matar al rey con mis propias manos ¿entiendes? ¡Voy a matarlo si se atreve a poner un solo dedo encima de Sarawat!

—Tine, por favor...

— ¡No soy el niño idiota que todos piensan que soy!— grito y mi madre me mira de modo suplicante para lograr que me calme—. Yo jamás estuve de acuerdo en esto, Type. Yo tenía que estar al lado de mi príncipe, yo debí enfrentar el castigo por él porque todo fue mi culpa, Type, todo fue mi culpa porque me atreví a amarlo. Mi amor lo condenó a muerte, es mi culpa Type, todo es mi culpa. Soy yo el que debió ser condenado a muerte, no él. Tengo que morir a su lado si no puedo salvarlo, ese es mi deber. Por favor déjame salir, déjame hacer lo que debo hacer porque no miento cuando digo que voy a matar a Talay aunque yo termine muerto también.

Manual Del Perfecto PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora