|Capítulo 5|

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Mi mirada estaba perdida en su hermosa sonrisa, no podía sacarlo de mi mente, necesitaba pasar tiempo a su lado.

— Profesor, ¿Tiene hambre? -sin borrar tu sonrisa me preguntaste, mientras jugabas con las flores-

Hermoso.

— Sí, ¿Y tú? -te pregunté, acercándome a ti; simplemente mi cuerpo parece un imán que es atraído hacia ti- ¿Quieres desayunar conmigo?

Veo como llevas tu mano hacia ese cabello que se niega a acostarse. — Lo siento, le dije a mi madre que iría con ella a visitar a papá

— Oh, es cierto, dijiste que está enfermo -intento no sonar decepcionado- No te preocupes, ya será en otra ocasión, por ahora... ¿Puedo llevarte a tu casa?

— ¡Seguro! -exclamas emocionado, y me es imposible no sonreír; ya perdí la cuenta de cuántas veces he sonreído estando a tu lado-

Durante el transcurso a tu casa, me he estado debatiendo en preguntar algo que ha rondado mi cabeza por varios días, pero sería muy raro. Finalmente decido arriesgarme.

— ¿Sigues saliendo con Jeon? -pregunto, apretando el volante-

Dejas salir un suspiro y muero por ver tu expresión, pero debo mantener la mirada al frente. — Terminamos

Y con esa simple palabra siento mi corazón acelerarse, no debería, pero me hace feliz escuchar eso. Está mal, no tengo porque estar feliz, pero no puedo evitarlo.

— Llegamos, fue tan corto el viaje... -suenas triste, o tal vez es mi imaginación y antes de que bajes tomo tu mano-

Me miras confundido, yo solo atino a sonreír soltando con rapidez tu mano, no tengo nada que decir. Estoy comportándome raro, como un tonto.

— ¿Profesor? -me preguntas con el ceño fruncido-

— No es nada, disculpa -respondo rápidamente y cuando te alejas del auto, cerrando la puerta, arranco con gran velocidad-

El aire que entra por la ventana de mi auto me hace pensar mejor. Eres mi alumno y menor de edad, no puedo pasar tanto tiempo contigo, podrían malinterpretar las cosas.

Pero la imagen de tu belleza al desnudo no para de rondar mi mente.

— Soy un maldito pervertido -susurro para mí mismo, golpeando el volante-

Cuando llego a casa, me siento sucio al tener pensamientos impuros hacia mi alumno. Porque los he tenido desde aquel día cuando mis pinceles trazaron tu cuerpo en mi lienzo.

— Cariño -tu mirada se dirige a mis manos y solo me siento tenso- ¿Dónde están las verduras que te pedí? 

Idiota. Olvidé totalmente eso cuando me encontré con Namjoon, solo quería enseñarle mi lugar favorito y olvide lo demás.

— Lo siento, amor, lo olvidé por completo -te respondo avergonzado-

Ríes negando con la cabeza. — Eres un tontito, Yoon -te burlas de mí y yo solo sonrió-

Jihyo es mi vida junto con nuestro hijo, no puedo tener ese tipo de pensamientos hacia un menor de edad, solo es una tontería, tal vez solo estoy deslumbrado por su belleza.

— Es raro no escuchar los berrinches de Jimin -me dices, mientras juegas con nuestro anillo de bodas- A pesar de tener doce sigue siendo mi bebé

Acaricio tu largo cabello castaño y sonrio. — Apenas a pasado medio día y ya lo extrañas

— ¿Acaso tú no? -me preguntas con un puchero en los labios y me es inevitable no pensar en lo hermosa que te vez, el tiempo pasa, pero tú sigues tan bella como el primer día en que te ví-

— Lo extraño, es nuestro bebé -te respondo, dejando un beso en tus delgados labios-

Te acurrucas de nuevo en mis brazos y seguimos viendo una película acostados en el sillón. Pasar tiempo a tu lado me ha hecho borrar de mi mente a cierto chico.

— ¡Amor!

Me dirijo a la puerta del baño asustado por tu reciente grito. — ¿Qué pasó, bebé?

— ¿Podrías comprarme algo para los cólicos? Ya no tengo aquí -por tu voz puedo notar que te duele mucho-

— Claro, vuelvo enseguida -te respondo, tomo las llaves del auto y salgo de inmediato-

Al salir de la farmacia corro hacia mi auto para protegerme de la lluvia y manejo con lentitud para evitar cualquier accidente.

Me siento más tranquilo al ya no pensar tanto en Namjoon, pero al parecer el destino está en mi contra.

Mi mirada se dirige hacia aquel pequeño kiosko, allí estás tú resguardandote de la lluvia. Te observo por varios segundos que parecen eternos, estás tiritando y tu ropa se ve mojada.

Ni siquiera sé en qué momento me bajo corriendo y sin pedirte permiso, tomo tu mano y te meto en mi auto cerrando con rapidez las puertas.

— ¿Profesor...? Usted parece mi angel guardián, siempre aparece... En los momentos más oportunos -tus dientes chocan y te abrazas a ti mismo-

No arranco, volteo a verte y veo las gotas de agua caer de tu cabello hasta tu ropa, no dejas de temblar y lo siguiente que hago me sorprende a mi mismo.

Mis labios se apoderan de los tuyos en un profundo beso.

«Vivir el amor dos veces» [YoonNam] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora