𝓘𝓷𝓲𝓬𝓲𝓸 𝓭𝓮 𝓵𝓪𝓼 𝓬𝓵𝓪𝓼𝓮𝓼

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—¿Qué planes tienes para este finde?— me preguntó Sheila.

—Pues estudiar como siempre— le contesté indiferente mientras manejaba.

Estábamos yendo al insti. Era nuestro primer día del último curso. Estaba muy nerviosa por eso. Tenía muchas expectativas escolares este año y quería superarlas todas.

—¡Bff! ¡Qué aburrida eres Ana! Mejor vamos a salir por allí. Este finde hay una fiesta en un local de la zona.

—¿Quieres que te recuerde en qué acabó la última vez que dijiste que saliéramos por allí a una fiesta?

—¡Venga! ¿Sigues enfadada por eso? Ya te pedí perdón y creía que lo habíamos olvidado.

—¿Olvidarme de que ahora tengo que tener un novio para salvarme el culo y evitar que Mike sea mi pareja este curso? Mmmm, no sé. Dime tú si lo debo olvidar.

Rodó los ojos y bufó fuertemente.

—Vale. Sí, tienes toda la razón del mundo de desconfiar en cuanto a este tema, pero, ¿qué crees? Tengo una solución para lo de Mike.

Por un momento dejé de mirar hacia el frente y la clavé los ojos serios.

—¿Qué estás tramando ahora Sheila?

—No me mires así, y confía. Este plan es genial. Es más, te favorece.

La miro confundida y desconfiada.

—Verás, se trata de Owen.

Perdí el control del coche por unos segundo tras escuchar ese nombre. Sheila se agarró fuerte al asa de su lado del copiloto y gritó por el susto. Yo solo podía parpadear velozmente. De un segundo a otro mi corazón se aceleró y todo por escuchar el nombre de Owen. Solo por escuchar estas cuatro letras que volvían mi mundo interior patas arriba.

Owen Regan.

Owen Regan era mi amor platónico. Era el único chico que me había gustado desde que yo tenía uso de razón.

Era al único que mi físico no le asombró en absoluto. Era un chico callado, Emo —como les llamamos a los chicos que componen su grupo gótico de amigos—, reservado, observador y guapísimo. Para nada era egocentrico ni le gustaba estar en el punto de mira de los demás. No era nada popular, más bien era del montón. Tenía el pelo tan negro que parecía la misma oscuridad. Era largo y siempre se le caía en la cara, dándole una apariencia misteriosa pero sexy. Sus ojos eran de un azul tan intenso que cuando los mirabas creías ver el mar. Se pintaba los ojos y esto los resaltaba más. Sus labios eran rosados y siempre estaban hidratados. Las facciones de su cara eran varoniles y llamaban muchísimo la atención pero él intentaba que pasaran desapercibidas. Siempre vestía prendas negras. No se ponía los pantalones ni las camisas y chaquetas de cuero tan ajustados que son tan característicos de los góticos, sino que más bien llegaba ropa de un talla más grande que la suya. Se sentaba siempre en los pupitres del fondo, en las esquinas izquierdas de las salas. No hablaba con nadie salvo con su grupo de amigos y evitaba estar con otras personas. Era un chico promedio, ni tan listo ni tan tonto. Suspendía en algunas asignaturas pero también tenía muy buenas notas en otras.

Todo esto de él me gustaba, pero lo que realmente me encantaba, hasta el punto de enamorarme, era que no le impresionara que yo fuese rubia de ojos azules y cara bonita. El solo me veía como una chica más del grupo de compañeros, hasta juraría que le era indiferente.

Rubia, pero no tontaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora