¿Quieren una princesa?

Capítulo 6: El origen de la princesa perfecta

POV de Serenity

Toda mi vida he sido consciente de mis responsabilidades y de las altas expectativas que todo el reino tenía sobre mí. Se esperaba que fuera más inteligente que los demás, que fuera una política nata, que mis modales fueran impecables, que tuviera una mente estratégica, un aspecto y porte elegante, además de comportarme de forma acorde con mi título. Se esperaba también que fuera una reina incluso mejor que mi madre, poderosa, justa y a pesar de mi mortalidad tener un aura intimidante, casi divina para que incluso los enemigos de mi reino temblaran a mis pies.

Mi propia madre aunque amorosa era distante al punto que puedo contar los abrazos que me dio y puedo decir con facilidad que la veía durante los 30 o 45 minutos que duraba cada cena y en las clases de asesoría de dos horas que me daba cada dos días. Desde joven comprendí que más que tenerme por deseo y amor, ella me tuvo a mí para tener una heredera a quien poder confiarle el reino. Sin embargo, siempre le agradecí cada vez que pasaba tiempo conmigo, incluso si solo comenzó a hacerlo cuando tenía los modales adecuados para acompañarla en el comedor durante la cena.

Mi infancia no fue libre, feliz o divertida a pesar de los muchos cuidados que recibí por partes de los sirvientes, desde pequeña tuve los mejores preescolares y todos los sirvientes que tuve. Desde pequeña comenzaron a intentar enseñarme cosas avanzadas como el significado de un pueblo, jerarquía y cosas relacionadas con mi título de princesa. Todo, desde las clases con mis preescolares hasta los cuentos que me leían mis nodrizas estaban relacionados con eso, como si el simple hecho de aprender a hablar significaba que podían comenzar a moldearme en lo que querían para el reino.

Mis nodrizas, a pesar de cuidarme día y noche parecían tenerme miedo por mi título, así que se mantenían relativamente distantes mientras me cuidaban, ellas me daban caramelos y me conseguían muchos juguetes y vestidos, pero nunca me dejaron acercarme a ellas. Uno de mis primeros recuerdos de ellas fue de una vez cuando intenté abrazar a una de ellas, cuando tenía uno años y ellas me dijeron que no podía porque estaba mal que una princesa abrazara a una sirvienta.

En la primera visita oficial que recuerdo de Plut, Neptune y Uranus, las tres tuvieron el deber de explicarme que estaba bien que yo las abrazara a ellas, a las demás sailors y a la reina, para luego pasar el resto de su visita jugando conmigo y mimándome con cariño, esos no solo fueron los primeros abrazos que recuerdo, fue posiblemente la primera vez que me sentí querida. Lamentablemente ellas solo me podían visitar una vez cada dos meses.

A pesar de que las nodrizas fueron una parte constante de mi vida hasta los 6 años, gracias a sus excelentes cuidados lograron que yo no me sintiera apegada a ellas cuando dejé de necesitarlas. Conocí de forma oficial a las sailors Inners a la edad de 6 años, ya que a pesar de haberlas visto antes y saber sus nombres por las nodrizas y sirvientes, por su edad y entrenamiento mi madre no había considerado introducirlas de forma oficial a mi vida. Puedo decir con seguridad que cuando las conocí no estaba acostumbrada a que me llamaran por mi nombre porque todos me llamaban princesa en lugar de simplemente Serenity.

Si bien conocí a Venus, Mercury, Mars y Júpiter a los 6 años, no podían pasar más de 2 horas conmigo por culpa de su entrenamiento y mis estudios con mis numerosos profesores, sin embargo el tiempo que pasaba con ellas era lo que más anhelaba cada día. Para mi suerte, pronto llegué a los 8 años y comencé a pasar más tiempo con ellas.

A los 9 años, gracias a la presencia casi constante de mis sailors pasé de ser una tímida, sobreprotegida y confundida niña que no estaba acostumbrada al afecto, a ser una niña enérgica, cariñosa y un poco más segura a la que le encantaba jugar y tenían que recordarle sus lecciones cada día.

A los 11 años me volví más valiente gracias al ejemplo de las sailors, mis mayores hermanas en todo menos sangre, y comencé a hacer travesuras en el palacio y seguí así hasta mi cumpleaños número 14.