Prólogo

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— Carajo — murmuró con frustración al ver el reloj.

Eran mas de los nueve de la mañana, lo que indicaba que iba tarde a su trabajo y justo en el día que le iban a asignar algo nuevo (por fin). No se molesto en bañarse si quiera, simplemente se cambio de ropa, agarro un paquete de galletas y salió del edificio de departamentos en busca de su automóvil. Le tomo exactamente veinte minutos llegar y otro cinco en estacionarse, casi eran las diez cuando atravesó la puerta de la comisaria.

— Parece que a alguien se le pegaron las sabanas— miró furtivamente a Sabrina, la chica que se encargaba de hacer todo el papeleo innecesario de los agentes y detectives que trabajaban en ese lugar.

— Buenos días a ti también— dijo para seguir de largo a su oficina.

— ¡Al fin apareces! — exclama Frank, su compañero de oficina y a veces de casos. — La jefa está muy enojada.

— Cállate Frank — gruñó para dejarse caer en su silla.

— ¡¿Ya está aquí?! ¡¿Por qué nadie me informa nada?! ¡RAMIREZ!

— Genial — murmuro escuchando a su jefa entrar con violencia a la oficina.

— ¿Qué son estas horas de llegar Ramírez? — pregunta su jefa y el no sabe como responder. — Debería de suspenderte — su jefa lo mira con superioridad.

— No lo hará porque...

— Porque te necesitan en el pueblo vecino.

— Puedo ir yo — Frank se ofrece como tributo (porque no hay otra forma que decirlo cuando se trata de la jefa).

— No — dice firmemente la señora y camina hasta su escritorio. — Mi superior te asignó un caso sin resolver, pidió específicamente al menor y lastimosamente nuestro mejor detective eres tú a pesar de tu impuntualidad.

— Me lastima jefa — Frank finge llorar.

— Cállate — le ordenan, pero Frank no hace caso.

— Bien ¿Cuándo se supone de debería estar en Manat? — pregunta mientras se levanta.

— Deberías de estar llegando, imbécil — puso los ojos en blanco. — Lárgate ya antes de que me sancionen a mi — la jefa dio media vuelta y salió.

— Buena suerte Andreé — le desea Frank en tono de burla y él solo de saca el dedo del medio.

— ¡Aprovecha y pasa tiempo con tu hija! — como respuesta azota la puerta.

Estaba emocionado por saber qué caso le iban a asignar ¿Alguna adolescente muerta por venganza? ¿Un robo mal ejecutado? Ya sentía la adrenalina recorrer por sus venas y todavía no encendía el auto. Primero iría a su departamento a buscar algunas cosas y luego marcharía.

— Manat, sorpréndeme— susurro para si mismo con una gran sonrisa.

Besos [Versión Concurso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora