— Usted me dijo que la firma del asesino se encontraba en los cuerpos ¿Por qué mentirme? — dice Andreé ni bien le contestan del otro lado de la línea.
— No se dé qué me habla Ramírez.
— La primera victima no tenia un beso en su cuerpo ¿Por qué piensan que es el primer atentado del ignoto?
— Ramírez, no tengo tiempo...
— Quiero que le vuelvan hacer un análisis a esa carta detective Hernández.
— Se le hizo análisis en su momento, esta en el informe— por el tono de voz, comienza a pensar que no va a conseguir nada.
— El informe esta incompleto— gruñe mientras se pasa una mano por el cabello. — Quiero ese análisis detective, espero su llamada— y colgó.
Después de haber revisado los primero cuatro casos, se dio cuenta que el primero no tenía relación alguna con los siguientes casos. Úrsula Rodríguez, así se llamaba la "primera víctima". Busco relacionar esos casos de algún modo, con sospechosos, con familiares, amistades, pero las víctimas ni se conocían entre sí.
— Necesito una taza de café— le susurro a la nada.
Salió de la habitación hacia la pequeña cocina, la recorrió rápidamente con la mirada y suspiro, no había comprado nada de abasto. Agarro las llaves del mesón, reviso si lleva la billetera en el bolsillo y salió del departamento. Una vez fuera del edificio se debatió entre buscar ese café que necesitaba o ir a buscar un supermercado.
— ¡Gracias, vuelva pronto! — escucho cuando un chico salía de la cafetería.
Decidido que un café en esos momentos era más importante que la comida que lo mantendría vivo durante una semana, así que entro a la cafetería y camino hasta la barra para sentarse en un taburete, esperando que lo atendieran pronto.
— Buenas noches ¿Qué desea ordenar? — un chico con aspecto cansado lo atendió.
— Un café bien cargado, por favor— pidió.
— ¡Daniel! — el chico que lo atendió hizo una mueca de disgusto.
— ¿Sí? — la chica que le había rentado el apartamento apareció con una sonrisa.
— Es hora que te vayas a casa muchacho, yo puedo atender a ese hombre— parece que era mejor opción ir al supermercado primero. — Buenas noches señor misterioso ¿Me puede decir que había pedido?
— Un café bien cargado — repitió su orden con el ceño fruncido.
— ¿Solo eso? Es muy simple su pedido, le traeré algo mejor — puso los ojos en blanco al escucharla.
— Solo ...— la chica se dio media vuelta y se fue, dejándolo con la palabra en la boca.
Se pellizcó el puente de la nariz irritado, simplemente debió de haber ido al supermercado en lugar de haber ido por el café, maldito y delicioso líquido.
— Aquí tiene — miro la taza y frunció el ceño confundido al ver un simple café — Un café mojito, en si no como el coctel, pero lleva limón, menta y helado de vainilla.
— Solo quería un café— murmuró el con pesadez.
— Si lo que busca es recargar energías le recomiendo este café — la chica sonrió con vergüenza. — No lo voy a cobrar el café, señor, siento que esto es lo que necesita, una mudanza nunca es fácil, disculpe por haberle cambiado la orden, pero es una costumbre que tengo con mis clientes.
— No se preocupe — le dice a la chica que parece cada vez más avergonzada. — Un café gratis nunca se desprecia — levanto la taza y se la llevo a la boca.
— Espero que le guste.
— Está ... bueno — dice después de haber tomado un sorbo, eran sabores que nunca hubiera combinado, raro, pero no le disgustaba.
— ¡Mami! ¡Mami! — la chica dejo de prestarle atención, él le restó importancia y siguió bebiendo el raro café.
— Discúlpeme — murmura la chica y se pierde de su vista.
Se voltea ligeramente para ver lo que pasa, la chica esta cargando a un niño de aproximadamente seis años en brazos mientras habla con una joven que está a espaldas de él, inmediatamente reconoce el brazalete que lleva la joven y se voltea rápidamente maldiciendo.
— ¿Vas a esperar a tu mamá aquí? — escucha como la chica le pregunta y él les ruega a todos los santos para que la joven niegue.
— Si, está por salir del trabajo y me dijo que comeríamos aquí.
En su mente comienza a trazar una forma de salir del local sin ser visto pero al no conocer el lugar no llega a mucho.
— Vamos, te daré un te mientras esperas.
Su corazón se acelera un poco por la adrenalina que comienza a recorrer su cuerpo, necesitaba salir de ese lugar pronto o tendría problemas.
— Señor misterioso ¿Desea algo más? — la chica se ha plantado frente de él con su hijo y él solo niega con la cabeza y la voltea a la derecha para que la joven que está a su izquierda no lo vea.
— ¿Fraternizando con los turistas señora Pérez? — la joven se ríe.
— Emma, ya te he dicho que me llames Rosa, haces que me sienta más vieja.
Andreé se levanta con rapidez sin poder soportar estar más en la cafetería, mala idea porque termina derramando lo que le quedaba de café y la taza se rompe en añicos al impactar en el suelo. Sin importarle nada, trata de huir, pero se tropieza con alguien.
— ¿Papá? — Emma le ve sorprendida.
— ¡Emma! ¿Estas bien? — la chica, Rosa, esta de inmediato del otro lado de la barra con el niño todavía en brazos, preocupada.
— Emma — dice el con tono de advertencia y ella abre los ojos dándose cuenta que hay más gente alrededor.
— Señor Andreé — dice su hija haciéndose un lado para darle paso.
— ¿Le acabas de decir papá? — él escucha la pregunta, pero está tan concentrado en salir del lugar que no se queda a escuchar, Emma era muy inteligente y algo iba a inventar.
— ¿Andreé? — un escalofrió le recorre la espalda al ver a la persona que quería evitar de frente cuando salió de la cafetería.
— Camila— dice y trata de escapar de la posible situación incómoda.
— ¿Qué haces aquí? — ella interrumpe su camino.
— No es por lo que piensas— gruñe esquivándola, ya no iba a ir al supermercado, un día sin comer no lo iba a matar.
— ¿No? — la escucha reírse secamente. — Acabas de salir de la misma cafetería en donde está Emma ¿En serio crees que soy tonta?
— No estoy aquí por ella — saca las llaves y camina unos pasos más para detenerse en la puerta del edificio.
— No seria la primera vez que lo haces Andreé ¿Acaso quieres que la maten? ¿No eres cociente del peligro en el que pones a mi hija?
— ¡También es mi hija! — exclama al escucharla.
— Pues no parece— Camila se cruza de brazos. — Vienes aquí para exponerla, si la vieras como tu hija no la pondría en peligro viniendo hasta aquí.
— ¿Estas insinuando que no me preocupo por el bienestar de ella? — pregunta tratando de calmarse mientras empuja la puerta para entrar.
— ¡Claro! Sabes perfectamente que no la puedes ver dentro del país ¡Solo vas hacer que la maten!
— Escúchame bien Camila— dice volteando a verla. — Emma es mi hija, nunca la pondría en peligro, nadie podría siquiera tocarla ¿Sabes por qué? — Andreé vio como su hija salía de la cafetería con Rosa y el niño con sus rostros preocupados. — Yo por ella mato.
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Besos [Versión Concurso]
Mistério / SuspenseManat, un hermoso pueblo como cualquiera y manchado con sangre como la mayoría.