VII

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Abrió la puerta del departamento y se hizo un lado para dejar pasar a su hija. Hace unas horas que Camila había tenido una ceremonia en su nombre, después de eso habían estado un rato en la cafetería esperando que Emma pudiera un poco tranquila.

— ¿Estas mejor? — pregunta al verla como se deja caer en el pequeño sofá de la sala.

— Podría estar peor — su hija contesta y lo mira. — Debería de estar llorando ¿Verdad?

— No todos reaccionan igual cariño — le contesta mientras se acerca a ella.

— Me siento extrañamente relajada — Emma se mueve un poco antes de dejar que Andreé se siente y comience a acariciarle el cabello, relajándola aún más.

— Esta bien que te sientas así, no es nada malo — Andreé suelta un suspiro y deja un beso suave en la coronilla de ella. — Posiblemente mañana sea muy difícil.

— ¿Escuchas eso? — su hija evade lo que acaba de decir.

— No escucho nada cariño.

— Es la lluvia, cierra los ojos y presta atención.

Soltando otro suspiro le hace caso a su hija. Cierra los ojos y trata de concentrarse en el exterior, de apoco el sonido de la lluvia cayendo en el techo de la cafetería llega, dejando que un poco de la tensión y estrés que llevaba se fuera.

— Es relajante ¿No? — asiente a pesar de saber que su hija no lo mira. — Se siente bien — Emma bosteza. — ¿Puedo dormir aquí?

El sonido de la puerta no le deja responder, le da otro beso a su hija y se levanta más sereno, camina a la puerta y la abre. El rosto de Rosa es lo primero que ve, después se fija que trae a su hijo y una especie de funda de telas no muy grande.

— Siento venir así, pero quería saber cómo está Emma — antes de responder voltea para ver a su hija, sonríe un poco al verla dormida.

— Está dormida — dice.

— Oh, bueno, creo que eso está bien — dice ella sonriendo flojamente.

Andreé la mira fijamente, tiene un moño super flojo, todavía lleva el mandil de la cafetería, el pequeño parece que en cualquier momento se quedará dormido en el hombro de su madre.

— ¿Le gustaría pasar? — pregunta después de unos minutos.

— Me gustaría ver mucho a Emma y hablar con ella, pero no creo que sea lo correcto señor Ramírez — Rosa sonríe. — Tome, esto es para los dos, la verdad pensaba que iba a encontrar otro ambiente, pero es tan suave lo que sale del apartamento que me eriza la piel y no quiero arruinarlo.

— Gracias ¿Qué es esto? — agradece mientras mira la mediana funda en sus manos.

— Es valeriana, la puede hacer te o utilizarla para que perfume el ambiente.

— No tenia porque hacerlo — susurra mientras mira los ojos verdes.

— No tenía, pero quería, es difícil perder a los que queremos mucho — Rosa comienza a susurrar. — Yo no tenía a nadie y vivía estresada, no podía controlar mis emociones, un día me ofrecieron té de valeriana, no diré que cambio mi vida, pero ayudo a relajarme y enfocarme.

— ¿Usted perdió a sus padres?

— Algo así, pero eso usted ya lo sabia — él niega algo confuso.

Antes de que Rosa pudiera continuar, su hija aparece a su lado de la nada, bostezando y rascándose la cabeza.

— ¿Rosa?

— Hola Emma — Rosa sonríe transmitiendo tranquilidad.

— ¿De que hablan? ¿Por qué no pasan?

— Ella...

— Ya me iba Emma — Rosa lo interrumpe. — Jack esta dormido y mi brazo comienza a tenerle envidia.

— Está bien, que descansen — Emma regresa al sofá.

— Por favor dele un poco de té — es lo ultimo que dice Rosa antes de dar media vuelta e irse.

Andreé cierra la puerta y camina hasta la cocina, pone un poco de agua a hervir, de la funda saca unas flores y las pone en el agua.

— ¿Qué haces? — pregunta Emma viéndolo desde el sofá.

— Té — responde revolviendo un poco.

— Genial ¿De qué?

— Creo que dentro de poco lo sabrás.

Cuando el agua comienza a hervir la apaga, el departamento ya huele a valeriana, su hija se levanta y camina con tranquilidad hasta el mesón, se sienta en un taburete y espera.

— Valeriana — dice mientras le deja la taza humeante frente a ella.

— ¿Te las dio la señora Rosa? — pregunta Emma con suavidad.

— Si, fue ella.

— Rosa siempre sabe — su hija susurra bajo para no ser escuchada pero igualmente él lo hace.

— Espera a que se enfrié un poco — dice para evitar preguntar sobre Rosa.

— Me gusta el té hirviendo — Emma sonríe con suavidad y se encoge los hombros para tomar un sorbo. — Delicioso.

— Acábatelo para que descanses — dice mientras espera que su té se enfrié algo.

— Gracias por estar conmigo papá.

Besos [Versión Concurso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora