capítulo 1

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Lunes - 5:00am

Sonó mi alarma y era hora de poner en marcha mi día.

Me di una ducha rápida con agua caliente, y al volver a mi cuarto me quedé un momento observando mi closet.

Mmm...¿Cuál será mi outfit?

Tomé un polo blanco , un jean azul ligeramente oscuro, un abrigo verde militar y luego de probarme tres pares de zapatos, terminé combinándolo con unas botas marrones altas. ¡Perfecto! Este sería el atuendo para hacer mi gran aparición como estudiante de segundo semestre.

Lo sé, no suena algo de gran categoría para invertir mucho tiempo pensándolo, pero era importante para mí.

Dado que sería un día largo, recogí mi cabello rubio en una coleta alta, dejando lucir mi rostro por completo, sacudí un poco mi cabeza y deje caer las largas ondas de este sobre mi hombro derecho, lo cepillé un poco más, colocándole fijador a mis cabellitos pequeños como toque final. De accesorios solo llevaría un collar plateado con la inicial de mi nombre, ya que sentía que el abrigo hacía que mis grandes ojos verdes tomaran protagonismo.

Coloqué las llaves dentro de mi bolso junto con mi billetera, celular, carnet, bitácora y algo de maquillaje; me despedí de mi reflejo en el espejo que se encontraba a pocos centímetros de la puerta de salida y me fui al coche.

Era una mañana lluviosa y para mi mala suerte había olvidado el paraguas, estuve tentada a regresar por él pero la anciedad que sentía era más fuerte que mis ganas de devolverme, tenía que llegar a tiempo porque sería yo quien daría el recorrido a los nuevos alumnos por las instalaciones.

Como aún era algo temprano, no había mucha gente y eso es lo que me encanta de las clases de primera hora. En ocasiones yo llego como primera estudiante en todo el campus, y solo se encuentran personas de limpieza o trabajadores que se encargaron de los turnos nocturnos.

Depende mucho de mi cansancio para decidir si utilizo los asientos traseros de mi coche como cama por el tiempo que me quede para la primera materia, o si tengo energía suficiente para estar caminando como fantasma por la facultad, ya sea para terminar algun trabajo o simplemente para desayunar en la cafetería.

Cuando bajé de mi coche, el viento golpeaba fuerte contra mi cuerpo y por un momento, me vi en la necesidad de sacar mis manos de los bolsillos del abrigo para subir totalmente la cremallera de este porque sentía que se me estaba congelando el cuello, y mientras caminaba hacia la "Facultad de Investigación y Desarrollo de Ciencias Biomédicas", repasaba en mi mente las palabras de bienvenida que debía decirles a los alumnos ingresantes. Había preparado un pequeño discurso, algo cursi para ser honesta, pero bueno, así soy yo.

Luego de dirigirme a la cafetería de la facu, sintiéndome la chica más poderosa y bella del campus, pedí el desayuno estudiantil, tomé mi boleta, recogí me pedido, el cual consistía de que un pan con huevo y tocino que venía acompañado por una pequeña taza de chocolate caliente y me encaminé a una de las mesas.

Pasaron unos minutos cuando de pronto sentí como alguien me tocó el hombro izquierdo y giré mi cabeza levantando la mirada para ver quién era.

Yo: Me asustaste, Raúl.

Raúl: Lo noto, ¿Puedo sentarme?

Yo: Claro, igual debo ir un momento a buscar a la profesora gruñona para que me entregue el cronograma de hoy. Les daré a los chicos el recorrido por la universidad. ¿Podrías cuidarme la mochila? Vuelvo en seguida.

Raúl: Sí, tengo clase a las 11, así que me quedaré aquí hasta entonces. Pero oye, intenta terminar el recorrido en la cancha, jugaremos un partido de bienvenida y podemos unir a los chicos para que nos vayan conociendo.

Yo: Bien, espero no tardar mucho, serán pocos, o eso creo. Hablaré con la prof, ya vuelvo.

Tomé mi teléfono, mi bitácora y un lápiz. Me dirigí hacia las escaleras y subí hacia el tercer piso en donde se encontraba la oficina de profesores. Mis botas golpeaban fuerte contra el suelo con cada paso que daba mientras me acercaba caminando por el pasillo hasta que finalmente llegué. La puerta estaba abierta asi que me asomé al ver a la secretaria acomodando su silla para sentarse frente a su escritorio.

Yo: Buenos dias, busco a la profesora Martínez.

Ella: La profesora Martínez se encuentra en una reunión, ¿En qué puedo ayudarle?

Yo: Mi nombre es Valentina, estoy aquí porque soy la encargada del recorrido de los ingresantes.

Ella: Un momento por favor.

Mientras esperaba que la secretaria encontrara mi nombre dentro del mundo de papeles de su escritorio le di un vistazo a la oficina; encima de una cómoda se encontraba una cafetera con varios filtros arrugados al lado como si alguien hubiera perdido la paciencia, al lado se encontraba un perchero con un impermeable colgado que hacía un gran charco de agua en la alfombra y colocada contra la pared de una esquina había una patineta nueva que seguro se la debieron confiscar a un ingresante, mal inicio.

Ella: Listo, necesito que me llene este documento para que pueda hacerse cargo del recorrido. Luego le entregaré este informe con todas las pautas de lo que debe hacer. Está bastante detallado y los tiempos deben ser respetados.

Yo: Perfecto, entiendo. (rapidamente llené lo que me pidió y se lo entregué)

Ella: Firme aquí por favor. Eso sería todo.

Yo: Gracias. (Firmé y me retiré).

Tenía razón al decirme que era un informe bastante detallado, en especial cuando leí la larga lista de nombres de los ingresantes.

Sería mentirles si dijera que no estaba impactada por la cantidad de nuevos estudiantes, puesto que las últimas promociones eran de máximo 20 alumnos, aunque siempre terminan por retirarse la mayoría porque las ciencias son mucho más complicadas de lo que parecen y hay que tener vocación, mucha paciencia y ganas de aprender. No se trata solo de quedarse con la información de la clase, sino tener las ganas de investigar por tu cuenta. En muchos casos debes tomar la función de detective, reunir datos con pequeñas piezas de información breve, y unir el rompecabezas para sustentar tu hipótesis, y estar preparado para obtener resultados totalmente fuera de los lineamientos que esperabas en un principio.

Encendí la pantalla de bloqueo de mi celular para ver la hora, eran las 7:42, así que era momento de ir al auditorio del primer piso en donde iniciaría el recorrido.

Bajé la cabeza para guardar el celular, suspiré y me acomodé al abrigo y el cabello, para verme con un poco más de autoridad y seguridad. O eso era lo que decidí creer.

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