LABIOS DEL SILENCIO

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No tiene pruebas de su impuntualidad,

tampoco de su infidelidad a la inmortalidad.
No tiene nada, que demuestre dónde estuvo
Cuando el miedo se arrodilló ante los pies de su cama.
Sábanas de plegarias, un desorden de mirada, no hubo alma más acogedora que la tentada a la timidez.
Le daba conversación a un cuerpo vacío, esperando respuesta de los labios del silencio.
Era, naturalmente de suponer, que en su soledad había encontrado un aroma entrañable,
indescifrable, fruto de un caos incorrespondido, de una paranoia de última hora, de un ataque de nervios por mantener el corazón en su sitio.
Era precioso, admirar como su culpa se arrojaba por el suelo y ver la luz serpenteando en su pelo,
no era hijo de ningún grito, lo reconoció cuando escuchó un orgasmo y quiso aferrarse a lo inevitable.
Contenido en su esencia, con suficientes pruebas para seguir en libertad
amó hasta la muerte de su ser, hasta la perdición de su cordura.
Perdió la oportunidad de escuchar al silencio por decepcionar todas sus respuestas,
su intimidad le habló demasiado del deseo y lo escribió como prueba sin significado
atado a la tierra, como cualquier otro humano,
quería mandarlo todo a la mierda
meciendo su vacío en una tranquilidad sepultada.

Hayate Ouami

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