Regalos

4.6K 379 834
                                    


Los días siguientes al incidente de las flores, resultaron más aburridos de lo que Juan Carlos hubiera esperado, y no es que quisiera otra millonada de flores afuera del estudio, pero una parte de él deseaba que Tulio fuera más original al momento de buscar cómo ganarse su amor.

Bodoque no había dejado de recibir obsequios de parte del presentador, quien, siguiendo su concejo, se dedicaba a regalarle objetos más discretos. Desde chocolates hasta cartas, libros, cámaras, y vinos llegaban a su puerta y en algunas ocasiones al estudio, todos objetos que en algún momento había mencionado querer o tenía el interés de comprar. Lo único por lo que le daba crédito a Tulio, era a su memoria, se sabía que el presentador no era exactamente brillante, y aun así lograba encontrar y recordar con perfecto detalle lo que el reportero quería.

De vez en cuando le llegaban también exquisiteces culinarias, productos de otras tierras en su mayoría dignos de la más alta cocina, muchos de los cuales no había escuchado nunca y que estaba seguro su amigo tampoco, pero los apreciaba de todos modos. Aquellos regalos que más disfrutaba eran los dulces y chocolates importados, de gran finura, que eran tan deliciosos como su costo prometía. Se aseguraba de nuca degustarlos solo, pues, a pesar de ser solo azúcar le parcia egoísta ser el único en probar, tales delicias de ultramar.

Sin embargo, a pesar de los obsequios y la atención que recibía de Tulio, algo no terminaba de convencerle, con los primeros dos presentes había perdido el piso, estaba listo para darse por vencido, dándole ventaja al presentador en su pequeño juego, pero con cada cosa que recibía, no podría evitar molestarse, pues más que enamorarlo parecía que querían comprarlo.

Tampoco le asombraba demasiado, no quería ni imaginarse la cantidad de mujeres enamoradas de la fortuna de su amigo, que cayeron a sus pies, tan rápido como el presentador les regalara objetos de gran lujo. Era una imagen triste en realidad, pensar cuantas, de las novias pasadas de Tulio, estarían más enamoradas de su capital que de él. La idea empezaba a ampliar su perspectiva en el porqué de las tantas relaciones fallidas del otro, no dudaba que su egocentrismo y amor propio fueran de las principales causas de su fracaso, pero el factor dinero empezaba a abrir nuevos resultados a las teorías del reportero.

Es por eso que, Juan Carlos comenzaba a entender el porqué de tanto gasto hacia su persona, si Tulio había sido convencido por sus amoríos pasados que el dinero eventualmente traía el amor, era de esperar que utilizara la misma fórmula con él. Lo cual le era un poco hiriente pues, aunque si dependió en su momento del dinero de su amigo, esa jamás había sido, ni seria, una razón para quererlo, y francamente le ofendía que el presentador pensara así de él, no era un aprovechado, ni mucho menos un cazafortunas ¿Es que acaso no se daba cuenta que la flor del primer día lo había enamorado más, que todos sus costosos regalos?

La respuesta era no, Tulio estaba muy consciente de que su amigo no era de los que buscaban dinero cuando se trataba de amor específicamente, pero a diferencia de Bodoque, el presentador no veía el dar cosas como un modo de comprar afecto, sino como una manera de darlo. Tulio había estado rodeado de fortuna toda su vida, fue educado para ser tacaño y celoso de su capital, el acto más afectivo y desinteresado que podía imaginarse era el de dar su dinero sin pensar y usarlo en la persona de su cariño, porque quien estaba dispuesto a dar ladrillos de navidad a sus amigos buscando ahorrarse su dinero, debía tener un verdadero interés en el otro para traerle chocolates desde Europa todos los días.

Y contrario a las opiniones de Juan Carlos, Tulio estaba seguro de que todo estaba marchando de maravilla, porque no solo compartía con el reportero parte de sus logros personales reflejados en dinero, sino que dedicaba su completa y total atención en su amigo, y no es que no le prestara atención antes (Bodoque era de las pocas personas a las que realmente escuchaba y tomaba en cuenta) pero ahora no pasaba de alto ningún detalle que su compañero le comentara o expresara. Estaba poniendo verdadera dedicación y con cada momento que pasaba al lado de su conejito, el presentador redescubría cosas interesantes de su amigo, no dejaba de asombrarse con lo cautivador que era escucharlo a fondo en sus conversaciones, e incluso algunas veces se distraía tanto con verlo y atenderlo que olvidaba completamente lo que tenía planeado decirle para coquetearle o insinuarse.

Amor falsamente realDonde viven las historias. Descúbrelo ahora