Capítulo once: Un chispazo del otro mundo.

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Cuando cumplí dieciséis, recuerdo haberle insistido bastante a mamá para que me dejara hacerme un tatuaje, incluso había trabajado durante meses repartiendo los periódicos en nuestro vecindario para poder pagarlo con mi propio dinero, lo cual había sido casi como insultarla. Ella respondió algo como "sobre mi cadáver". Y yo, bastante molesto, tuve que obedecer.

Ahora, justo a las 12:34am, tenía a Johnny perforándome el brazo con miles de pequeñas agujas que zumbaban como abejas, trazando una frase al azar que había escogido en un momento de alta presión.

Sabía que podría mantenerlo oculto de mamá al menos hasta cumplir los dieciocho, pero estaba aterrado, era la clase de sensación que tienes cuando sabes que algo que estás haciendo es prohibido, pero te sientes increíble. Sí, estaba increíblemente aterrado, en el mejor sentido de la palabra.

El corazón me latía a mil por hora y comenzaba a sudarme la frente, era paranoico y también estaba muy emocionado.

Giré la cabeza para poder ver a Calum y a Michael, que tenían ocupados a los otros dos tatuadores en el estudio, la idea era que solo yo me dejaría arrastrar por Johnny y sus bastante efectivas formas de chantajearme, supongo que, al verme tan decidido, algo dentro de los chicos se removió (quería suponer que era más una situación de camaradería que de lástima) y decidieron acompañarme. Incluso Ashton lo haría, esperaba su turno sentado en un banco a mi lado, probablemente burlándose de mi cara totalmente en shock cada que las agujas se encajaban en mi piel.

—Esto es una locura —dijo mientras dejaba salir una sonora y bastante aguda risa de su garganta. Me reí también, más por nerviosismo que por su comentario.

Desde el otro lado del estudio vi a Calum hacerme señales con los ojos, abriéndolos de sobremanera y apuntando a mi tatuador con ellos. No había olvidado que él nos tenía prometido contarnos lo que sabía -y estaba seguro que sabía algo- sobre Carrie, pero en verdad no me salían las palabras de la boca, las preguntas que me había estado haciendo durante toda la noche a mí mismo simplemente se habían esfumado, dejándome vacío y confundido sobre por dónde comenzar.

Y creo que él logró notar mi estado de confusión, porque me ofreció una sonrisa de lado y empezó a hablar sin despegar la vista de mi ahora, enrojecida piel.

—Carrie Ann llegó un par de meses después de nuestra apertura —me dijo mientras limpiaba mi brazo y trazaba de nuevo—, ayuda a Johanna con la recepción, cubre algunos turnos, toma algunas fotos, nada del otro mundo, pero tiene ese chispazo que automáticamente te hace no querer apartar la vista, creo que sabes a lo que me refiero, muchacho.

Asentí, acumulando en mi cerebro cada palabra que salía de su boca, cada frase solo hacía que el recuerdo de la pelirroja se avivara más y más en mi cabeza.

Vi como Michael se levantaba del sillón en el que estaba e intercambiaba lugares con Ashton. Se sentó en el banco a un lado de mí y me mostró el plástico transparente cubriendo una pequeña porción de su muñeca.

—¿Qué te parece? —me preguntó, mientras yo leía la frase "part of the minority" grabada para siempre en su piel.

—Es distintiva. —Fue lo único que se me ocurrió decir.

—Quizá pueda venir después, agregarle calaveras escupiendo fuego, solo quizá —bromeó—, así sería más distintivo, iría más con mi personalidad.

—No te ofendas hijo, pero eres tan salvaje como Mario lampiño —interrumpió Johnny, apuntando a otro de sus tatuadores, Mario Martínez, que ya nos había presentado con anterioridad, un sujeto que fácil podría hacer una fortuna presentándose en algún show de fenómenos como "el hombre más peludo del mundo".

Todos reímos y el ambiente se aligeró bastante. Me empezaban a caer bien estos sujetos. A los pocos segundos Johnny siguió hablando y me abofeteaba internamente por perder tan seguido el hilo de la conversación.

—La vi por última vez hoy en la tarde, vino a vernos como de costumbre, una visita rápida. Nos trajo pastel de zanahoria —explicó—. No me sorprende que haya olvidado su identificación, una vez olvidó dónde había estacionado su Jeep.

Y yo me reí, una risa boba mientras me imaginaba a Carrie bajo el resplandeciente sol, con las mejillas sonrosadas, buscando su Willys Wrangler en algún estacionamiento.

—Ella dijo que iría a una fiesta. —Se sumó Michael a la conversación— ¿No les contó nada sobre eso?

—No es como que nos cuente mucho sobre esas cosas, pero había mencionado algo sobre la semana festiva de las fraternidades, por eso no está aquí, sacó permiso y cobro una semana por adelantado —hizo una pausa y volvió a la conversación después de tomar una crema y ponérmela en el brazo—, cosas de universitarios, hoy es la última noche si no me equivoco —finalizó, colocándome un plástico a mí también sobre mi ahora, nuevo y primer tatuaje. La frase "trying too hard" plasmada en mi piel me hizo querer chillar de la emoción, emoción que contuve, al menos hasta que nuestra plática terminara.

Calum y Ashton se levantaron de sus sillas estando listos y se acercaron a nosotros, "can tear down this town" se leía apenas visible sobre el hombro de Ashton, a diferencia de la frase de Calum, "tired of wishing on the stars" estaba en letras un tanto más grandes, ubicada justo en el dorso de su mano.

—Eres asquerosamente cursi —dijo Michael cuando terminó de ver su tatuaje. Calum solo se rió, sin apartar la vista de su piel rojiza e impregnada de tinta.

Los otros dos tatuadores caminaron justo a dónde nos encontrábamos nosotros, se veían bastante contentos, sinceramente felices. Y aunque estábamos ahí por mero chantaje, la experiencia no había resultado tan terrible como me la había imaginado en un principio.

—¿Dice que es universitaria? —Calum se sentó en el banco justo frente a Johnny— ¿y además está en una fraternidad?

No pude evitar sentir mi estómago revolverse ante la pregunta y repentino interés que mostraba Calum, sí, él me había conseguido la dirección del lugar en el que estábamos ahora y sí, él estaba resultando más productivo en todo esto a diferencia de cualquiera de nosotros tres, y quizá actuaba paranoico y él realmente no tenía ningún interés más allá de ayudarme, pero Calum era Calum y yo era idiota.

—Una linda chica universitaria de fraternidad, totalmente fuera de tu alcance, hijo —bromeó Mario, riendo hilarante, el rostro de Calum se ensombreció—, te estoy tomando el pelo, sereno, moreno —finalizó hablando en un español bastante gracioso.

Universidad Andrew Fisher, su equipo de fútbol es de los mejores —contestó Johnny mientras se levantaba de su silla y caminaba en dirección al fondo del estudio—, ahora señoritas, síganme.

Dicho esto, caminamos entorpecidos siguiendo a Johnny, con Mario y el otro tatuador Kenny -si mal no recordaba- detrás de nosotros.

Llegamos hasta la tan famosa pared de fotografías, fotografías que según lo que los tatuadores nos contaban, Carrie había tomado en su mayoría, mujeres y hombres sonriendo, mostrando sus tatuajes, incluso había una pareja de ancianos que tenían tatuadas un par de rosas rojas sobre sus hombros.

Los cuatro recorríamos la pared entera con los ojos, cientos de fotografías y cientos de historias detrás de todas y cada una de ellas, al final, justo en la esquina del muro, pude visualizar una frase escrita en letras blancas y caligrafía casi impecable, era tan pequeña que tuve que acercarme y agacharme para poder leerla con exactitud.

Algún día seré un tatuaje grabado en la memoria de alguien. —Carrie Ann Foster.

Linda Carrie, el día había llegado.

Los calcetines de Carrie (l.h. fanfiction)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora