Brooke tenía la piel rosada y arrugada, de cabello apenas visible y suave como pequeñas plumas, era tan pequeña que Ashton podía sujetarla sin problemas con una mano.
—Es tan pequeñita —dije después de un rato de mirar a los muchachos y su notorio entusiasmo hacia la bebé.
Mario, Kenny y Johnny solo hablaban, hablaban y reían, felicitándolo a él y a Johanna, palmeándoles las espaldas y sonriendo como locos, con las caras rojas y pasándose las manos por el cabello una y otra vez. Estaban eufóricos los dos.
—¡Cielos jefe, esto es increíble! —repetían cada vez que podían. El piercing en la nariz de Kenny no dejaba de tambalearse, moviéndose rítmicamente de un lado a otro.
Miré a todos, recorriendo de una esquina de la habitación hasta la otra los rostros cubiertos por un aura de pura felicidad. Las manos que se estrechaban y entrelazaban, los besos que Johnny le daba a Johanna, el color de la tinta en sus brazos, la bebé que ahora había empezado a llorar en los brazos de su madre.
Intrusos. Quizá sí, quizá no. Qué más daba ahora.
Me acerqué a Johanna y a Brooke, dando pasos pequeños, arrastrando los talones, llegué a ellas y no hice más que mirarlas, ladeando la cabeza (como un gato, igual a los que se paseaban por casa), con los ojos perdidos en el pequeño humano. Johanna me miró, con el rostro despejado e iluminado, se pasó un mechón de cabello negro-azulado por detrás de la oreja y me sonrió, primero a mí y luego a su hija.
La calidez de su mano llegó al dorso de la mía, la apretó fuerte.
—No pudimos haber tenido mejor compañía hoy. —Su voz se oye ronca y algo apagada, estaba cansada seguramente—. Todo fue tan rápido, ella fue muy rápida —dijo volviendo la vista a Brooke—, nos tomó por sorpresa a todos y, siendo sincera desde lo más profundo de mi corazón... creo que estoy siendo muy sentimental —se interrumpió para verme algo apenada.
—Quizá solo un poquito. —Tomé la mano de Brooke, apenas un roce, mi dedo índice apenas acarició su palma y ella lo atrapó, apretándolo fuerte y sin soltarme.
Johanna sonríe. Los labios se le curvan y los ojos se le arrugan. Me suelta la mano y se la pasa por el rostro, despeinándose las cejas.
—Gracias —termina diciendo.
Asiento porque no sé qué más hacer.
—¿Por qué?
—¿Aún me lo preguntas? —dijo Johanna sonando incrédula—, cuando entré con Johnny y Brooke estaba a punto de llegar, él tomó mi mano, muy fuerte y me dijo: ¡demonios amor! ¿viste a ese niño? ¿viste cómo no titubeó ni por un minuto? —hizo una pausa para reír un poco, los ojos se le cristalizaron y siguió imitando a Johnny—, yo estaba petrificado y él simplemente actuó. Ese niño fue mi héroe hoy.
—No fue nada.
—Para nosotros lo fue todo, Luke.
El hecho de que ella me dijera eso, el hecho de que yo había sido el héroe de un tipo como Johnny, se volvió mi todo en ese instante. Y por fin, durante todo el tiempo que ahí estuvimos, dejé salir el aire dentro de mis pulmones. Riendo hilarante pero bastante bajo como para no parecer que había perdido la cabeza. Quizá sí, pero de eso no tenían que enterarse los demás.
Una enfermera entró en la habitación, pidiéndonos salir y dejar descansar a Johanna que seguía cargando a Brooke. Johnny se acercó a ellas, permaneció al pie de la camilla y tocó la nariz de su hija y después la de Johanna, ambas redondas y pequeñas. Después se giró hacia mí, tenía los hombros anchos y caídos, un tatuaje en el cuello en donde la palabra "indomable" se leía en letras enormes.
—Gracias, muchacho. —Estrechó mi mano y se frotó el tabique de la nariz con los dedos. Aclarándose la garganta, las mejillas se le ruborizaron. Moví la cabeza hacia arriba y abajo y le solté la mano, de textura áspera y rugosa.
—Fue todo un placer.
Calum, Michael y Ashton caminaron hacia mí, listos para despedirnos, para seguir buscando a Carrie, porque claramente ese seguía siendo mi objetivo. Calum se removió inquieto a un lado mío, el cabello sudado se le pegaba a la frente y su camiseta a rayas tenía manchas de tierra. La chaqueta seguía teniendo la marca de la bota estampada a un costado.
—Lo que haces por una chica, es una locura, Luke.
—Lo sé.
—Hoy definitivamente es tu noche. Has estado brillante —me dijo.
Kenny llamó nuestra atención, alzando con la mano derecha la cámara fotográfica del estudio, sacudiendo las borlas sobre las mangas de su chaqueta de piel sintética, era la misma cámara que usaban para las fotografías sobre el muro, nos dijo que nos juntáramos alrededor de la camilla en donde estaba Johanna, nos amontonamos unos con otros para lograr salir todos en la toma, Michael tuvo que sentarse en una de las esquinas de la camilla y ella le pasó la bebé a Johnny, para la foto solamente, dijo él y todos sonreímos, Kenny le dio la cámara a la enfermera y entonces el flash se disparó.
Cuando la enfermera le devolvió la cámara a Kenny, él inspeccionó la fotografía, sonriendo de oreja a oreja con los piercings bailándole en el rostro.
—¡Esta va directo al muro! —exclamó.
Y entonces era momento de irnos.
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Los calcetines de Carrie (l.h. fanfiction)
FanfictionEnvuelta en una aureola de naranjas eclipsantes. Su encuentro había sido fugaz y espontáneo; unas cervezas, una identificación olvidada y un par de alocados calcetines. Solo eso necesitaba Luke para embarcar a sus amigos a una búsqueda de una noche...