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— Entonces, ¿Quieres decir que un histérico y loco hombre mitad—vampiro, es la causa de todas las bajas que sucedieron? —se río el canadiense, recibiendo miradas de odio por parte de Yuuri.

— Jean, se que es poco creíble pero tengo un testigo el cual es absolutamente confiable —respondió Víctor con el ceño fruncido. Víctor había hecho un llamado a todas las manadas existentes con las que tenía un trato de "alto al fuego", esas manadas eran de:— Estados Unidos, Rusia, República Checa, Japón, Canadá, Italia.

Y después de dos días habían podido reunirse en la pequeña manada que manejaba Víctor, la cual cada vez tenía menos miembros, en total sólo quedaban quince personas, que por su seguridad Víctor las dejó con su manada vecina en Rusia.

— ¿Porque creería a la palabra de un omega sin manada? Además todos aquí sabemos que la mayoría de cuerpos encontrados fueron en tú territorio —exactamente Jean de la manada de Canadá desconfiaba en Víctor, pero no porque hubieran pruebas concisas si no que había algo llamado envidia en su interior.

Aunque Jean Jacques Leroy, era exitoso, guapo, y un diez para las chicas, Víctor tenía algo que él no tenía y eso era, ser el jefe de la alianza. La alianza se había formado cuando Jean todavía era un adolescente inmaduro, pero aunque Víctor también lo era, la alianza fue dispuesta a su mando sólo por ser el hijo del anterior jefe, por eso a Jean nunca le gustó Víctor.

— Jean, no necesitamos tu asquerosa presencia envidiosa en esta mesa, si no deseas creer en las palabras de vitya, puedes sacar tu culo de esta alianza —hablo Mila Banicheva, la jefa de la manada de Rusia.

Jean golpeó la mesa con su puño y se largó del lugar, mientras que los demás miembros de la alianza suspiraban. El líder de la manada canadiense era una parada en el culo.

— Si es que logramos creer en tus palabras Víctor, ¿cómo lograríamos vencerlos? Ellos tienen una vacuna que nos hace perder los estribos, no creo que podamos ganar —hablo un pequeño rubio. Ahora mismo la manada de Japón enfrentaba algunos problemas con la ley de aprobación de hombres bestia, Japón era el país más avanzado respecto a eso. Y ya que el jefe de la alianza Hirogane Yuuta estaba ocupado, mandó a su lindo y responsable omega a la reunión, por eso Kenjiro Minami estaba presente.

Yuuri escuchó atentamente las palabras del pequeño chico rubio, tenía razón en una cosa pero no en todo—. Es cierto, pero ahí algo que podemos hacer al respecto, la vacuna fue creada con la sangre de mi hijo, él contiene dos distintos tipos de ADN gatuno, así que la vacuna debería ser inmune para esa clase, y por lo que se la manada de Japón protégé a un pequeño grupo de felinos, ¿no es así?

— Es cierto, ¿pero cómo tienes esa información? Nadie además de nuestra alianza debería saberlo —Kenjiro miró secretamente a Víctor, antes de escuchar a Yuuri decir—. El no tiene nada que ver, antes de que secuestraran a mi hijo en Japón, planeabamos ir a su manada, quería que mi hijo aprendiera cómo controlar su forma felina.

— Puede ser que sea cierto, ¿pero como un grupo de felinos pueda derrotar a lobos frenéticos? Imposible no arriesgaré a ese grupo de felinos, ellos me dieron su confianza para protegerlos—hablo Kenjiro furioso, ni siquiera lo pensó dos veces antes de negarse.

— Pueden usarse como escudo, esos lobos frenéticos no me tocarán, la vacuna está hecha para atacar lobos, y yo...

Antes de que Yuuri pudiera terminar su frase, el suelo tembló. Las puertas del lugar cayeron al suelo y unos grandes gruñidos salieron de las grandes bestias frente a ellos, grandes y peludas, garras gigantes al igual que sus colmillos, la saliva caía de sus bocas manchando el suelo, y unos grandes ojos rojos que los miraban con una sed de sangre inmensa.

 Las puertas del lugar cayeron al suelo y unos grandes gruñidos salieron de las grandes bestias frente a ellos, grandes y peludas, garras gigantes al igual que sus colmillos, la saliva caía de sus bocas manchando el suelo, y unos grandes ojos rojo...

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Mientras, Yuri cuidaba a un pequeño ratón con alas que estaba acostado en una pequeña cama de juguete que sus padres habían comprado.

— No puedo creer que mis padres dejaran que te quedaras, aun cuando a ellos no les gustan los vampiros, dios mío, ¿Por qué todavía no vuelves a tu forma original? —suspiró Yuri, hace dos días después de que el vampiro se convirtiera en una pequeña bola de pelos inconsciente, cuido de la pequeña ratita día y noche por dos días, hasta que hace algunas horas había recuperado la conciencia pero no pudo cambiar a su forma original, en ese momento sus padres le dijeron que tomara la responsabilidad y lo cuidara apropiadamente.

— Ven aquí —Yuri tomó al pequeño ratoncito con alas en sus brazos y puso su programa favorito en la televisión, mientras acariciaba a la pequeña ratita. Aunque la ratita era consciente de todo, había estado recibiendo besos y caricias de parte del gatito y eso le alegraba, aunque no podía volver a su forma original era feliz.



Me cansó la espera[Victuuri]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora