Epílogo

261 36 14
                                    

Los días comenzaron a pasar de una forma increíblemente lenta después de que la gira mundial se diera por concluida con una de las mejores noches de su existencia, tanto a nivel profesional como a nivel personal

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los días comenzaron a pasar de una forma increíblemente lenta después de que la gira mundial se diera por concluida con una de las mejores noches de su existencia, tanto a nivel profesional como a nivel personal.

No importaba si Charlotte no consiguió unos muy merecidos días de descanso para poner en orden las ideas que vagaban por su mente a cada hora del día, porque una tonta sonrisa se instaló en sus labios la noche en la que se entregó a Mía, la cual ahora se negaba a desaparecer, así el mundo se empeñara en ir a contracorriente.

Resultó ser un acto increíblemente patoso, ya que ambas acabaron confesándole a la otra que sería la primera vez que estarían en un acto tan comprometido con una chica.

Por ese mismo motivo, los nervios abundaban más que el propio calor del momento, y el hecho de que no se conocían la una a la otra lo suficientemente bien, conllevaba un inconveniente más; ninguna de las dos sabía qué podía hacer para complacer a la otra. ¿Pero qué importaba eso?

Puede que hubieran sido patosas y también tímidas, pero supieron apañárselas muy bien para caer exhaustas al amanecer con un sentimiento cálido burbujeando persistentemente en sus pechos,
casi como si estuvieran enamoradas.
Unas horas más tarde, ambas se despidieron con una promesa
forjada desde la más inocente euforia; Charlotte probaría a mandarle un nuevo mensaje y Mía prometió que esa vez sí respondería, no sólo a ese, sino a todos los que la artista deseara mandarle.

Charlotte le envió un mensaje poco tiempo después de que sus destinos se desvincularan, incapaz de contener el ardor en sus temblorosos dedos, ansiosos por acariciar las teclas de la pantalla táctil para contactar a Mía, porque sí, la artista comenzaba a echarla de menos. Mía, por su parte, respondió casi de forma inmediata, como si hubiera estado esperando ese mensaje desde hacía mucho tiempo, una boba sonrisa plasmada sobre sus labios, y podría decirse con total exactitud que a partir de ese momento, los mensajes no se detuvieron.

Sin embargo, esa mañana las cosas comenzaron a tornarse un tanto extrañas. Al despertar, Charlotte tomó su móvil y revisó su cuenta de Instagram para responderle a Mía cualquier mensaje que ésta le hubiera mandado, ya que tomaron la costumbre de desearse un buen día la una a la otra, cada una en sus respectivos quehaceres, para prometerse mutuamente que buscarían un hueco al final de la noche para hablar más detenidamente.

Esa mañana no había ningún mensaje de Mía, por lo que fue ella la primera en desearle un fantástico día con un proyecto que la chica tenía que entregar después de haber trabajado arduamente durante meses en él. Además, para empeorar un poco más la situación, un mensaje de su mánager en su buzón de móvil le hizo saber que tenía que reunirse con él a primera hora de la mañana, y que su cita no podía ser atrasada por nada del mundo, debido a que tenían que hablar sobre algo excesivamente importante.

Charlotte estaba acostumbrada a las exigencias de su mánager, y, sobre todo, estaba más que acostumbrada a que todo resultara ser un tema a tratar muy importante para él, por muy mínimo y absurdo que fuera para cualquier otra persona, por lo que no le prestó mayor atención.

Pídeme como deseo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora