Apolonia

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El lugar está casi vacío a excepción de algunas personas de mantenimiento del gran estadio.

-Tengo que ir al baño- creo que bebí demasiado.

-Los públicos son un asco. Ve a los del personal. Están arriba al fondo.

Asiento y me voy al extremo de la sala para subir las escaleras. Al llegar a la planta de arriba veo un pasillo oscuro con algunas puertas a los lados.

Cuando llegó a la puerta que dice "tocador de damas" una voz me sobresalta y me detengo antes de girar la manija de la puerta entreabierta ya que de ella salen murmullos algo calurosos y a medida que me acerco la conversación sube de tono.

-¿Y tenía que ser Tristán? ¿Enserio?- reconozco esa voz. Jamás la había escuchado con tanta rabia y amargura.

-¿Y qué querías que hiciera? Te esperé hasta cansarme. No sabía si volverías alguna vez- protesta una chica alzando más la voz que trata de controlar serena pero se le quiebra- Él necesitaba que alguien estuviera a su lado en esos momentos y yo...

-Y tú te ofreciste sin dudarlo ¿No?

- Tú me abandonaste- dice con más rabia entre dientes.

Él suspira- Pero ya estoy aquí- suelta en el tono más dulce que he escuchado salir de él, casi suplicándole.

- Tú no entiendes, ahora estoy con alguien, Zach. ¿Crees que puedes desaparecer por un año, luego volver y pretender que nada ha pasado? Yo estuve ahí para ti y me diste la espalda, me alejaste.

Hay un silencio en el lugar y estoy considerando darme la vuelta y salir de ahí cuando la chica vuelve a hablar.

-No, Zach- dice entre suspiros- no es correcto que hagamos esto.

-Apolonia, por favor- ruega él entre dientes.

Comprendo que esta es una de esas situaciones donde las personas necesitan privacidad y ya estoy dándome la vuelta para irme cuando de repente la puerta se abre por completo de improvisto y la chica que estaba hablando antes ahora está delante de mí y su mirada hace que me quede petrificada.

Me mira de pies a cabeza calificándome, juzgándome en su interior.

Es una chica hermosa y alta de cabello negro, lacio y brillante, sus ojos son de un gris azulado. Las facciones de su cara son perfectas y de no ser porque entre sus perfectas cejas hay una línea que indica furia seguro se vería encantadora.

Tiene el labial algo regado alrededor de su boca y con una mano intenta limpiarse el exceso.

-¿Se te perdió algo?- su voz fría y calculadora me hacen titubear.

Arrogante y prepotente. Ya veo por qué Zach quiere a alguien como ella. Son tal para cual.

Trago seco- Em, yo estaba buscando el baño.

Hace una mueca.

Deja la puerta abierta y pasa a un lado mío dejando un olor a fino perfume de rosas.

Su vestuario es realmente hermoso, una falda negra de holanes y una blusa roja de tirantes que se pega a su pequeña cintura.

El sonido de sus tacones se pierde por el pasillo y me quedo pensando que si cambiáramos el escenario por una pista de modelaje ella encajaría perfectamente con esa seguridad y estilismo al caminar.

Cuando ella desaparece en las escaleras yo entro al cuarto blanco aún confundida por lo que acaba de pasar.

Y entonces lo veo. Frente a mi está Zach recargado con ambas manos en el extenso lavabo mirándose en el espejo. Noto que carga algo de labial rojo emborucado levemente en los labios.

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