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EL CASTAÑO REÍA SUAVEMENTE, le hacía especial gracia que Lizza sea una una chica con un temor insano por la altura, por que él creía firmemente que con esa fuerza el quiddich era una opción. Podríamos decir que a él le encantaba ese deporte, aunque no estaba tan, tan casado con su escoba como Oliver Wood, pero aún así tenía en mente el equipo, pues quería dejar Hufflepuff donde se merece. ¿Es decir por qué los insultaban o demás, sólo por ser honrados y trabajar duro? ¿ser leales? ¿por qué los tomaban en muchos casos como idiotas?.
Sacudió su cabeza dejando esos pensamientos y se distrajo o mejor dicho volvió en sí, cuando la pelliroja le chasqueo los dedos frente a sus ojos.
A sus ojos Lizza parecía estar confundida ahora que la detallaba, ella frunció su ceño pero luego solo sonrió. No sabía que pasó por su cabeza pero apreció, como sus pestañas pobladas iban de arriba a abajo: precioso. Lo que sí, el castaño simplemente se había perdido en ideas de su mente y si, un poco también en como hablaba o accionaba, lo admitía.
Debia de añadir que a Cedric le parecía extraño que no se molestara por aquello (en su experiencia, las chicas, se enojaban con él), es decir en haberse perdido en su mente y por ello no haber escuchado.
—¿Estás conmigo? —preguntó, para luego añadir con humor —siento que estás en otro planeta —mencionó ella riendo observándolo.
—No, no, si que escuche, sólo que me perdí en algún momento —literalmente Cedric pensaba en todo aquello muchas veces, sentía que muchos los subestiman, cuando el trabajo y la lealtad era algo que no siempre había, se podría afirmar que escaseaba. No era común esta cualidad y así mismo no todos los Hufflepuff eran iguales hasta entre ellos no siempre eran leales o trabajadores en la misma medida. Lo que en su cabeza quería decir, que aún siendo Hufflepuff no era común tener desarrolladas esas características.
Lizza alzó sus cejas sorprendida. El castaño denoto que ella trataba de mostrarse bien, pero de vez en cuando notaba una mirada pérdida, sus ojos se volvían de un gris opaco. El simplemente asumió que aún estaba triste por esa misteriosa razón por la que había llorado en el momento de su encuentro.
—Sólo pienso —declaró el mayor de la pareja de adolescentes.
Lizza asintió.
—Supongo que es algo bastante importante por que justo ahí tienes el ceño fruncido —declaró en tono bromista tocándole el rostro señalando esa "arruga".
Cedric negó sonriendo.
—No, no es algo tan importante. Pensaba en lo raro que es que no siempre seamos como nuestras casas demandan, por así decirlo —se aclaró él en un suspiro para luego decir: —odio que siempre esperen que sea tan no sé, ¡por Helga! es decir no me gustan esos prejuicios —dijo algo alterado.