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Aunque ella me prometió darme una pista de lo que mi sorpresa era, no lo hizo, decía que iba a descubrirlo muy fácil porque era muy lista, cambiaba de temas y me llenaba de halagos, y debo admitir, que por casi todo el viaje su estrategia funcionó. Estábamos rebasando los límites de la zona que he conocido desde que estoy aquí, con eso sé que a casa no nos dirigíamos. Eva está callada al volante, no se ha quejado de los sonidos de besos intencionales que hago cuando beso a mi novia, para mí eso es suficiente material para llegar a preocuparme, a lo mejor las cosas entre ella y la señorita Lucía no se arreglaron del todo o tuvo una mala mañana con sus socios de negocios.

—Evi, ¿cuando vamos a llegar?— saco la cabeza por el espacio de los dos asientos delanteros —¿Estás bien gusanito?

Ella me mira por un par de segundos, es imprudente que quite la mirada del camino cuando maneja, eso lo entiendo. Lo que no logro comprender son sus reacciones, sus miradas raras y sus suspiros. Ella asiente, poniéndose tan derecha que creo que su cabeza va a dar con el techo de su auto en cualquier momento.

—Amor, has preguntado tres veces en los últimos diez minutos, ten paciencia— las manos de Juliana llegan a hacer círculos en mis hombros.

—No han sido tantas— me dejó llevar por sus manos que me hacen caer hacia atrás—. Quiero hacer pipi, pensé que íbamos a la casa. Aparte quería mostrarte mi auto, está genial.

—Es que vamos a casa.

Es lo primero que Eva dice en todo el viaje. Lo repito varias veces en mi cabeza, es obvio que al piso de mi hermana no vamos, ya hemos pasado el desvío para caer por esa calle. Miro por la ventana con más atención, las tiendas, los árboles, los colores, todas las cosas son nuevas. La cara de Juliana es una lucha de emociones constante, ella sabe que he cogido lo que mi hermana ha dicho, y por primera vez la veo sin señales de qué hacer, porque ella siempre tiene ideas, comentarios y soluciones a todo tipo de cosas. Nada sale de su boca cuando intenta hablar, sus movimientos raros dan en mi cabello, más que un toque superficial es profundo, en la masa de la carne. Está relajandola, haciéndole cariños, porque sabe los riesgos que corro y hacia donde nos dirigimos.

Valoro lo bueno de sus intenciones pero no necesito eso, no soy frágil, sé de mis capacidades y mis límites. No necesito que ella me recuerde mis puntos débiles y que los haga más débiles con su temor, necesito que sus brazos me rodeen y que calmen la ansiedad que está creciendo en mi pecho con su fuerza y su amor. Los labios me tiemblan al igual que mis manos, y mi corazón se está volviendo loco de una mala manera. Voy a ir a casa, después de tanto tiempo, voy a ir a casa y tengo miedo de no reconocerla, de que todo siga en blanco en mi mente.

—Valentina, mi amor, todo estará bien— sus brazos habían llegado a mí, o yo había llegado a ellos. Me escondí en el hueco de su cuello y la apreté con tanta fuerza, no me podía controlar, el aire me estaba faltando y tenía un ardor horrible en la garganta —. Respira conmigo, vamos preciosa— dice en mi oído, donde deja besos. Logro tranquilizar mis sentidos con el tiempo en el que sus palabras de apoyo llegaron a mis oídos, sus caricias estuvieron presentes, ella siempre tiene lo que necesito—. Eres la persona más fuerte que conozco, te admiro mucho— ella estaba tratando de alejarme de su cuerpo, yo no quería hacerlo, tenía miedo de mirar a mi alrededor y darme cuenta una vez más que nunca recordaré nada—. Sé que tienes miedo de no recordar nada, yo también tengo miedo de que no resulte y sigas sufriendo, sabes que quiero lo mejor para ti, lo que te haga feliz, justo ahora tenemos algo grande por delante, y te prometo por todas las cosas que existen en el universo que yo estaré contigo pase lo que pase. Por eso es tú decisión en todo momento, si no estás lista para esto dilo, volveremos enseguida hasta cuando lo estés.

—No podemos regresar ya, debe hacer esto— escucho decir a Eva.

—Ella no tiene que hacer nada que no quiera.

Mi Chica de Ciudad (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora