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Cocinar no es difícil. Al menos eso parece en los vídeos de Youtube. Mi hambre podía mucho más que todo, y no tenía dinero para pedir comida, así que me puse manos a la obra.

—Dos tazas de agua, una de arroz— leo directo de la pantalla de mi móvil —. Aceite y sal. Quince minutos a fuego medio.

Y así es como aprendí a hacer arroz. No me quedó como el que hace Juliana, pero para mi primera vez está comible. Todos los acompañantes pensados estaban congelados en el refrigerador, así que tenía arroz pero nada con qué hacerle compañía.

—Tengo huevos, salchichas, queso, jamón y tocino— digo en voz alta viendo el refri—. La vida es cruel y miserable— me agarro la cabeza, tengo un malestar que nunca antes había sentido. Estoy muy cansada, y es como si no tuviera energía, lo que no tiene sentido porque dormí casi toda la mañana.

Cojo mi móvil, insegura de qué buscar. Tengo un hambre tan voraz que me sorprende lo calmada que estoy. Ha de ser por mi cansancio. De lo que puedo estar segura es de que, alguien puede ayudarme a solucionar mis problemas.

Para: Juls Bonita.

Pichonsito, estoy muriéndome del hambre y no puedo esperar para que las cosas se descongelen. Recomiendame algo fácil que pueda hacer con huevo, salchichas, queso, jamón y tocino.

Coloco mi móvil en la encimera, y voy por el cuarto vaso de agua de esta hora, tengo una sed terrible. Mi mente se enciende al ver la barra de pan integral, la veo como si fuera oro, porque para mí lo representa. Moriría por uno de los sandwiches de queso que hace Juliana. Debo decirle que me enseñe a prepararlos. Enciendo la plancha, voy a tener un abrebocas antes de pasar al almuerzo. Simplemente pan, algo de mantequilla, jamón y queso y ya lo coloco a tostar. Quiero mencionar que mi sándwich es de cinco pisos y lo hice en un tiempo récord.

Mi móvil se mueve en su vibración sobre la encimera, lo que me avisa que la mujer de mi vida va a solucionar una vez más un problema.

Llamada entrante: Juls Bonita.

—Ay florecita cómo te van a dejar sin comida— puedo apostar sin miedo a perder que está haciendo un puchero—¿Tienes papas?

—No, se murieron— quise hacer un chiste de mi terrible realidad.

—Valentina Carvajal no me gusta ese tipo de bromas— mis comentarios sarcásticos siempre traen efectos negativos en ella.

—Lo siento, no me pude contener— aguanto la risa. Que linda se oye cuando se disgusta —. Si tengo papas.

—Pon el speaker. Vas a hacerte una tortilla española.

—Eso se veía muy difícil de hacer — recuerdo cuando desayunamos una vez eso, la tortilla parece un pastel.

—Que va mi cielo, es súper sencillo.

Abro los ojos cuando me huele algo a quemado y corro hasta la estufa, a sacar mi pobre sándwich de ahí, lo había olvidado. Por suerte no está quemado por completo, sólo las esquinas y es comestible. Para mi todo es comestible.

¿Val?— oigo a mi novia por el speaker.

—Aquí estoy. Casi se me quema mi sándwich— lo soplo, pues está hirviendo. Luego le doy una mordida, está crujiente y el queso se estira. Tiene un buen sabor, pero nada como el de Juliana—. Extraño tus sandwiches— hablo con la boca llena—, extraño tu comida y comerte a ti, te extraño— di otro melancólico mordisco.

—Yo también mi amor— suspira—. Ahora, ayudaré a que te alimentes. Cuatro huevos y dos papas medianas, tocineta y jamón, eso es lo que vas a usar pata la tortilla.

Mi Chica de Ciudad (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora