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—¡Madelaine!— la manera en la que me jaló el brazo se sintió como si me lo fuese a desprender. No comprendo de donde ha surgido eso, estábamos charlando de lo más normal.

Salíamos de la universidad, e íbamos directo a su auto, ya que ella me llevará a conocer su piso de soltera. Es gracioso porque Vanessa ya ha estado ahí, y no hicieron nada propio de personas solteras. Madelaine empezó a golpear mi brazo, no muy fuerte, lo cual agradezco, y me siguió jalando en su dirección, quedando detrás de un árbol.

—¿Qué te pasa?— la molestia es evidente en mi voz.

—Ella está ahí— susurra emocionada.

—¿Vanessa?— doy un vistazo rápido, no porque quisiera, sino porque ella me volvió a nuestro escondite por el cabello — ¡Madelaine!— golpee su mano.

—Vanessa quien, hablo de la chica, la bioanalista con la que experimente por primera vez, está apoyada en mi auto— no puedo descifrar la cara de Madelaine.

—¿Puedo mirar sin que me dejes calva?— hay que estar prevenida con ella. Asintió.

Primero me tomé el tiempo de localizar el auto, que no fue mucho porque el auto de Madelaine es muy llamativo. Y luego la vi. Madelaine tiene razón, aunque esté considerablemente lejos, que culo se le ve con esa bata; tiene rastas en su cabello y usa lentes. No está nada mal, aunque mi novia está mejor.

—¿Cuál es tu miedo? Ella te terminó— no tiene sentido que se esconda.

—Digamos que te mentí y que después de terminar nos reconciliamos más de un par de veces— picarona—. Yo quería intentarlo con ella, pero era tan cambiante que me cansé y de un tiempo para acá hemos tenido uno que otro encuentro casual.

—¿En la era de Vanessa?

—No Juli, desde que la conozco no he tenido tiempo de pensar en otra chica. Se llama Helena, realmente me agrada, y no sé como se pondrá cuando le diga que estoy con alguien.

—¿Te preocupa eso?— es absurdo que sigamos escondidas aquí.

—En cierta manera... es complicado— puso esa cara de frustración.

—Te diré que, no vamos a estar aquí todo el día, así que mueve ese trasero de casanova y vamos a hablar con Helena. Es más, no sabes lo que va a decirte, puede ser cualquier tontería y ya te estás armando una novela— empecé a arrastrarla, no podemos perder el tiempo así, tengo hambre.

Madelaine y yo siempre andábamos de la mano al caminar en la calle, era como una costumbre, y una ayuda, ya que durante toda mi vida me he tropezado en todas partes. Es como un pacto de mejores amigas que tenemos. Pero descubrí lo desventajoso que puede ser en una situación como esta, aunque muestro agarre no sea de dedos entrelazados es muy comprometedor para ciertas personas, para Helena por ejemplo.

—¿Me dejas elegir la música?— yo iba haciendo conversación con mi mejor amiga, para que se distrajera aunque sea un poco. Lo que logro es que a cada paso me apriete más mi manito.

—No vamos a escuchar a one direction— ella los odia.

—Tonta, pondré la radio, sería una suerte si pusieran one direction. Tampoco pondremos Beyoncé dejame decirte.

—No se diga más, te vas caminando— reí; aún nerviosa Madelaine conserva ese sentido del humor—. Hola— llegamos frente a Helena. Debo decir que la chica es preciosa.

—Hola— se me quedó mirando, admito que también la miraba a ella.

—¿Me das las llaves del auto?— rompí el corto silencio. No puedo soportar esta tensión.

Mi Chica de Ciudad (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora