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—¿Por qué siento que vuelvo a hacer una hoja de papel? Me estás levantando como si fuera una.

—Me siento más fuerte que nunca, tú estás aquí, eres lo que necesito para ser todo lo que quiero ser— la dejo deslizarse en mis brazos, su cintura pegada a la mía —. Te extrañe tanto amor, no te imaginas.

—Yo también mi niña— con sus dedos echa mis cabellos hacia atrás —. Sería demasiado egoísta pero ahora quiero que seas sólo para mí, que nadie más pueda verte o tocarte, quiero tenerte de todas las maneras posibles.

—¿Cómo es el egoísmo más grande si ambas deseamos lo mismo?

—Esa es una muy buena pregunta— se alzó para besar mi ojo, el cual ella lastimó sin querer hace unos minutos— ¿Quieres ver lo que hicimos para ti?

—Que bueno que no trates de llevarte todo el crédito Valdés— estaba tan pérdida en los ojos marrones de Juliana que no me daba cuenta de las cosas que pasaban a mi alrededor, como por ejemplo Eva y la señorita Lucía acercándose.

—Ese no es mi estilo— Juliana se ha esforzado tanto en tener una buena relación con Eva, pero por su voz y la cara que puso al responder creo que lo está dejando de intentar y simplemente ya no quiere ser su amiga —. Hola Lu, ¿cómo estás?— en cambio con la señorita Lucía se lleva de maravilla.

—No tan bien como se ve que estás tú, es bueno verter otra vez — mi bonita me deja para ir a saludar a mi cuñada con un abrazo. No se vale, no he tenido a Juliana lo suficiente para compartirla con alguien.

—Eva.

—Valdés.

Ambas asienten en su dirección, sin intercambiar ni siquiera un saludo con la mano, y todo es raro. Es mi cumpleaños, no pueden ser enemigas hoy. Aunque no me convencía lo de cumplir años es una buena excusa para hacer todo lo que quiera sin que me regañen. Agarro a Juls de la mano y la llevo caminando hacia adelante, hacia Eva, me pongo en medio de las dos, quienes me ven confundidas. Abro los brazos y las atraigo, para que sea un abrazo grande, mis personas favoritas no pueden odiarse sin haberse conocido.

—No se vayan a pelear hoy— se me escapa. Este día ha sido uno de los mejores que puedo recordar, no quiero que nada lo arruine.

—Aquí nadie está peleando— ambos brazos de Eva están abrazándome.

—No te lo puedo prometer mi amor, no puedo predecir si se va a poner idiota y va herirte más tarde— ese es un muy buen punto.

—No te permito que...— empieza Eva con un tono altanero, hasta que otro cuerpo se nos une, no por completo pues los brazos de la señorita Lucía son más cortos.

—Si se lo permites, tiene razón — la señorita Lucía dice que no está de nuestro lado pero en el fondo si lo está. Además nadie conoce a Eva más que ella.

—No haré nada para lastimar a Valentina, y menos este día— nuestro abrazo de cuatro iba tomando forma, ahora, formábamos un perfecto círculo—. Puedes confiar en mi Juliana— es bueno que le haya llamado por su nombre, pocas veces lo hace y siempre significan cosas buenas.

—Quiero que lo demuestres, no tengo nada contra ti pero tú manera de cagarla cuando Valentina está en sus mejores momentos es algo fenomenal— cuanta verdad tiene eso que salió de la boca de mi novia.

—Pero ya Eva ha aprendido a no hacerlo, porque sabe que las consecuencias son muy malas ¿No es así babe?— me entran las ganas de reír por lo que la señorita Lucía acaba de decir, nada más de recordar a Eva durmiendo en el sofá, fue demasiado para mí.

—Así es. Tampoco soportaría verte mal, mi bichito— Eva sonríe para mí, y alborota mi cabello con su mano—. Tus invitados están aquí.

—¡Pues haz que suban!— mi emoción fue mucho más grande, que rompí el círculo de los abrazos para aplaudir.

Mi Chica de Ciudad (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora