Capitulo 3

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Axel Green

Axel Green era un joven atractivo, y al menos en apariencia, muy seguro de si mismo.  Proveniente de una familia de clase media. Su madre trabajaba como secretaría en un despacho de abogados y su padre había fallecido cuando él tenía nueve años.

Mia estudiaba en su mismo salón así que se conocían de vista pero nunca habían cruzado más que unas cuantas palabras.

—No se ve tan mal—Axel inspeccionaba el golpe que había recibido en el ojo.

—Lo siento — dijo Mia avergonzada—Pensé que eras él.

Su mano señalaba a un sujeto rubio que se marchaba del estacionamiento.

—Quería devolverte esto—dijo Axel extendiendo un libro — lo dejaste en tu asiento esta mañana.

—No me digas que te lastimé por un libro.

—No es nada, cuando llegue a mi casa le pondré un poco de hielo.

—¿como te irás?

— Voy a tomar un taxi —Él levantó la vista y observó que una gran nube cubría todo el paisaje de manera que ni siquiera podían verse las estrellas.

—Parece que habrá una fuerte lluvia.

Axel se quitó la chaqueta y se la puso alredor de los hombros.

—Entonces será mejor que estés protegida.

—Vamos—dijo subiendo a su automóvil — te llevaré a tu casa.

—Gracias pero no hace falta.

—¿Prefieres quedarte en medio de una tormenta?—un trueno acompaño sus palabras.

—Estaré bien.

—Axel, no seas orgulloso y déjame llevarte a tu casa, para mi tranquilidad.

Él dudo por un momento pero subió.

—¿En dónde vives?— preguntó al momento de encender las luces del vehículo.

—En el Este, cerca del supermercado.

—De acuerdo, ahí vamos —dijo  con una cálida sonrisa—  por cierto, en la guantera hay una pomada que te puede servir para tu ojo.

—¿Siempre llevas esto contigo o en realidad habías planeado golpearme?

—Mis padres siempre decían que hay que estar preparados para cualquier cosa.

Axel recordó una noticia que había llamado su atención años atrás. La familia Johnson una de las más reconocidas en la ciudad había sufrido un accidente en la carretera principal.

El señor Johson y su esposa murieron al instante. Por su parte, Mia llegó al hospital con heridas graves. Estuvo en coma un par de días hasta que despertó.

Su tío fue quien le informó lo ocurrido. La tragedia la había dejado hundida. Después del funeral, las personas comentaron que no era la misma. Tenía la mirada perdida en el espacio. Nadie creía que fuera a recuperarse.

—Debes extrañar demasiado hablar con ellos.

Mia guardo silencio por un largo minuto antes de responder.

—Sí, todos los días—Suspiró mientras ponía la radio para hacerles compañía.

—¿Recuerdas algo sobre ese día?—preguntó él tras un breve momento.

—Un poco. A veces me vienen a la mente pequeños detalles... pero la mayoría no tienen sentido.

Mia condujo despacio pues la lluvia había empeorado. No tardó más de treinta minutos en llegar a la casa de Axel.

—Gracias por traerme— dijo él soltando su cinturón de seguridad.

—Es lo menos que podía hacer.

—De verdad, no importa, además si lo vemos por el lado positivo el moretón me da un aspecto rudo.

—Claro—respondió ella con una pequeña risa.

—Será mejor que  baje.

— Espera, tu chaqueta.

— Quédate con ella, te queda mejor que a mí.

Por un instante se vieron directamente a los ojos y ella experimentó una sacudida interna lo que la forzó a desviar la mirada con nerviosismo.

—Nos vemos, Mia— dijo antes de salir del automóvil y correr hasta la puerta de su casa.

Ella se despidió con la mano y partió hacia la pizzería de Tony's.

Un año para recordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora