Lost Soul

3.6K 324 27
                                    

Los días pasaron más rápido de lo que pensaba, Gabriel no me dirigía la palabra y estaba muy distante, por otro lado, Raphael y yo estábamos la mayor parte del día en el bosque; estaba a cargo de mi entrenamiento.

No solo mi oído y olfato habían cambiado, también mi vista, mi piel se había hecho más resistente; el frío y el calor elevados ya no eran problema. Mi velocidad, resistencia y fuerza eran sobre humanas. Podía leer mentes, sentir las emociones y ver el pasado, futuro y anhelos de los humanos.

De acuerdo a lo que Raphael me contaba, ya estaba en la fase final de mi transformación; solo tenían que hacerse presentes mis alas, mi armadura y mis armas que, según lo que me decía, eran una espada y una lanza.

Aun me era extraño como el bosque hacía presentes mis cambios, por algunos días creí que era por una especie de conexión con la naturaleza pero abandoné esa teoría.

—Dejémoslo por hoy. Descansemos.

Raphael me enseñaba algo de combate cuerpo a cuerpo, solo era para activar mi talento innato como guerrero celestial... o eso era lo que decía.

Mi mirada se perdía en el cielo gris sobre nosotros, mi mirada era triste y mi expresión lo confirmaba.

— ¿Conoces la historia que cuentan de este bosque? —Lo miré curiosa—.

—No, ni siquiera sé si tiene un nombre o una leyenda.

—Este lugar se llama Lost Soul. Los lugareños aseguran que en las profundidades hay una enorme y lujosa mansión en la que habita Satanás. También cuentan que en este lugar hay una entrada al infierno.

¡¿Infierno?!

¿Será que Él está cerca de aquí?

—No creí que los demonios existieran —Intentaba darle un tono de incredulidad a mis palabras—.

—Todo existe, demonios, vampiros, bestias, hombres lobo, incluso brujas... y claro; nosotros. Si existe oscuridad también existe luz; es cuestión de equilibrio, de dualidad.

— ¿Qué hay de los demonios? ¿Por qué no los eliminan?

— ¿No escuchaste lo que dije? El equilibrio es importante... eso y que técnicamente no estamos en guerra o tenemos disputas. Mientras no atenten contra nosotros o el Paraíso, no tenemos motivos para pelear.

— ¿Nunca se han imaginado una combinación? Ya sabes, alguien del cielo en el infierno o viceversa...

— ¡Ni pensarlo! La unión de un ser divino y un ser demoniaco sería una aberración y algo imposible; nadie querría ser voluntario a semejante trato. Nuestra sangre purifica y la suya corrompe una combinación así sería neutralizante y mortal para el demonio; no hay ser oscuro capaz de ensuciar a un ángel pero cualquier ángel puede limpiar hasta el más corrompido de los seres. ¿De dónde sacaste una idea tan... estúpida?

Mi pregunta lo había hecho enojar lo suficiente como para ser grosero pero aclaró mi más grande duda; Él y yo estamos destinados, no solo a estar separados, también a ser enemigos naturales.

—Solo lo pensé... regresemos a casa, quiero comer algo.

Cada vez que abandonaba el bosque tenía ese inexplicable deseo de correr, adentrarme y no salir jamás. Dejaba algo importante en aquel sitio y necesitaba tenerlo conmigo.

Al entrar a la ciudad, una enfermera corría en nuestra dirección.

—Doctor Raphael qué alegría encontrarle. Por favor, venga al hospital; hay demasiados heridos y necesitamos todo el personal disponible.

Raphael siguió a la enfermera y yo regresé sola a casa.

Al llegar vi a Gabriel en el comedor; estaba hablando solo.

—En serio lamento lo que pasó... eran celos e inseguridad... solo quería sentirte conmigo y... ¿A quién engaño? Es la disculpa más penosa de todas...

— ¿Estás bien?

Dio un pequeño salto por el susto de no haberme escuchado llegar.

En sus manos tenía un ramo de flores similar al que me había regalado antes.

—Luna...

Corrió hacía a mí y me abrazó con tanta fuerza que apenas me dejaba respirar. Me soltó y comenzó a hablarme... era la primera vez en semanas.

—Luna... suplico tu perdón; sé que lo que hice te da todo el derecho a aborrecerme... a odiarme... pero de verdad lo lamento.

Verlo hincado ante mis pies, cabizbajo y triste, oírlo tan desmotivado, suspirante y nervioso... toda esa imagen me conmovió, era difícil no perdonarlo sintiéndolo tan arrepentido.

No dije nada, solo acepté el ramo de flores que tenía en sus manos, me puse a su nivel y dejé un beso en su frente.

Ambos nos pusimos de pie y él me abrazó nuevamente.

Lo vi acercarse a mi cara, cuando la distancia desapareció, un beso entre nosotros aminoró la tensión que existía.

Mientras nuestro beso se prolongaba un pensamiento llegó a mí; si mi destino es estar con un ángel... tal vez, no sea mala idea darles otra oportunidad. Estar con Él solo sería peligroso.

Al separarnos, vi una sonrisa en su rostro y comencé a hablar sin pensar.

—Gabriel... ¿Debería darles otra oportunidad?

Sus ojos brillaron al escuchar mi pregunta. Me levantó y me giró. Las risas sonaban por toda la casa.

— ¡Nos harías los arcángeles más felices! Espera a que se lo cuente a Raphael.

Después de cenar, fuimos a la sala a ver una película. Mientras la veíamos, conversábamos.

No dejaba de sonreír, lucía muy contento... aunque por dentro sentía que lo abandonaba, que lo dejaba solo, que lo traicionaba.

— ¿Sabes cuál es el olor de tu alma? —Su pregunta me tomó desprevenida, lo mire fijamente esperando una respuesta—. Es la combinación de perfumes más extraña que he percibido; es como chocolate, cerezas y... flores.

Luché con todas mis fuerzas para detener mis lágrimas... ¿cómo era posible semejante coincidencia?

—Qué combinación... tan... rara —Intentaba sonar lo más convincente posible—.

—Lo sé... pero en ti queda perfecta. Eres una singularidad tan única. Odiaría pensar que podrías encontrar a tu alma gemela.

— ¿Eso existe?

—Sí... las almas gemelas tienen el mismo perfume.

Mi corazón latía con fuerza, no creía lo que escuchaba... sentía tanto alivio y mucha confusión.

—Todos tenemos alma, ¿verdad? Hasta los demonios...

Me miró extrañado.

—No... los demonios no tienen alma... ¿Por qué lo preguntas?

—Hoy Raphael me habló de demonios pero no me dio muchos detalles... y bueno... enterarte de cosas que no creías posible hace que instintivamente las relaciones, ¿no?

—Sí... creo...

Parece que tengo el don de la mentira.

No hicimos la conversación más larga. Mis esperanzas se habían esfumado tan pronto que fue imposible sentir la posibilidad.

Me acomodé cerca de Gabriel, su brazo me rodeó y mi cabeza descansó en su hombro.

Sentía una profunda tristeza, mi alma estaba perdida y enamorada de la criatura equivocada.

Sueño Lúcido [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora