Él

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A la mañana siguiente, fui despertada por Erina; había decidido no trabajar para quedarse a cuidarme.

Todos estos cuidados me regresaban al pasado, recordándome porque me habían dejado. En cierta manera era desagradable y molesto. Sentía que me trataban como Él lo hacía; como una niña débil, como alguien que no podía cuidarse sola, como si el mínimo de los roces me hiciera romper en pedazos al igual que una muñeca de porcelana en una vitrina de cristal.

Era cuestión de pensarse; Gabriel sintió que debió protegerme cuando me interpuse en su pelea, Raphael me dio dos días de descanso y miles de medicamentos por un simple puñetazo, cuya herida ya no duele, y ahora Erina me atiende como si me hubieran operado, ¡ni siquiera quiere que me levante de la cama!

Sé que ya no estoy acostumbrada a la constante compañía de alguien, a que se preocupen o a la amabilidad pero esto es demasiado.

Minutos después de despertar, Erina entró para dejarme el desayuno. Al verme la noté sorprendida, esperé algún comentario sin embargo no lo hizo. Se acercó y me dejó el desayuno junto con unas píldoras que me había recetado el Señor Doctor.

— ¿Te sientes mejor?

—Sí, como nueva —Y era verdad, no me sentía mareada o cansada, todo lo contrario; me sentía llena de energía.

—Eso es bueno. Aun así deberías descansar, el golpe fue fuerte.

Le sonreí y fingí que eso haría. Cuando terminé mi desayuno me dijo que saldría a comprar algunas cosas para preparar la comida, tomó la bandeja para llevar los platos a lavar. Antes de irse se aseguró de que me tomara la medicina.

Cuando por fin me quedé sola, tomé mi celular para distraerme un poco antes de ir a ducharme. A los pocos minutos éste vibró al recibir un whatsapp; era de Gabriel.

Hola. ¿Despertaste ya? ¿Cómo te sientes?

Rodeé mis ojos. Solo fue un golpe, solo un puñetazo ¿Por qué se esforzaban en hacerlo ver como si un auto hubiera pasado sobre mí?

Hola. Estoy bien, no te preocupes.

Dejé mi celular de lado y fijé mi mirada en el techo... Pronto sentí sueño, era demasiado pesado; mis parpados se cerraban y no podía detenerlos. Caí dormida.

(...)

—Luna... Luna... despierta —Erina movía suavemente mi hombro.

— ¿Qué pasa?

—Despierta, es hora de cenar.

¿¡Cenar!?

Me senté rápidamente. Me dormí inmediatamente después de desayunar y ¡¿Ya era hora de cenar?!

Me controlé y me acomodé para que Erina dejara la bandeja.

Miré por la ventana y efectivamente; era de noche.

—Me alegra que decidieras descansar, hoy solo cenaremos tú y yo; Raphael se quedará en el hospital, dijo algo sobre una operación importante y Gabriel se quedó en su oficina para adelantar reportes o algo así.

No dije nada al respecto. Acercó una pequeña mesa junto a una silla cerca de mi cama y comenzamos a cenar.

Mi plan era cenar pronto para que se fuera y poder ducharme... me siento algo sucia. En cambio ella quería charlar...

—Sabes... no he dejado de pensar en algo que me dijiste ayer; ya tuve suficiente de hombres en el pasado; solo traen problemas.

Reí al recordar al trío de imbéciles que se habían atrevido a conocerme y al mismo tiempo un poco de nostalgia bañó mi rostro. Erina lo notó y me pidió que le hablara de ellos. Lo pensé y decidí hacerlo.

Sueño Lúcido [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora